¿Hay algo peor que una sequía estival? Sí: la continuidad de la misma sequía durante el otoño. En es sentido, no hay buenas noticias.
El último pronóstico elaborado por el Climate Prediction Center e International Research Institute for Climate and Society (CPC/IRI) indica un 40% de probabilidad de la continuidad de la actual fase Niña en el trimestre comprendido entre abril y junio de 2022. La cuestión es que un mes atrás esa probabilidad era del 29%.
Las chances de que la Niña se desactive para dar paso a una fase Neutra recién se consolidarían durante el invierno, según el promedio ponderado de datos aportados por los modelos predictivos de los principales centros climáticos del mundo.
La cuestión es que, al observar que hay dentro del promedio ponderado, se observa bastante uniformidad en las predicciones realizadas por los diferentes modelos de simulación, lo que valida la proyección.
La continuidad de condiciones climáticas que propicien la permanente de una restricción hídrica en vastas zonas productivas argentinas no luce alentadora, dado que, además de complicar la siembra de cereales de invierno, generará un problema enorme en el sector ganadero al recortar la disponibilidad de recursos forrajeros.
Si bien los elevados precios internacionales de los granos permiten en otras naciones agrícolas del Mercosur compensar las pérdidas productivas, no es el caso de la Argentina, donde la elevada presión impositiva y las regulaciones intervencionistas gubernamentales generan precios de los productos agropecuarios inferiores a los reales.
Ya se quemó el 9% de Corrientes y la velocidad de propagación del fuego aumentó un 50%