Alejandro de Tezanos Pinto (41) se define como un gaucho citadino porque nació y vive en San Isidro. Pero dejó su empresa de fotografía para hacerse cargo del campo familiar, al que su padre nunca pudo hacer prosperar. Comenzó a estudiar el sistema de “Pastoreo Racional Voisin” y la ganadería regenerativa, y al aplicarlo para beneficio de las vacas que le dejó su padre, fue tal la transformación que hasta él terminó fundando una empresa para difundir estos conocimientos y hoy vive de ella.
Pero sepamos más detalles de este derrotero: el padre de Alejandro, César Carlos, pasó su vida vendiendo fertilizantes para una multinacional. Siendo joven decidió comprarle un pequeño campo citrícola de 360 hectáreas a su madre para continuar su producción. El mismo está ubicado en Puerto Yeruá, en Entre Ríos, sobre la margen del río Uruguay, al sur de Concordia. Se compone de unas 280 hectáreas pastoreables y el resto es monte cerrado de espinillos con algunas partes arenosas sobre el río. Hoy posee apenas 4 hectáreas de naranjos que dan unas frutas deliciosas, aunque de aspecto rústico.
Cuenta Alejandro con cierta indignación que el mercado de consumo fue cambiando y el público prefiere una fruta de aspecto inmaculado por fuera, incluso a veces pintadas y en algunos casos desabridas, a las ricas naranjas de su campo familiar. Eso llevó a que su padre ya no las pudiera comercializar y hoy sólo quedaron para su propio consumo y de sus animales. Porque su padre entonces comenzó apostar a la ganadería, comprando 200 vacas.
También se fue frustrando en este rubro a causa de sucesivos fracasos, lo que lo llevó a pensar que su campo era ineficiente. Luchó contra todo y lo sostuvo como pudo hasta su fallecimiento, hace ya casi seis años.
“Nosotros somos 7 hermanos, pero sólo mi hermano César ayudaba a mi padre en su lucha con el campo. Yo llevaba 10 años trabajando de fotógrafo de los egresados de colegios secundarios. Había creado mi propia empresa y llegué a tener 40 fotógrafos a mi cargo. Como mis clientes eran jóvenes me obligaron a capacitarme mucho en el manejo de las redes sociales y eso luego me sirvió en lo que iba a emprender. Un día decidí hablar con César y le propuse intentar recuperar ese campo en el que fuimos tan felices los veranos durante nuestra infancia. Y acordé que él se ocuparía de la mantención del casco, mientras yo del ganado“, cuenta Alejandro.
“De pronto vino la pandemia y toda mi empresa se desmoronó, quedándonos todos los fotógrafos sin trabajo. Mientras, yo venía viendo que los costos de los insumos para la ganadería se tornaban imposibles de comprar, a causa de la inflación. Entonces comencé a interiorizarme en este sistema natural por razones económicas, más que ideológicas. Me compré el libro del discípulo de Voisin, `Pastoreo Racional Voisin, Tecnología Agroecológica para el Tercer Milenio`, de Luiz Carlos Pinheiro Machado, y me voló la cabeza. De modo que tomé un curso `on line` de los uruguayos, que están más avanzados que nosotros en el tema”, como Federico Longo, de Maldonado, relató el neófito productor.
Y continuó: “Al fin decidí lanzarme a la actividad agropecuaria y arranqué comprando alambrados, caños, a preparar las aguadas para implementar los sistemas de pastoreo racional y la ganadería regenerativa. En febrero 2020 comencé a hacer rotar los animales en circuitos por los lotes. Este sistema te llama la atención, sobre todo a los que no venimos del palo de la producción de la ganadería tradicional. Lo ideal es que vos no rompas el suelo todos los años. Se trata de que haya más pasto”.
“Dejé de usar ivermectina y me proliferaron los escarabajos estiercoleros, que hacen túneles y meten la bosta bajo tierra, fertilizándola, y se vuelve un humus lleno de lombrices. Una parcela puede estar pisoteada con alta carga de animales durante 8 a 10 días, unas 7 a 8 veces al año, y el resto de los días del año, descansando”.
“Este sistema es autosustentable, con un manejo más basado en procesos que en insumos. Es volver a las raíces, donde se maneja el descanso del suelo. A las vacas hay que llevarles agua. Es más lento, pero más seguro. Con todo este manejo empezás a desarrollar la paciencia. A la larga, el sistema te lleva a duplicar la carga. Al haber más pasto va a dar más kilos de carne por hectárea y vas a necesitar más bocas”.
“No es magia sino que consiste en respetar los tiempos de la naturaleza. Te conectás con el suelo y esto a mí me emociona. Ahora tengo cada vez más pasto y al campo lo tengo cada vez más ordenado. Comienza a haber pasto donde nunca hubo. El suelo te responde con fertilidad. Dejás de necesitar perros y de castigar a los animales porque te comienzan a seguir mansitos y por su propia cuenta”.
“Mis demás hermanos no se interesaban, pero cuando vieron los cambios se empezaron a interiorizar. Lo más difícil es romper el modelo mental. Mi padre pensaba que el campo era malo, pero no. Lo que era malo era el manejo del campo.”, asegura Alejandro.
“Hoy en nuestro país no hay acceso al crédito ni a la información. Empecé a ver que había poca difusión acerca de todo esto y me dije: `Esto se tiene que difundir`. Los libros de Pinheiro Machado no se conseguían. Hallé unos cuantos y me puse a venderlos por internet para difundir el PRV. Armé mi cuenta de Instagram en mayo de 2019 y registré mi naciente empresa de comunicación: PRV Argentina“.
“Empecé a armar cursos y charlas por zoom. Se sumó a dar esos cursos el uruguayo Federico Longo, desde Maldonado, Uruguay. Y gracias a él la cuenta tomó gran repercusión, pero a los pocos meses se bajó del proyecto por falta de tiempo. Es un proceso interno muy fuerte, el de capacitarte para comunicar. Yo quería transmitir que se puede empezar con un `fitito` o un libro o un curso o una visita a campo. Con Federico trabajamos como 6 meses para armar el curso y nos costó mucho porque estábamos en cuarentena a causa de la pandemia. Le pusimos por título: `Cómo empezar con Pastoreo Racional Voisin – Argentina-`”.
“En mi comunicación apunto al pequeño productor de 30 a 80 hectáreas y mi objetivo pasó a ser generar familia y comunidad. El 25 de octubre próximo pasado cumplimos un año desde que lanzamos el primer curso. Es que difundiendo conocimiento ayudás a mucha gente y eso me apasiona. Esto es un cambio de paradigma que llega a influir en toda tu vida”.
“Mi curso dura 25 días, pero hay gente que lo hace en 3 a 5 días. Hay empleados de campo que hacen el curso, el cual es un éxito y ya puedo decir que vivo de esto. Estoy trabajando en ventas, marketing, RRPP, las marcas me mandan productos para que los muestre, pero yo sólo muestro lo que considero que sirve. Estoy en etapa de expansión, de viajar y filmar. La cuenta tomó una dimensión enorme. Ya vendí 400 cursos y puedo llegar a dar 2000”.
“Tengo algo de idealista: sueño con transformar el mundo, de limpiar el planeta. Hoy muestro mi campo familiar como modelo, por zoom, pero la idea es hacerlo físicamente, recibiendo visitas. Un productor ya me pidió que saque la segunda parte del curso, y luego vendrán más. Hay grandes referentes en este tema que no tienen desarrollada su comunicación y tengo la intención de convocarlos”.
“Es un orgullo para mí que una ingeniera del INTA y un vecino me vieron comenzar y ahora me felicitan por mis logros. Tener más pasto da libertad y promueve el empoderamiento del productor. Yo a vos te diría `Empezá como puedas, si tenés un campo, empezá probando con la mitad`. Hoy me doy cuenta de que el oro que nos dejó mi viejo fue la tierra. Mi viejo era la persona a la que le hubiese venido al pelo hacer el curso que estoy dando”.
Alejandro nos quiso dedicar una canción africana que le gusta bailar con su esposa y su hijo Benjamín: Dance Moves Worlwide.