Aunque el trigo HB4 intente defenderse, los golpes le llegan tanto por derecha como por izquierda. Sucede que no solo se han manifestado en contra los molinos harineros y las grandes agroexportadoras de cereales, temerosas de perder mercados si avanza su liberación comercial definitiva. Ahora un grupo de organizaciones sociales de todos los colores, nucleadas en la Plataforma Socioambiental, planean realizar una serie de actividades en Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos para que se impida también su cultivo.
¿Y por qué le pegan quienes le pegan? En primer lugar porque esta variedad de trigo, desarrollada por la empresa nacional Bioceres junto a la francés Florimond Desprez, está genéticamente modificada para ser tolerante a la sequía y resistente a un herbicida que los ecologistas tildan como “más tóxico que el glifosato”: el glufosinato de amonio.
En segundo lugar y de la vereda de enfrente, los acopiadores e industriales temen que esta variedad contamine a las demás y genere problemas con la exportación de trigo al exterior. Este temor nace de que, a pesar de que no se puede todavía comercializar porque el gobierno de Alberto Fernández condicionó eso a la aprobación del evento transgénico por parte de Brasil, la empresa Bioceres comenzó a implantar el trigo HB4 sobre 6.000 hectáreas de cinco provincias, que habrían aportado unas 17.000 toneladas al cabo de la campaña 2020/21.
En esta nueva siembra, según las denuncias de estos grupos, se habría ampliado la superficie, cuya producción no se comercializa sino que se reserva para utilizar como semilla una vez que Brasil finalmente de su visto bueno al trigo transgénico. Esa decisión, que era esperada por Bioceres para mayo pasado, se ha ido postergando con el correr de los meses.
Bioceres, que potenció el proyecto de la soja y el trigo tolerante a sequía surgidas de las investigaciones de la doctora Raquel Chan, del Conicet y la Universidad del Litoral, informó en varias ocasiones que esas siembras se hacen en acuerdo con un grupo selecto de productores, que deben cumplir con estrictos requisitos de bioseguridad para evitar que el HB4 puede fugarse y eventualmente contaminar a otras variedades de trigo.
Pero Fernando Rivara, presidente de la Federación de Acopiadores y uno de los dirigentes de la cadena agrícola más críticos del trigo HB4, consideró que estos acuerdos no son suficiente garantía. “Han dejado en manos de Bioceres el cuidado y el control sin prueba alguna. Se han jugado a que Brasil iba a aprobar el trigo transgénico y que automáticamente eso disparaba la comercialización. Eso no pasó. Y ahora nos encontramos con miles de toneladas con un riesgo importantísimo de contaminar al resto del trigo argentino. Y de que tengamos que vender ese trigo como forraje. Ningún país del mundo está comprando trigo transgénico”, agregó. Los Acopiadores, por este tema, iniciaron acciones legales contra las autoridades de Agricultura.
Y ahora al baile se sumó la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), junto al foro ecologista “Basta es Basta” de Entre Ríos, la multisectorial “Paren de Fumigarnos” de Santa Fe y el grupo de Etnobiología Buenos Aires, para realizar un “panazo” y “tortafritazo” en rechazo al trigo HB4.
“Es un exponente más de lo que representan los transgénicos: monocultivos industriales que utilizan millones de litros de agrotóxicos. Resistir su cultivo y lograr que se retire su autorización es un imperativo ético, social y sanitario”, afirmaron desde la UTT, una organizaciónd e pequeños productores que -cercana al kirchnerismo- llevará adelante del 16 al 20 de agosto una serie de actividades presenciales y virtuales en la Plata de Mayo, Tandil, Baradero, Rosario y la ciudad de Santa Fe.
Según dio cuenta la agencia de comunicación Tierra Viva, en 2019 la Auditoría General de la Nación emitió un informe aludiendo que “Argentina no cuenta con un marco de referencia teórico-metodológico para garantizar el uso seguro y sustentable de los OGM (Organismos Genéticamente Modificados) acorde a lo estipulado en el plano nacional en el principio precautorio establecido en la Ley 25.675 (Ley General del Ambiente, artículo 14º)”.
Pero eso ya es historia antigua y el trigo HB4 tiembla cada vez que la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad de Brasil retrasa su análisis, aludiendo que Bioceres no ha enviado aún los informes solicitados.
¿De dónde va a llegar el próximo golpe?