En pleno corazón de Entre Ríos, donde se celebró recientemente el 1° Simposio de Colza, los vientos cuentan la historia de un cultivo que representa una gran oportunidad para el sector productivo, pero que a la vez encuentra una constante pared con la que choca.
En un ida y vuelta, este cultivo de invierno, del que se extraen los granos para elaborar aceites comestibles que otorgan también la posibilidad de elaborar biocombustibles, supo conseguir un interesante volumen de hectáreas sembradas allá por el 2013 y 2014, producto de una política sectorial que restringía la comercialización del trigo, principal siembra de invierno.
Pero las vueltas del destino hicieron que (aunque Entre Ríos tiene una gran tradición con la colza) la falta de conocimiento sobre su manejo, y circunstancias climáticas que trajeron más dolores de cabeza para los sembradores que alegrías, limitaran las intenciones de producir colza en Argentina, desencantando a muchos.
Aun así, la colza no se fue del todo, puesto que hay una industria que necesita este grano como materia prima, y fue resistiendo como alternativa invernal en algunas zonas. Entre Ríos se erigió como el lugar geográfico desde donde resistir, y mantener viva la investigación.
Hoy, diez años después de esa vertiginosa curva de producción, la colza vuelve a aparecer en el horizonte agrícola argentino.
Liliana Iriarte es especialista en la materia, y ex investigadora del INTA Barrow, de donde se jubiló hace poco menos de un año. Ella comparte la visión sobre este oleaginoso que, tras años de olvido, comienza a despertar el interés de productores e industriales, atado a nuevos cultivos como camelina o carinata, que la extrajeron del olvido por sus características para la producción de combustibles.
“Desde hace tiempo, tenemos las condiciones para que la colza se desarrolle en Argentina”, afirma Liliana en diálogo con Bichos de Campo, con la certeza de quien ha dedicado su vida profesional a estudiar estos cultivos. En sus años en Barrow, se sumergió en el mundo de la colza y el girasol, y ahora ve un resurgimiento de la colza que promete ser clave en la diversificación agrícola.
La historia de la colza en Argentina no ha sido fácil. Desde los años 40, su presencia se ha visto marcada por dificultades comerciales, incluyendo la falta de precios estables y problemas en la cosecha. “El cultivo se hacía por contrato, y muchas veces los productores no cumplían”, explica Liliana. Sin embargo, la actual situación de la industria aceitera, con capacidad ociosa para procesar colza, la posiciona como una alternativa atractiva.
La especialista resalta que, hoy en día, el aceite de colza no solo es una opción para el mercado interno, sino que también tiene un potencial significativo para la exportación. “La Argentina podría ser un gran productor y exportador de aceite, especialmente en un momento en que otros países del hemisferio norte no están cosechando”, dice, iluminando las posibilidades que ofrece la colza.
Pero, ¿qué oportunidades está dejando pasar Argentina por no sembrar suficiente colza? Liliana menciona que, a nivel económico, el país podría estar generando empleos en la industria aceitera, que actualmente se encuentra con capacidad ociosa. “El aceite de colza se puede utilizar en la producción de biodiesel, un sector en crecimiento que necesita materia prima”, señala, advirtiendo que sin un mayor cultivo el país perderá una fuente de ingresos y desarrollo rural.
Además, la colza ofrece beneficios agronómicos innegables. Su ciclo de cosecha temprano permite una rotación eficiente con cultivos de verano como soja y maíz. “La colza puede cosecharse en noviembre, lo que permite a los productores sembrar otra cosecha en tiempo y forma”, explica. Sin embargo, a pesar de estas ventajas, muchos productores siguen dudando. “Falta un mayor compromiso por parte de los agricultores y un entendimiento más profundo de los beneficios de la colza en la rotación de cultivos”, reconoce.
Liliana también menciona el caso de Uruguay, que ha sabido aprovechar este cultivo gracias a un marco normativo más favorable. “Ellos comenzaron más tarde, pero han desarrollado la colza de manera exitosa”, comenta, destacando que la legislación y el apoyo institucional son fundamentales para el crecimiento de cualquier cultivo. “La diferencia está en cómo se manejan las políticas agrícolas. En Argentina, necesitamos más incentivos y respaldo para que los productores se atrevan a sembrar colza”.
A medida que la conversación con Liliana avanza, queda claro que el futuro de la colza en Argentina no solo depende de su capacidad de producción, sino también de un cambio en la mentalidad de los actores involucrados. “Es un llamado a que las grandes exportadoras y aceiteras miren un poco más a la colza”, dice Liliana. “Si los gigantes del sector se involucran, se puede generar un círculo virtuoso que beneficie a todos”.
La colza no es solo una oportunidad agrícola; es una posibilidad de redefinir la economía rural y abrir nuevas puertas en el mercado internacional. “Estamos en un momento propicio para que este cultivo resurja. Hay que trabajar en conjunto, entre técnicos, productores e industriales”, enfatiza.
Mirá la entrevista completa con Liliana Iriarte:
-Han aparecido en el radar nuevos cultivos como camelina, carinata, que están llevando a la industria a desarrollar estos cultivos, pero también la colza retornó. Volvió después de algunos años, para estar en el radar de los productores y de la industria también. ¿Por qué?
-Yo creo que es un cultivo que no podemos perder de vista, no podemos dejar de hacer colza. Nosotros tenemos todas las condiciones para que eso suceda, creo que ha habido mucha difusión por parte de INTA y reuniones como estas invitan a que la gente vuelva a pensar en este cultivo. Es un cultivo que es muy promisorio para nuestro país, porque lo que producimos es de excelente calidad. Hay muy buenos rendimientos, similares a los de los principales países productores. Además, tenemos una industria muy desarrollada, una industria aceitera muy desarrollada y casi ociosa, te diría, porque en el momento que puede hacer el crashing de colza, está ociosa, no tiene nada para moler.
-La colza podría ser una opción, pero el cultivo fue dejado de lado…
-Sí, sí, olvidado y nunca muy bien tratado, te diría yo.
-¿Por qué?
-Porque yo creo que en general la colza ha tenido problemas, especialmente en la comercialización. Yo hice un racconto de la historia que se remonta ya a los años 40 en nuestro país y siempre esa historia se fue cortando por la falta de compromiso en la comercialización, o sea, no cumplimiento de los contratos. La colza se hacía por contrato y creo que actualmente también se hace por contrato. No poseer un precio propio que recién se consiguió hacia finales de los 90, año 2000, que la colza tenga un precio propio e importante. Creo que esas situaciones, especialmente la comercial, fueron las que hicieron que el cultivo no se desarrolle.
-Ya sabemos que la industria podría aportar mucho, tenemos tierras, tenemos cultivos, tenemos genéticas, sabemos cómo manejarlo. Ahora, ¿qué falta? ¿Por qué no explota la colza?
-Esa es la pregunta del millón, pero yo ensayaría que nos falta mayor difusión, mejorar el tema comercial, todo el tema de cosecha hacia el tema comercial. O sea, la colza se puede cosechar de dos maneras, una de las formas hace que tenga cierta humedad, es necesario secarla, eso es un incordio para la empresa comercializadora en general. Pero creo que hay que aceitar ese tema. Hay algunos temas en los que hay que ser mucho más eficientes, tanto desde la difusión como desde la adopción por parte del productor y de los técnicos. Pero creo que si eso resurge, podemos despegar tranquilamente porque está todo para que, como vos decías, para que sea un éxito.
-Incluso imagino que, estando a contraestación de los países consumidores del hemisferio norte, como Canadá, Estados Unidos, Europa, eso daría un mayor beneficio porque tendríamos materia prima cuando ellos no lo tienen. ¿Hasta ese beneficio tenemos?
-Tenemos ese beneficio. Nosotros tenemos relación con técnicos australianos. Empezaron mucho más tarde que nosotros y Australia hoy es un gran productor y consumidor de colza. En nuestro país seríamos solamente productores y se exportaría el aceite especialmente, que es a lo que le vamos a agregar valor, pero tenemos todas las posibilidades.
-El aceite comestible particularmente, se usa bastante poco, no es muy habitual aquí en Argentina consumir aceite de colza.
-El aceite lo usa muy poca gente. Uno de los usos que se le daba, creo que actualmente se sigue haciendo, es impregnar las papas fritas precocidas con aceite de colza porque es un aceite que no se enrancia, que tiene muy buena calidad. Lo que falta es mejorar la calidad de ese aceite desde el punto de vista del gusto, del olor, o sea, le hace falta una vueltita para que sea comestible, pero como aceite para producción de bioenergía es excelente.
-¿Es un cultivo que está bueno tenerlo en la rotación? ¿Sirv e o es más un dolor de cabeza que un beneficio?
-Es un beneficio. La colza es el único hasta ahora que te permite hacer un cultivo de segunda, como puede ser soja o maíz, mucho más temprano, porque la colza la estás cosechando en noviembre, prácticamente. Noviembre, principios de noviembre en esta zona, quizás, pero es muy conveniente. Incluso se está usando como cultivo de cobertura en algunos ambientes y eso, bueno, es un beneficio importante. Incluso Uruguay tiene muy desarrollado todo lo que es el cultivo de colza, con múltiples beneficios, con múltiples, digamos, aristas aprovechables.
-Algunos cultivos crecen porque su uso es el combustible de aviones. ¿Ves algún motor que se puede encender rápido como para que la colza arranque?
-La colza no se usa sólo como combustible de aviones, se usa para cortar y hacer biodiesel de muy buena calidad. Yo veo, creo que lo principal sería que participen los grandes, o sea, cuando uno ve cómo se comercializa la colza actualmente, son pequeñas empresas con muy poca demanda, muy poca producción, que es lo que trillan, lo que muelen. Creo que puede ser mejor si las grandes empresas, las grandes agroexportadoras, empiezan a trabajar en el cultivo y cumplen con lo que están prometiendo.