René Mangiaterra es un empresario molinero al cual muchos de sus pares admiran aunque no lo digan en público. Al alabarlo casi en secreto, lo presentan casi como el sinónimo de la búsqueda de calidad panadera, que no es algo muy frecuente en la Argentina, el país del trigo que no sería tal, porque aquí el cereal se produce sin pensar demasiado en sus virtudes industriales, y se almacena mezclando los lotes que cumplen ciertos parámetros de calidad con los que no lo cumplen, así que todo se nivela para abajo, como suele suceder con muchos de los asuntos de los argentinos.
Pero Mangiaterra se rebela ante eso. René se ocupa de asegurarse trigos de calidad desde la semilla hasta la harina. Y para eso, almacena los trigos de diferentes tipos en silos que construye sin parar, justamente para evitar que se mezclan y esos parámetros se perjudiquen.
Lo más curioso es desde dónde lo hace. Desde un pequeño pueblo llamado Matilde, que está a unso 50 kilómetros de la ciudad capital de Santa Fe. El molino que dirige Mangiaterra se llama igual, Matilde, porque no podría separarse jamás de la localidad que lo alberga. Cuando en 1890 se construyó la estación de tren, el pueblo comenzó a conformase alrededor. A los dos años estaba funcionando el molino y desde entonces uno y otro son inseparables.
“Ahora la zona núcleo de producción de trigo está en el sudeste y sur de Buenos Aires. Pero en realidad de los primeros trigo se probaron acá, en nuestra región, entre Rosario y Esperanza, que fue la primera colonia agrícola del país. Los primeros trigos se sembraron acá y lógicamente se molían prácticamente ahí, poco tiempo después de cosechado. Entonces había pueblitos como éste, o como San Carlos Sur, que tenían hasta tres molinos”.
René está a cargo del Molino Matilde desde 1998. Conoce cada baldosa, cada ladrillo, cada cañería, cada maquinaria. Él nació en ese pueblo al que su abuelo llegó para hacerse cargo de la empresa en los años 50. La empresa es vital para los vecinos, porque emplea a más de 80 personas de modo directo en una localidad de solo 600 habitantes. A pesar de eso, estuvo en riesgo en varias ocasiones.
Mirá la entrevista a René Mangiaterra:
A René le tocó asumir la conducción en uno de esos tiempos bravos, los años 90, cuando había decenas de molinos en convocatoria de acreedores, con pedidos de quiebra. El molinero cuenta que entonces pensó en una estrategia que les permitiera mantenerse a flote y decidió hacer una “harina de calidad”. En el lenguaje de Mangiaterra esto no quiere decir ni una “harina premium” ni nada por el estilo. En su diccionario calidad es constancia, un producto siempre parejo. La idea fuerza es que el panadero reciba todo el año la misma harina, para que pudiera repetir a su vez la elaboración del pan sin pasar sobresaltos.
“Yo crecí en el molino. Y eso me llevó a aprender mucho puertas adentro. Me preguntaba: ¿Qué pasaba con la gente? Yo era medio pibe, y ver gente de hacía un montón de años que trabajaba acá y podían llegar a tener problemas con su fuente de trabajo. Fue así que decidí que había que darle un camino distinto a la molinería”, recuerda.
Desde hace añares, cada vez que se discute el futuro del trigo en la Argentina se escucha lo mismo: que el país debería comenzar a separar los trigos según diversos parámetros de calidad, para valorizar mejor su producción y posiblemente cobrarla más caro, como sucede con otros países exportadores que sí lo hacen, como Australia y Canadá. Se discute mucho y en algún tramo de la historia incluso el gobierno lanzó programas para promover una mayor calidad. Pero nunca pasó de eso: finalmente la Argentina vende su cereal al bulto y degrada su valor.
Mangiaterra, en cambio, se convirtió en un obsesivo de la calidad del trigo. Tanto que decidió recorrer desde esta pequeñísima empresa -que muele menos del 2% del trigo cosechado en el país- un camino muy diferente al de muchos de sus colegas. Para empezar, no sale a comprar cualquier trigo sino que se aprovisiona de una red de productores a los que les entrega las semillas y lescompra la producción bajo contrato, a un valor diferencial. Esa red siembran unas 13 mil hectáreas cada campaña. Esto les asegura por lo menos la mitad de las 80.000 toneladas de trigo que Matilde procesa cada año.
Pero para poder evitar que los trigos de diversos orígenes se mezclen y pierdan su valor,Molinso Matilde cuenta con una enorme capacidad de almacenaje, que todos los años crece cada vez un poco más. Los silos llegan a poder almacenar 65 mil toneladas, casi un año del cereal necesario para sostener la molienda. Luego, sabiendo cuales son las calidades de cada lote, Mangiaterra elabora los “blend” de trigo, que siempre serán parejos.
“Uno de los desafíos que tuvimos fue hacer una gran planta de almacenaje que prácticamente nos permita almacenar el trigo de todo el año. Nosotros recibimos el trigo en noviembre, diciembre y enero, para todo el año. En esos tres meses todavía estamos usando trigo de la cosecha anterior, que sabemos como tratarlo, como mezclarlo, mientras empezamos a diseñar todas las mezclas que vamos a hacer durante todo el año con los nuevos trigos recibidos”, define René. Y completa: “De esa manera mantenemos la calidad de la materia prima estable, para obtener luego también harinas estables”.
Del sinfín de tuberías y equipos que conforman el molino sale una harina de calidad pareja, que es muy cotizada entre los panaderos de toda la región. Se distribuye en bolsas de 25 kilos, porque Molinos Matilde no vende con marca propia a nivel minorista. Una vez procesada, la harina también se conserva en silos según su tipo y recién se embolsa cuando hay pedidos desde los mercados.
Una curiosidad es que el grupo familiar liderado por Magiaterra está exportando su trigo en contenedores hacia el Estado de Piauí, en el nordeste de Brasil. Es socio en mitades de ese emprendimiento y allá se muele el mismo blend de granos que se trabaja aquí. Compite en el mismo territorio que los famosos trigos canadienses, rusos, estadounidense y australianos.
René asegura que es falso que el trigo argentino tenga menor calidad panadera que el de aquellos países. Lamenta que aquí no se haga el trabajo que sí hacen en las naciones más desarrolladas, que es separarlo por su contenido de gluten o de proteínas. Me confiesa que medio se cansó de machacar con el tema.
-¿Y por qué acá no se segrega?
-Esa pregunta me la hice yo un montón de veces y por ahí puedo suponer que no quieren. Encontré que cada uno hace su negocio, y para el exportador es más fácil que sea simplemente trigo. Por eso cargamos trigo y hacemos volumen total. Ellos no tienen entonces el costo de segregar. El problema es del productor, al que se le baja el precio. Yo comenté muchas veces que si sumamos todos los trigos argentinos y hacemos una muestra de todo el trigo argentino, será igual o mejor que el canadiense.
-¿Entonces no es cierto que la Argentina produzca trigos de baja calidad?
-De ninguna manera. Hay muy buenos trigos. Lo que no hacemos es tomarnos el trabajo de separarlo. Porque se necesita más inversión, más trabajo y a lo mejor es más difícil salir a vender al mundo trigo con diferentes características. Supongo que es eso lo que ha limitado que que se siga trabajando en segregación.
En todo caso, mientras espera que el país se decida, Mangiaterra decidió hacerlo solo. Y así logró mantener este molino clave para la pequeña localidad de Matilde. Muele solo 1,4% del trigo a nivel nacional, pero la harina sale siempre pareja de la plamnta.
Mangiaterra nos enseño que calidad no siempre es lo mejor sino lo bueno y constante.
Los acopio cooperativas cereales. Te analizan el grano no te pagan cualquier cosa o todo lo mismo todo el mundo lo sabe
Pasa con todos los cereales
Que después los mezclen en el acopio de distintos productores puede ser..
Seria imposible tener un solo silo para cada lote cosechado.
Aparentemente esta empresa lo están haciendo
Tuve la oportunidad de trabajar en molinos de Brasil y usan los argentinos del sudeste de bs as como mejoradores de los propios o de otro origen. Los que no son tan apreciados son los “up river” o sea los de la zona centro-norte que salen por puertos del Paraná