Las Chilcas es una empresa agroindustrial que nació hace 40 años como un simple establecimiento de cría vacuna ubicado en un monte del norte cordobés, en una región semi-marginal para la actividad debido a que el régimen de lluvias no supera los 700/750 milímetros al año.
El padre de Mario Aguilar Benítez arrancó con la ganadería y con el paso de los años y el ingreso de sus hijos a la empresa su empresa se fue transformando en algo mucho más complejo: hoy convierte el trigo y el maíz en carne y a los desechos ganaderos los utiliza como insumos para la producción de energía.
En Las Chilcas lo que hicieron fue transforma la producción lineal en circular. Se trata de agregar valor, utilizar al máximo los subproductos para retroalimentar el sistema hasta terminar devolviéndole al suelo -luego del procesamiento de cada producto generado- los nutrientes que necesita.
Gracias al agregado de valor continuo en cada producción generan nada menos que 120 puestos de trabajo directos, a los que se suman los de servicios asociados a la firma
Actualmente siembran en campos propios y arrendados 10.000 hectáreas, en las que hacen maíz y soja en una relación 55% maíz y 45% soja. “Todo nace en el grano de maíz y en el poroto de soja, la agricultura es el primer negocio de la empresa”, dijo Benítez a Bichos de Campo.
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Tanto el maíz como la harina de soja que surge de la molienda del poroto terminan en los comederos de un feedlot, que tiene capacidad para alojar 20.000 cabezas, y en la granja porcina. Para la producción de cerdos hacen la cría, la recría y el engorde.
“Siempre dijimos que al grano hay que sacarlo en cuatro patas y como con el feedlot solo no lo podíamos lograr nos metimos con una granja de cerdos. Pero como seguíamos teniendo maíz y queríamos seguir transformándolo, entonces encaramos la fabricación de una planta de alcohol para el corte de las naftas (con bioetanol) o para uso sanitario. De esa producción surge la burlanda, que se incorpora a la dieta en el feedlot, y de ella otro producto, la vinaza que se usa para alimentar una planta de biogás”.
Ese biodigestor, además de la vinaza, recibe el purín que producen los cerdos y el estiércol vacuno. También allím se vuelva la materia orgánica que surge de la trituración de los animales que se mueren en el establecimiento y los residuos, también orgánicos, que surgen tanto de los dos comedores para los empleados de la firma y de la basura que recogen en el pueblo, gracias a un acuerdo que tiene 4 años con la Municipalidad de Río Seco.
Del biodigestor -además del biogás para generar energía eléctrica, sale también un producto líquido, llamado biol, que se utiliza en la fertilización de por ahora 500 hectáreas, pero el proyecto de Aguilar Benítez es incrementar el uso, ya que con ese insumo biológico obtuvieron muy buenos resultados en cuanto a la reposición de nutrientes y en el abaratamiento del costo de insumos químicos.
El biogás generado es consumido en la caldera de la destilería y reemplaza a los combustibles fósiles. Pero como lo que se pretende es agrandar la granja porcina y obtener así más subproductos, se planea construir un biodigestor adicional que “nos va dar la posibilidad de generar energía eléctrica para autoconsumo”. Esa planta está ya en proceso de construcción.
En cuanto a la soja, lo que hacen es procesarla fuera del establecimiento y utilizar la harina en la dieta de los animales, especialmente de los cerdos. En el criadero hay 17 dietas diferentes.
“La idea es lograr sumar esa transformación de poroto a expeller y aceite de soja para luego también producir biocombustible (por el biodiésel, que reemplaza al gasoil). Estamos embalados en arrancar con eso” dijo Mario Aguilar Benítez.