Los Manresa producen batata en San Pedro desde 1900. Todo empezó con los bisabuelos mallorquines de Sebastián y Nicolás. Los dos hermanos son la cuarta generación de una familia que sigue hasta hoy especializándose en ese cultivo, y que se ocupa de todo el proceso: desde la siembra hasta llegar al mercado. La firma se llama empresa Francisco Manresa SA, pero su marca comercial nos remite a nuestra infancia porque está inspirada en una famosa canción de María Elena Walsh: la Reina Batata.
“Los que trajeron la batata fueron mis bisabuelos mallorquines. El apellido de Manresa viene de Mallorca y hace mucho que estamos con esto. Después de algunos avatares del país y de no poder comercializar, nuestro padre alquiló un lavadero de batatas en 1993, que posteriormente compró. Él desarrolló el proceso y nosotros lo continuamos”, dijo a Bichos de Campo Sebastián Manresa.
Sebastián es psicólogo de profesión pero en lugar de llevar a personas al diván está ocupado de aquella planta de empaque y de la venta de la raíz (porque eso es la batata) hacia el mercado interno. Su hermano Nicolás está por recibirse de veterinario, y se ocupa de coordinar las tareas a campo. Para tener oferta de batatas todo el año, reparten la producción entre unas 140 hectáreas en el partido de San Pedro, en el norte bonaerense, y otro tanto en la provincia del Chaco.
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“La batata llega al lavadero con tierra del campo porque se cosecha extrayéndola por debajo de esta, salvo que venga de una zona de suelo más liviano, tipo arena, que se desprende más fácil. Todo depende del momento y de la zona donde se coseche. Luego, en el empaque, la lavamos con agua y fricción y la clasificamos por tamaño; los calibres más grandes van a industria, con los cuales hacen dulce de batata sobre todo, y los calibres medianos o mas chicos van a los supermercados”, explicó Sebastián.
Dado que la batata tiene, como todos los cultivos, una determinada estacionalidad, el desafío de los Manresa fue lograr tener la planta activa todo el año. “Trabajamos con otras zonas del país. Un poco se guarda acá en San Pedro, otro poco se cosecha en Colonia Caroya y en Cruz del Eje, Córdoba, luego en Chaco donde también producimos y después en Formosa”, contó Sebastián.
“Rompemos la estacionalidad y logramos producción todo el año. Pero los años que tocan más heladas, suele ingresar mucha batata de Brasil para compensar la falta”, añadió.
-¿Y se puede almacenar la batata?
-Si, se puede almacenar. Acá hacemos la pila sobre un cerco al reparo y se la tapa para protegerla del agua. Así puede conservarse de 3 a 4 meses pero no siempre. También puede conservarse a cámara tratando de controlar todos los parámetros de humedad y temperatura, pero el costo de lograr eso es mayor y el mercado no siempre devuelve ese costo que se aporta.
En cuanto a la comercialización, Sebastián describió que “como el ciclo de la batata es indeterminado, mientras no nos apure el frío podemos mantener el producto en tierra, otras veces nos apuramos a vender cuando sabemos que su precio va a bajar, pero otras veces le erramos. La verdad es que si supiéramos exactamente lo que sucediera, no seríamos productores”.
Desde hace un par de años los Manresa comenzaron a hacer ensayos de exportación, pero es un filón de negocios muy pequeño todavía para ellos: el año pasado y este hicieron dos contenedores, de modo que su subsistencia depende 100% del mercado interno, en donde venden a industrias y supermercados.
Lo que más los condiciona para exportar es la logística: “Hay cosas a mejorar. No hemos conseguido los rendimientos que queríamos al llegar a destino, por lo que no se justifica el riesgo ni el gasto a veces porque es difícil conjugar los tiempos de transporte en barco con la vida útil de la batata. Seguiremos probando pero sin meternos de cabeza. Nuestro principal cliente es el mercado interno”, remarcó Sebastián.
En el campo, donde se estaban comenzando a preparar los almácigos, Nicolás Manresa contó a Bichos de Campo que en San Pedro el ciclo de la batata comienza durante los primeros días de agosto. “Esta es una producción intensiva y debemos partir de la producción de nuestro propio material de propagación, por lo cual hicimos primero los almácigos hacia fines de julio para luego tener los plantines, y así hasta pasar por el trasplante a partir de octubre cuando ya no tenemos riesgo de heladas. La cosecha se dará desde febrero a mayo, la fecha límite antes que lleguen los fríos”, desarrolló.
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El ciclo de la batata tiene aproximadamente 120 días pero Nicolás informó que suelen arriesgarse a sacarla un poco antes, en detrimento del rendimiento. “La batata es una raíz engrosada que crece bajo tierra y que si la dejás allí sigue creciendo, al menos hasta que llegan las heladas y detienen su crecimiento”, comentó.
La cosecha es 100% manual. Lo único que tienen mecanizado es el proceso de exteriorización de las raíces, lo cual realizan con un arado de dos rejas. “Se invierte la planta quedando las raíces hacia afuera y toda la parte aérea queda enterrada, cosechándose a mano. Se va juntando en canastos que luego vuelcan lo recogido en big bags y después, con una especie de grúa se van cargando y se llevan al galpón donde se procesan”, reflejó el productor.
Según explicó Nicolás, al igual que los sembradíos de papa, la batata necesita rotaciones permanentes entre campos. “Siembra directa 0. Nosotros no podemos hacer nada de eso porque necesitamos tener un suelo bien trabajado y aireado, con lo cual sí o sí tenemos que rotar y lo hacemos con otros cultivos como soja, maíz y sorgo. Por ende, tratamos de hacer un año de batata y mínimo dos años de descanso para utilizar el mismo campo”, resumió Nicolás.