“Está difícil la discusión, pero consideramos que es el camino correcto si creemos en lo que hacemos”. Con esa frase, el presidente del Senacsa (el servicio veterinario de Paraguay), José Carlos Martín, confirmó este viernes a Bichos de Campo que el vecino país ha decido dar un paso trascendental, al abandonar la vacunación contra la fiebre aftosa a partir de 2027 para intentar obtener el estatus de “país libre sin vacunación” en la reunión de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) de mayo de 2028.
La convicción que muestra Martín en sus propias capacidades es clave. Y ha sido la que tejió la historia de la región en los últimos 25 años. Nunca más cierto en esta historia aquello de que “los últimos serán los primeros”. A fines de los 90, Brasil, Bolivia y sobre todo Paraguay eran fuente de peligro, porque allí se vacunaba a medias y cada tanto aparecían focos activos de fiebre aftosa. La Argentina y Uruguay, en cambio, eran las joyitas de la ganadería que hacían todo bien y habían decidido dejar de vacunar. Ahora la taba se invirtió por completo: Brasil y Bolivia acaban de lograr el máximo estatus sanitario posible por parte de la OMSA y Paraguay se encolumna en esa dirección, para obtenerla en 2028.
Mientras que acá no discutimos nada de nada, presos entre el temor a perjudicar algunos negocios (que comparten, por cierto, algunas entidades rurales) pero sobre todo debido a nuestra falta de convicciones.
En este contexto, la noticia que llega desde Paraguay es mucho más contrastante, porque de allá -al menos la historia ha sido escrita de ese modo- llegaron los animales enfermos de aftosa que volvieron a contagiar a la Argentina en 2000, apenas un año después de haber dejado de vacunar. Y también porque desde Paraguay, se supone, emergió el último foco sucedido en el país, en Corrientes, en el 2007. Ya se van a cumplir 20 años desde entonces y nosotros seguimos vacunando.
Pero lo noticia son ellos, los que tienen convicciones. Este jueves, el presidente del Senacsa y donde sus técnicos, Víctor Maldonado y Primo Feltes, expusieron los fundamentos técnicos, económicos y sanitarios que respaldan la decisión de que la última vacuna contra la fiebre aftosa se aplique en Paraguay en la segunda campaña de 2026. El año que viene, a la vuelta de la esquina.
“Esto no es un tema de precio, es un tema de acceso”, remarcó Martin, al explicar que el levantamiento de la vacunación permitiría una mayor penetración de los productos cárnicos paraguayos en los mercados externos. En el vecino país estiman que se podría generar hasta 200 millones de dólares adicionales al año por la posibilidad de exportar carne con hueso.
Senacsa ya comunicó su plan a la OMSA. Sin embargo, Martin insistió en que la decisión es interna y se basó en evidencia concreta y el consenso público-privado alcanzado durante reuniones desarrolladas desde 2020, y formalizadas en 2023.
Los paraguayos estiman que la actual campaña de vacunación tiene altos costos directos para ellos, de casi 17 millones de dólares anuales, que incluyen la vacunación (6,9 millones de dólares), la certificación (9,5 millones) y el monitoreo (500 mil dólares). En Argentina habría que multiplicar esa cifra al menos diez veces, para hacer un cálculo semejante.
Pero sobre todo, se trata de una decisión basada en la convicción sobre de qué lado del mapa aftósico se quiere ubicar Paraguay.
“Hoy el 74% de la carne comercializada en el mundo proviene de países libres de fiebre aftosa sin vacunación. Paraguay representa apenas el 4%. ¿Dónde queremos estar?”, cuestionó el titular de Senacsa, afirmando que seguir en un “segundo nivel” implicaría resignar oportunidades comerciales estratégicas.
El cronograma establece que en enero o febrero de 2026 se comunicará oficialmente a la OMSA que ese año será el último ciclo de vacunación. Desde entonces, se trabajará en la confección del dossier sanitario que respalde el pedido de reconocimiento del nuevo estatus.
Según la crónica del diario Última Hora, uno de los argumentos más contundentes que esgrimió Martin fue la coherencia técnica y científica: “No tiene sentido seguir recomendando la vacunación contra una enfermedad que ya no existe en el país y cuya erradicación fue comprobada”.
El Senacsa consideró que además del ahorro de dinero, Paraguay podría abrir nuevos circuitos de exportación en sectores como el porcino y el ovino, que hoy enfrentan importantes restricciones. “En ovinos, por ejemplo, se exporta solo la primera mitad del animal; la segunda queda sin mercado por falta de estatus sanitario”, explicó Martin.
El proceso, sin embargo, dependerá de que Brasil –país clave para la región y que el mes pasado obtuvo el estatus de libre sin vacunación– tome algunas decisiones pendientes. “No vamos a esperar a todo Brasil, pero necesitamos que al menos inicie”, afirmó Martin, detallando que hay avances concretos para que el gigante sudamericano se adhiera al banco regional de vacunas, paso clave para la transición.
Pero sobre todo se necesita convicción acerca de que cambiar el estado de las cosas es posible. Dijo Martín: “No podemos seguir haciendo lo mismo por 59 años y esperar resultados diferentes”.