“Una de las cosas que más disfruto de mi trabajo es estar en el campo, recorrer, detenerme y apreciar el lugar en el que estoy; correr me despeja la cabeza y hacer buceo es otra de las cosas que me gustan mucho. Es increíble lo que podés ver y la paz que encontrás”.
El resumen de sensaciones corresponde a Agustín Bianchini, un cordobés nacido en Luján (en la nota cuenta por qué), que se crió con amigos en las calles de Córdoba capital, estudió agronomía, trabajó en el emblemático INTA Manfredi, creó junto a dos socios Okandú, una empresa de asesoramiento y dedicada a la investigación. Además, actualmente coordina investigación y desarrollo en Spraytec.
Está casado con Mariana y es papá de Josefina de 22 años, Jerónimo de 19 y Clara de 15, y se animó a atravesar el último capítulo de El podcast de su vida, publicado semanas atrás. Dice que le gustaría tener el poder de Aquaman para estar todo el tiempo que desee bajo el agua, le gustaría conocer Indonesia, y dice que se defiende haciendo cualquier cosa a la estaca.
Ah, eligió un tema de The Police para el cierre. Como siempre les digo, “ustedes creen que los conocen hasta que los escuchan acá”, pasen y lean…
-Naciste en Luján pero tenés pocos días de bonaerense. Contame cómo fue eso.
-Lo que pasó es que mis viejos vivían en Córdoba y en aquella época la gente tenía mucha confianza en los médicos y mi vieja decisión por eso que naciera en Luján. Entonces dos semanas antes de que naciera se instaló en Luján, nací y a los diez días nos volvimos a Córdoba. Asique nací allá pero siempre viví en Córdoba. Y de chico me pasaba que en Córdoba era el bonaerense, y en Luján era el cordobés.
-Bueno, lo de tu mamá fue una cuestión de fe… ¡en los médicos! Jaja… ¿Qué te acordás de esa infancia? ¿Qué te gustaba hacer de pibito?
-Todos extrañamos esa época en la que salíamos a la mañana temprano de casa, con un saludo a nuestros padres, generalmente era a la madre porque el padre trabajaba de sol a sol. Y era muy divertido porque andábamos en bicicleta para todos lados. Nos divertíamos mucho. Estábamos cerca del río en la ciudad de Córdoba, el río Primero. Desde el amanecer hasta la tardecita nos divertíamos mucho, armábamos pistas para andar en bici, rampas, nos caíamos. Armábamos algunas casas arriba de los árboles, íbamos al río, a pescar, jugábamos al fútbol. Todo muy distinto de lo que es ahora, no teníamos celulares, nosotros salíamos a la mañana y volvíamos a la tarde y nadie preguntaba demasiado.
-¿Cómo estaba conformada tu familia y qué hacían tus viejos?
-Mi viejo era médico veterinario, se especializó en avicultura, le tocaba visitar granjas de pollos parrilleros y gallinas ponedoras. Tenía una veterinaria donde vendía medicamentos para animales y núcleos para elaboración de dietas. Lo veía poco porque se iba a la mañana temprano y volvía a la noche. A veces viajaba 2-3 días. Y mi vieja docente. Yo soy el mayor de tres hermanos. Como toda familia de hermanos varones éramos bastante indígenas, con discusiones, peleas, pero también momentos lindos.
-Infancia y campo, ¿Olores, sabores, colores, anécdotas? Contame de esa época, qué te quedó grabado a fuego en el alma
-La época esa la relaciono con la producción ganadera en el campo de mi viejo, que fui creciendo, donde había ganadería de cría, engorde. Mi recuerdo es entre los caballos, las vacas. Cuando empezaba a hacer frío no nos queríamos perder por ningún motivo la yerra. Era un gran evento donde además de la propia castrada nos divertíamos mucho. También lo que se hacía es la parte de forraje conservado. Entonces jugábamos en los lotes de alfalfa, recorrido esos lotes, juntado fardos. A la noche íbamos a cazar liebres en una camioneta, recorríamos todos los lotes y después era la comida los días siguientes. También llevábamos la bicicleta y andábamos por todos lados. Y en verano nos metíamos adentro de estanque y de las bebidas de los animales porque no había pileta. Era la mejor forma de refrescarse. Nos embarrábamos en los charcos…
-Llegó el momento de estudiar y elegiste agronomía. ¿Fue algo que maduraste de poco o te surgió? ¿Tenías un pan B? Otra carrera que te hubiera gustado hacer…
-Mis abuelos siempre tuvieron campo, mi viejo tuvo campo también. A partir de los seis años fuimos al campo. Tenemos un campo cerca de la ciudad de Córdoba que en su momento era ganadero y se fue haciendo agrícola. Por eso el contacto con el campo lo tuve siempre. Sin embargo, estaba terminando el último año del colegio y no tenía claro que iba a estudiar. Ni siquiera tenía una idea. Hice una orientación vocacional y la orientación que me salió era para el lado de las ciencias biológicas. Medicina sabía que no me gustaba, por ahí la parte veterinaria era algo que me hubiera gustado. Biología también me gustaba, pero me preguntaba ¿de qué voy a laburar como biólogo? Finalmente, lo que más me sedujo fue agronomía. Estoy muy contento y agradecido de haber elegido esta profesión porque es apasionante.
-Dentro de la carrera, ya estudiando, ¿descubriste algo de la agronomía que no sabías que tenía que ver con la carrera? ¿Entraste con una idea y saliste con otra?
-Si, sí. Eso me pasó cuando estaba en la mitad de la carrera. Los primeros años, como toda carrera había materias básicas, generales, y te costaba encontrarle la vuelta. El problema que tenía era que los dos primeros años matemáticas, física, química, eran cosas que tenían poco que ver con la agronomía en sí. Y en tercer año empezamos a ver la parte de forrajes, algo más vinculado a la producción animal y me empezó a gustar mucho la parte de nutrición animal. Pero el clic lo tuve cuando empecé a cursar “Cereales y Oleaginosas”, que empecé a ver agricultura, y en aquel momento, te hablo de 1991, estaba empezando el boom de la siembra directa y todo lo que es la expansión de la agricultura y eso me atrapó. Y me fue generando cada vez más interés por la agricultura. En ese momento pude conocer a quien fue profesor mío y después terminó siendo un gran amigo, Eduardo Martellotto.
-Ha pasado Eduardo por este espacio hablando de su vida y de las cabalgatas…
-El fue quien me llevó al INTA Manfredi y gracias a él entré primero como pasante y después a trabajar allí. El me ayudó mucho a decidirme orientarme a la parte agrícola. Ese fue el gran clic que me fue motivando hacia lo que hoy hago.
-Hablaste de la experiencia de Manfredi, te quiero preguntar por la de la Universidad de Iowa, ¿Cómo fue esa experiencia de vida?
-Lo más valioso es la experiencia de vida. Porque la parte académica, científica, no te digo que sea igual a la de acá, pero tiene similitudes. Pero la experiencia de vida es otra cosa, con gente de todos lugares del mundo. El ámbito universitario te permite estar en contacto con gente de otras culturas, amigos, compañeros de Francia, Grecia, Ucrania, China, algunos de África, que venían casi escapando de su país, cada uno con su realidad. La experiencia de vida fue lo más rico que me traje. Me abrió la cabeza y me ayudó a entender que hay lugares en el planeta donde pasan otras cosas, se piensa distinto, hay otras prioridades.
-¿Qué te gusta de lo que hacés hoy?
-Una de las cosas que más me gusta es ir al campo. Caminar por los lotes. Me toca mucho por mi trabajo en Okandú y Spraytec, en investigación y desarrollo. Esos días los disfruto mucho. Por ahí me toca solo, por ahí con alguien. Recorremos, con un barreno o con una pala, sacamos plantas, eso me gusta mucho.
-A veces uno no valora el contexto en el que labura. Está bueno que puedas verlo, disfrutarlo, valorarlo.
-Si, en muchos aspectos somos privilegiados por trabajar en estos lugares. Cuando ves otros que están una hora o dos para llegar a su oficina en medio de la ciudad. A veces uno está haciendo un trabajo en el campo y levantás la cabeza y te topás con un atardecer increíble. Me toca seguido ir a la zona de Tandil, las sierras, te regalan atardeceres épicos. Creo somos privilegiados.
-Bueno, Agustín, llegamos al pin-pong de El podcast de tu vida. La primera pregunta tiene que ver con cómo despejás tu cabeza. Después de un día complicado de laburo, o de viajes agotadores, si estás trabado, ¿Cómo volvés a encontrar inspiración?
-Lo que hago o trato de hacer dos o tres veces por semana es salir a correr una hora o un poco más, 9-10 kilómetros. Muchos te dicen que lo mejor es la parte física, pero para mí lo mejor es despejarte la cabeza. Vas sin nada, y esa horita volvés con todas las pilas. A veces estás con alguna cuestión laboral y eso te ayuda a dar claridad a ese tema. Me ayuda a desenchufar. Por supuesto, hay otra manera, pero requiere más tiempo, es cuando puedo tomarme unos días de vacaciones.
-También me contabas que te gusta todo lo que tiene que ver con el agua, hiciste un curso de buceo, otro de timonel.
-Si, está bueno. Cuando estaba terminando la secundaria y primeros años de la facu tuve la oportunidad en un viaje de hacer el bautismo de buceo, con un instructor. Tomé coraje, me animé y me encantó. Volví a Argentina, hice un par de cursos más y ya me habilitaba no depender de un instructor y cada vez que puedo hacerlo lo hago, incluso lo he hecho con mis hijos, las cosas que uno ve en el agua, sobre todo en ambientes tropicales, es fantástico. Flora y fauna es alucinante. Y eso te ayuda a desenchufarte porque es todo silencio, sólo sentís las burbujas de tu respiración. Una experiencia altamente recomendable.
-¿Y lo de timonel?
-Eso es más reciente, los últimos años, a través de un amigo pudimos irnos a navegar una semana en un velero al sur de Brasil y volví fascinado con la navegación a vela. Y en época de pandemia hice un curso de timonel virtual, y me gustó mucho. Desde esa vez que fuimos con 10 amigos, cada dos o tres años nos escapamos una semana a algún lago navegando y pasando lindos momento.
-¿Cómo te va de cocinero? ¿Tenés alguna especialidad?
-Vuelvo a la pandemia. Muchos hicimos cosas que sin pandemia no hubiéramos hecho. El curso de timonel fue uno de ellos, y después por recomendación de un amigo me compré una estaca y empecé a hacer costillares a la llama y después lo que venga. Y me encanta. Asado, carne de vaca principalmente. También me defiendo bastante bien en la cocina.
-¿Algún corte especial en la parrilla?
-Es una combinación: costilla, el clásico argentino infaltable, vacío y matambre son complementos ideales. Y si hay tiempo, achuras con morcilla, chorizo, mollejas, chinchulín, tampoco pueden faltar.
-¿Algún país o ciudad que te gustaría conocer?
-Me gustaría conocer el sudeste asiático. Malasia, Indonesia, toda esa zona. Me han contado de lugares muy lindos, playas bonitas. Y el agua me tira.
-¿Y algún lugar que hayas conocido y volverías?
-Tuve oportunidad en marzo de este año de conocer Australia y me encantó. Y te diría de los lugares donde estuve, Sidney me pareció una ciudad muy linda. Con mucha actividad en el agua. Toda la parte de la Opera, un monumento icónico.
-A la hora de las vacaciones: Playa, libro y tranquilo. O, montaña, trecking, aventura…
-Más bien tranquilo. Pero me gusta hacer algunas actividades.
-Cuando mirás series y películas ¿por dónde vas? ¿Acción, aventura, románticas, de época?
-En general cuando me siento a ver algo trato de divertirme. Miro comedia o aventuras.
-Si pudieses tener algún superpoder, ¿Cuál te gustaría tener? Aquaman podría ser uno…
-Jaja. Si, si, claro. Sería uno de los que más me gustaría para disfrutar debajo del agua sin depender de un tanque de oxígeno.
-Si pudieses subirte al Delorean, el auto de “Volver al Futuro”, ¿A qué momento irías?
-Me gustaría volver a esa época que te conté que salíamos con amigos y hacíamos lo que pinte. No había los peligros de hoy. Podías andar por la calle tranquilos. Esa época fue hermosa.
-¿Algún tema musical para que quede sonando?
-No tengo un tema preferido. Me gustaba mucho en su momento The Police, asique te dejo que elijas uno de esos. Era una época muy linda y me trae buenos recuerdos (N de la R: el tema elegido finalmente fue “Every breath you take” ).