“Me hablaba a mí mismo y me decía, no pienses, metele para adelante”. La reflexión corresponde a David Thomas, un agrónomo argentino que se repetía esas palabras mientras estaba en el aeropuerto de Ezeiza, solo, esperando que salga su vuelo para Australia, donde se había gestionado una experiencia laboral.
Habitualmente esta sección, AgroExportados, trata sobre argentinos vinculados al campo que andan por el mundo. En esta ocasión, el entrevistado se fue y volvió. Aunque no descarta volver a irse. David optó por una estadía corta (de 8 meses), de muchos aprendizajes, no sin golpes y algunos magullones, pero que sirven para crecer.
Nacido y criado en Tres Arroyos, en el campo del padre (a 8 kilómetros de la ciudad), entre tractores y en el campo, David fue a una escuela secundaria agrotécnica, después a estudiar agronomía en Azul y reconoce que “siempre le gustó el campo, primero jugando, después trabajando”. También define que “Agronomía siempre fue el plan A… Veterinaria estaba en el radar, pero no”. Mientras hacía la carrera, cada verano laburaba de tractorista carrero en las cosechas de trigo, cebada y alpiste.
Con casi 30 años, cuando tomó la decisión de irse de Argentina, David trabajaba de segundo encargado en una estancia de Olavarría. “Hacía tareas de agrónomo, controlando la siembra, haciendo monitoreos de plagas y enfermedades y los controles de cosecha, pero no estaba muy conforme con la paga que recibía, está bien que era segundo encargado, pero bueno”, dice.
Esa disconformidad fue la chispa que lo llevó a buscar nuevos horizontes fuera del país. Adelanta que no es algo fácil, porque “podés trabajar hasta 14 horas seguidas”, que cuesta abandonar a los seres queridos y salir del confort de lo conocido, pero vale la pena.
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-¿Por qué Australia?
-Porque se me daban las condiciones para que me otorguen la visa de trabajo y porque tiene mucho campo parecido al nuestro.
-¿Y cómo hiciste? ¿Por dónde empezaste?
-Empecé buscando en Facebook, me metí en un grupo, puse una foto, una carta de presentación, me llamaron y quedé. Era cuestión de animarme. Había dado el examen de inglés. Tenía los dos años de carrera universitaria que te exige el gobierno australiano y no tenía más de 30 años, cumplía con todos esos requisitos.
-¿Qué te acordás de la salida y de la llegada? Esos momentos solo en el aeropuerto…
-En el aeropuerto en Argentina me acordaba de todo. Mi familia, mi novia, los amigos. Pero traté de no pensar mucho porque si uno sobre piensa las cosas no se anima a salir de la zona de confort. Me hablaba a mí mismo y me decía, no pienses, metele para adelante. Muchas veces uno está solo con su alma y hay que meterle para adelante. Sí estaba comunicado con amigos y mi novia y familia por llamadas y video llamadas. Cuando llegué a Sidney estuve unos días ahí, tenía un amigo australiano que había conocido en Argentina y pude estar unos días en su casa. Después, a Queens, que era donde estaba el establecimiento.
–¿Cuál fue tu primera impresión de Sidney?
–Me imaginaba una ciudad más desértica, nunca pensé que era tan grande, tecnológica y moderna.
–¿Qué fue lo que más te costó al principio? ¿Cómo fue la adaptación?
-El inglés. Tienen un inglés muy raro, con dialecto, muchas palabras propias. Poder comunicarme fue lo que más me costó te diría. Yo me había ido con una base de inglés intermedia, pero a veces me costaba la comunicación. Otra cosa, que a las 5 de la tarde esté todo cerrado y cenar a las 7 de la tarde.
-¿Qué balance hacés?
-Hice la experiencia y pude ahorrar más plata que lo que hubiera ahorrado estando en Argentina. Eso sí, nadie te regala nada, se hace plata, pero se laburan 10 a 12 horas por día. Llegué a trabajar hasta 14 horas seguidas.
-¿Valoran a los argentinos allá?
-Sí, te diría a los latinos en general, más que a los europeos. Porque trabajamos varias horas y podemos desenvolvernos solos. El europeo se queja más y, dicen, no se banca trabajar tantas horas.
-¿Hiciste cosas que acá no habías hecho?
-No. Siempre en los tractores. Si más modernos de los que había manejado en Argentina. No sé si en Argentina es que no llega la última tecnología o que las máquinas son muy caras y las tienen unos pocos. Comparaba precios y encontrás valores de tractores que valían allá la mitad que acá. La carga fiscal acá es muy alta. Intenté explicarles que teníamos retenciones y abrían los ojos grandes, no entendían.
-¿Producen parecido a lo que producimos en Argentina?
-Si, los cultivos son los mismos, también el manejo agronómico es bastante parecido.
-¿Lo más distinto?
-La seguridad y mucho respeto. Si bien hay robos, la delincuencia es poca. Porque no hay necesidad. La gente limpia las casas y deja sus cosas afuera y las regala, ropa, televisores, sillones. Y la posibilidad de ahorrar. Está claro que yo fui a laburar al campo, con casa y comida, y quizás en Argentina también podría ahorrar si entrás en esa modalidad. Ya si te vas a la ciudad tenés que pagar un alquiler y tenés los costos de la ciudad.
-¿Qué saben de Argentina?
-Que es un país muy lindo. Pero no se explican que tengamos problemas económicos siendo un país tan rico en recursos.
-Si sos de tomar mate, ¿Cómo hacías para conseguir yerba?
-Me había llevado tres kilos de yerba pero en las grandes ciudades, como Sidney, Melbourne, Perth, se consigue.
-¿Qué lugar, ya pensando en algo turístico, te sorprendió, te gustó y recomendás para alguien que te visite?
-Me sorprendieron las playas, muy caribeño, mar clarito. Para visitar, recomiendo Sidney.
-¿Qué comida extrañabas más?
-Los asados en familia y la carne argentina, bah, los cortes argentinos. Allá tienen mucha pulpa, no les gusta la carne con hueso por el desperdicio.
-¿Se gana bien? ¿Más, menos, igual que en un puesto similar en Argentina? ¿Rinde igual la plata?
-Si, se gana bien. Pensá que, por mes, trabajando en plena cosecha o siembra podés sacar 4000 dólares americanos, que son unos 6500-7000 australianos. Y de gasto, como yo vivía, tenía 300-400 australianos por mes. El resto te queda.
–¿Por qué te volviste?
-Porque extrañaba, necesitaba tomarme un descanso, venía trabajando mucho, muy cansado. Allá el pasaje de vuelta te sale la mitad. Y decidí volver para repensar un poco cómo seguir.
-¿Con qué te encontraste en el mercado laboral en Argentina? ¿Cómo fue volver y buscar trabajo acá?
-Me fue como el traste (usa otra palabra). Por el momento no consigo laburo de ingeniero. Tengo más chances de conseguir laburo de maquinista en Australia que conseguir laburo acá en Argentina. Hay mucha demanda para la agricultura allá. Por eso tienen convenios con tantos países, porque necesitan gente para trabajar.
-Suponete que el David de hoy, habiendo recorrido todo el camino que ya hiciste, está sentado al lado del que eras cuando estabas por irte de Argentina. ¿Qué le dirías para ayudarlo, para allanarle el camino pensando en cosas que te salieron bien y otras que no tan bien?
-Le diría que se anime, que puede haber miedos, pero es parte del proceso. Siempre va a haber incertidumbre, pero es parte de vivir una experiencia que te va a marcar para toda la vida. Te va a abrir mucho la cabeza. Incluso te va a ayudar a ser mejor persona. Le diría que cierre los ojos y encare, siempre que pueda, que se suba a un avión.
-¿Tenés pensado volver a irte?
-Si, a hacer una temporada más de trabajo y ahorrar. Pero después volver a Argentina. Reconozco que Argentina no está bien económicamente, no me encuentro viviendo en otro país, solo, durante mucho tiempo.
Coincido 100%…y eso que tenés familia directa con campo, aunque no sé bien cuál es la situación real, pero el que no tiene palanca para entrar en una multi, terminas (con suerte) de comercial para una insumera de pueblo…si pudiera volver el tiempo atrás elegiría veterinaria con los ojos cerrados y las dos manos atadas. No es para cualquiera la carrera de agronomía…de entrada deberían hacer una encuesta y decirte que si no tenés mínimo 1000 ha de campo para trabajar o seas contratista y te gusten los fierros, estudia otra cosa.
Coincido 100%…si no tenes palanca para entrar en una multi, terminas (con suerte) en una insumera de pueblo, sin desmerecer el laburo de comercial, pero hoy la agronomía pasa más por el marketing y labia que por otro lado. Salvo que te gusten los fierros y te puedas dedicar a dar servicios de contratista. Si pudiera volver el tiempo atrás elegiría sin dudar la carrera de veterinaria.
Un maquinista (cosechadoras) o un sembrador son operarios calificados, escasos, muy buscados y muy bien pagos en Argentina. En épocas de siembra o cosecha ganan esos u$s 4000 o incluso algo más aquí. Ahora si uno está dispuesto a hacer ese esfuerzo en Australia y aquí no es otro asunto. En el país hay maquinaria de última generación tanto en cosechadoras como en sembradoras, si bien es cierto que muchísimo más caras por la presión impositiva. Seguramente Australia tiene cosas que nos gustaría para nuestro querido y tan maltratado país (seguridad, estabilidad, etc). Como colega viejo le diría a este joven que eligió la que tal vez sea la mejor profesión, la más noble, la única dedicada a la producción de alimentos, que es la principal necesidad humana. Todos tuvimos que pagar un “derecho de piso” los primeros años de profesión. Y si le gustan los fierros tiene grandes posibilidades para desarrollarse y progresar. Mis mejores deseos.