Argentina-Uganda; Uganda-EE.UU.; EE.UU-Rumania; Rumania-Mozambique… Desde que dejó argentina en 2018 para jugársela en un proyecto en Uganda, la vida de Francisco Acutaín ha sido un desafío casi permanente. No sólo en lo profesional, sino también en lo cultural. “Se cena a las 19-20hs y al pádel algunos van a las 5 de la mañana, porque con el calor después se hace imposible jugar a nada hasta la noche”, cuenta ahora desde África.
Nació en Zárate, hoy vive a 9000 kilómetros de allí, en Maputo, Mozambique. Su trabajo es coordinar un equipo de agrónomos en campos de Sudáfrica, Zimbabue y Zambia, en donde se produce ricino, un cultivo con alta carga de aceite con el que una empresa petrolera produce biocombustible para aviones.
En siete años vivió en tres continentes y 4 países; conoció nuevas comidas y costumbres; extrañó cosas que, como las tenía, no las extrañaba; se sorprendió adquiriendo nuevas habilidades; trata de no dejar el tenis o, en su defecto, el pádel. En una nueva historia de AgroExportados, “argentinos vinculados al campo por el mundo”, entramos en la vida de este agrónomo argentino trotamundos que, dice, en algún momento va a volver.
-¿Cuál es tu historia vinculada al campo y la ruralidad? ¿Venís de una familia de campo? ¿Dónde naciste y te criaste?
-Nací en Zárate, que no es una ciudad de campo, es más bien industrial, pero la familia de mi madre sí viene del campo. Mi abuelo siempre tuvo campo y cuando era chico íbamos mucho al campo, sobre todo en verano con mi tía que es agrónoma. Ibamos a Los Toldos, a 9 de Julio y también al Chaco. Ahí me surgió la pasión por lo rural.
-Llegó el momento de estudiar, elegiste agronomía. ¿Tenías un plan B? ¿Qué te imaginabas siendo o haciendo?
-A mí me interesaba de chico hacer deportes, jugaba mucho al tenis, y, como te dije, me gustaba ir al campo. Cuando tuve que decidir qué estudiar no sabía bien qué, me anoté en Administración Agropecuaria y a último momento me cambié a Agronomía, que es una carrera amplia, con muchas opciones. Pero mis gustos fueron cambiando, cuando empecé me gustaba la ganadería, después me fui metiendo en agricultura.
-¿Cómo te agarró el momento en el que decidiste que te ibas a ir del país a laburar afuera? ¿Qué estabas haciendo y cómo te llegó la propuesta o cómo la buscaste? ¿Y a dónde te fuiste?
-Yo creo que comienza cuando estaba en la universidad, porque un año antes de terminar, cuando me faltaban 2 o 3 materias, hice un viaje con un compañero a trabajar en un tambo y otras cosas en Nueva Zelanda. Para aprender inglés y para ver el manejo de pasturas allá. Y la verdad que me gustó, la pasé bien, después volví, terminé la carrera, empecé a trabajar en empresas agropecuarias y en un momento me volvió el interés por vivir afuera. Estaba cómodo en Argentina, pero tenía ganas de vivir esa experiencia. Buscando oportunidades apareció una oportunidad en Uganda, un lugar super interesante. En Africa, un lugar muy extraño. No tenía mucho que perder. Yo ya no estaba viviendo en Zárate, o sea, estaba lejos de la familia, esa parte no me costó tanto. Y salió bien.
Acutaín fue a Uganda a trabajar para Agilis Partners, una empresa creada por dos hermanos, los Prince, que arrancaron con la propuesta de ayudar a un orfanato poniendo en marcha un criadero de cerdos. Una vez allí vieron la oportunidad e instalaron varios centros de recepción de maíz donde pequeños productores de media o una hectárea (típicos de Uganda) llevan sus bolsas con espigas de maíz cosechado a mano. Ellos se los pesan, evalúan la calidad y se los compran. Pero además los financian si es necesario para la compra de semilla. En 2014 evaluaron la posibilidad de empezar a producir sus propios granos pero para cosechar a no a mano, sino con cosechadora. Buscaron campos, se instalaron y trajeron todo el poderío en fierros “yanqui”. Arrancaron con 20 hectáreas. En 2018/19 sembraron más de 3000 y apuestan a seguir creciendo.
-¿Cuál era tu situación familiar entonces? Porque la familia, o tu pareja, te tiene que acompañar en ese proceso…
-Ya estaba casado cuando me vine a Uganda, mi mujer quería vivir esa experiencia. Y te digo, es más fácil estar acá en pareja que solo.
-¿Qué te llamó la atención de cuando llegaste? Las primeras impresiones… miedos… desafíos… ¿A qué cosas tuviste que adaptarte en lo laboral y en lo personal?
-Una de las cosas era el idioma. Tenía miedo de cómo iba ser trabajar en inglés. En nueva Zelanda era básico lo que hacía, no necesitaba hablar mucho. De todos modos, al ser Uganda un país que el segundo idioma es el inglés no se hizo complicado. Y después, culturalmente es muy distinto a lo que conocemos, hay necesidades básicas de agua, comida, que también hay en Argentina, pero no tanto como acá. La pobreza es tremenda. También cuesta conseguir los alimentos a como estamos acostumbrados en Argentina. El mínimo confort al que estamos acostumbrados es algo de lujo que acá cuesta conseguirlo o no se consigue. Todo es complicado en África, es lo más desafiante. Hay que hacer micro managing todo el tiempo, siguiendo los temas permanentemente. Ahora bien, después de tanto esfuerzo, cuando las cosas salen la satisfacción es mucho más grande.
-¿Cómo fue el camino? Porque estuviste en África, después te fuiste a Estados Unidos, pasaste por Rumania y ahora volviste a África.
-Estuve 4 años en Uganda trabajando en Agilis Farm y después de ese tiempo sentí que estaba listo para otro desafío, y apareció otra cosa en Estados Unidos, como director de operaciones de una empresa de cannabis de cáñamo, en Oregon y me pareció algo interesante. Un país también interesante y un cambio grande de Uganda a EE.UU. Estuvo buena la experiencia. Pero lo que me pasa a mí es que me siento más cómodo en países en desarrollo que en países más desarrollados, me gusta el caos. Siento que acá (en Africa) esta todo por hacer. El futuro está acá, es mucho más interesante todo.
-Y después vino lo de Rumania… Otro lindo salto a lo desconocido…
-(Se ríe). Si. Después de un año en EE.UU., un amigo inglés con el que había trabajado en Uganda, me llamó contándome que tenían un proyecto en Rumania, y me pareció interesante vivir en Europa. Un país totalmente distinto, culturalmente muy interesante, un desafío agrícola importante y con un potencial enorme.
-¿Sentís que se valora a los argentinos por el mundo?
-El know how argentino tiene mucho para aportar. Estuve un año en Rumania. Pero la persona que me llevó a mí se terminó yendo y yo siempre seguí viendo oportunidades en África, una oportunidad que me desafiara y así llegó la oportunidad de Mozanbique. Hace 6-7 meses que estoy acá.
-¿Qué hacés ahora?
-Trabajo para una empresa petrolera italiana en un proyecto de biocombustibles. Como todas las petroleras tiene proyecto para reducir la huella de carbono, y el de biocombustibles es un proyecto que se está desarrollando en seis países de África. Como no es una empresa productora, nos asociamos con “agregadores” que suman a pequeños productores que producen ricino (o cástor) que es un cultivo bastante nuevo, con un alto contenido de aceite, y una pequeña proporción de girasol. Extraemos el aceite y se exporta a Italia para producir biocombustible para aviones que se llama SAF (Sustainable Aviation Fuel).
-¿Cuál es tu trabajo ahí?
-Yo coordino la actividad de 10 agrónomos en el campo en todas las áreas de Mozambique, Zimbabue, Zambia y Sudáfrica, donde tenemos socios que siembran. Hacemos el seguimiento, les enseñamos a producir ricino.
-De todo lo que has recorrido y visto, hablado, intercambiado, ¿Qué es Argentina en el mapa agrícola mundial?
-En general, la agricultura argentina está bien vista en el mundo. Cuando digo que soy argentino ya piensan “algo debe saber”. Incluso tenés reconocimiento en EE.UU., que no son mucho de ver para afuera, pero reconocen que en agricultura estamos entre los que más saben o los que mejor producen.
-¿Y cómo ves vos a Argentina como proveedor de know how al mundo?
-Veo que tenemos un conocimiento grandísimo de agricultura y depende con qué país te compares. Comparado con EE.UU. somos eficientes porque al tener limitaciones en el presupuesto nos hemos hecho buenos en hacer las cosas eficientemente, en el número fino. Si lo comparo con Rumania tienen un potencial, pero no conocimiento de la agricultura, no son detallistas y tienen una agricultura más antigua, les cuesta la siembra directa. Están enfocados en los subsidios. Así como nosotros tenemos la mitad del cerebro en la inflación y el dólar, ellos la tienen en cómo ganar la plata con los subsidios y no en cómo ganar plata produciendo.
-¿Y comparado con África?
-Bueno, están más atrasados. Entonces hay un montón para aportar desde Argentina. En conocimiento y saber solucionar problemas con todas las limitaciones que puede llegar a haber acá.
-¿Qué te gusta de lo que hacés?
-Hoy lo que estoy disfrutando es armar equipos. Encontré placer en eso y soy bueno. Formar equipos de agrónomos, capacitarlos, tener todos una visión común. Poder trabajar en equipo, que los agrónomos se involucren en el proyecto, que tengan ganas de aprender, buscar soluciones. Acá hay que tener mucha paciencia y educar a la gente, ser formador. Esa parte formadora mía, que no la tenía desarrollada, acá la estoy aprovechando.
-¿Cuántos argentinos tenés en el equipo?
-Sólo 1. De los 10, 9 son de Mozambique, 1 de Brasi y, 1 de Argentina. Después han tres más de Zimbabue.

-Te propongo algunas preguntas más personales, sobre tu vida allá. ¿Qué extrañás?
-La vida social. Es difícil acá generar vínculos, al menos con la naturalidad que lo hacemos con Argentina. Es más sencillo cuando encontramos algún latino. Si bien tengo amigos o conocidos, no es lo mismo. Juego al tenis, estoy empezando a jugar al padel. En Rumania había muy buen nivel de tenis, acá, en Mozambique, es más difícil encontrar para el tenis pero juego también.
-¿Qué comidas extrañas?
-En Uganda extrañaba la carne, casi me convertí en vegetariano porque no había carne de calidad. Acá como estamos cerca de Sudáfrica, cada vez que voy como carne a morir. Y en Mozambique se puede conseguir importada de Sudáfrica también. Y lo otro son las cosas de panadería. Tortas, medialunas, las cosas dulces, eso se extraña. Ni hablar del helado, que es incomparable el de Argentina con el de los lugares que estuve.
-¿Yerba? ¿Cómo conseguís?
-Trato de traer lo más que puedo cuando viajo a Argentina, 5 kilos, mínimo. Y alguna vez pedí desde Uganda a una empresa en Europa que hace envíos de productos argentinos. Compre yerba, alfajores, dulce de leche etc. Llego todo sin mayores problemas.
-¿Qué comidas incorporaste que antes no tenías en tu dieta cotidiana?
-Mucha comida india. Picante. En África hay mucha inmigración india, y, por ende, bastantes restaurantes indios. Yo no comía comida picante antes de estar acá.
-¿Qué lugar recomendarías para un argentino que quiera visitar la región o cercanías de dónde estás? ¿Hay algún lugar turístico por ahí?
En general África, que nosotros tenemos la idea que es hacer un safari, que se puede ir si, a Kenia, o a ver los gorilas en Uganda, es increíble. Pero también iría una semana a la playa en Mozambique, en Kenia, en Mauritus (o Mauricio), son playas paradisíacas, de muy poca gente y muy buena hotelería.
-¿Qué saben de nosotros?
-En África conocen a (Lionel) Messi y no mucho más. En Rumania nos conocen un poco más, por el futbol, también por el tenis, me han nombrado algunos tenistas argentinos cuando estuve. Y, obvio, por la soja y la carne.
-¿Cómo ves Argentina de lejos?
-Trato de escuchar la radio, de leer, para estar en tema. Argentina siempre es compleja. Sin embargo, siempre he sido optimista, y creo que va a estar mejor. Y al no estar en el día a día miro más a largo plazo, no tanto en el día a día. Y yo veo oportunidades en mediano y largo plazo. Pero bueno, la verdad es que hemos perdido tantas oportunidades… tengo la esperanza de que se materialicen. Hay temas centrales en los que todos deberíamos estar de acuerdo y después, si, discutir lo chiquito.
-¿Qué le recomendarías a alguien que, como vos, esté pensando en ir a hacer una experiencia afuera? ¿Por dónde empezar? ¿Qué tener en cuenta? Cosas que podrían allanarle el camino…
-Lo primero hablar inglés. Sabiendo inglés todo es más sencillo. Todo lo que busques en internet está más fácil y de mejor calidad en inglés. Y después, que se animen. Que tengan cuidado en cuanto a las oportunidades, chequear antes a dónde ir o con quien trabajar. Hoy es más fácil, la comunicación es más simple que cuando fui, hace 15 años, a Nueva Zelanda y me comunicaba por mail. Después, saber que hay que trabajar mucho, muchas veces hay que empezar desde más abajo que lo que están en Argentina, pero si tienen pensamiento a largo plazo y ganas, en general para nosotros, los argentinos, es más fácil sobresalir.
-Suponete que la persona que sos hoy, habiendo recorrido todo el camino que ya hiciste, está sentado al lado del que eras cuando estabas por irte de Argentina. ¿Qué le dirías para ayudarlo, para allanarle el camino pensando en cosas que te salieron bien y otras que no tan bien?
-Le diría que vaya con calma, que no vaya tan a fondo. Porque muchas veces en África hay tantas cosas para hacer que no te alcanza el día. Uno quiere hacer todo, se carga de mucho trabajo y a largo plazo eso no es saludable. Es mejor ir con más calma.
-¿Está en los planes volver?
-Si, mi idea es siempre volver. Creo que esta puede llegar a ser la última aventura, el último proyecto afuera. Mientras tanto, estoy siempre viendo qué oportunidades hay en Argentina, pero con calma. En los próximos años voy a volver, no dentro de muchos, tengo que pensar qué hacer cuando vuelva. Tratamos de ir para las fiestas, una vez por año, por lo menos.
-¿Con qué habilidad o conocimiento nuevo te volvés?
-Mi carrera fue cambiando de una orientación más técnica a algo más de gestión. Como te decía antes, armar equipos, coordinar operativamente. Porque al haber trabajado en tantos cultivos ya no tengo el conocimiento tan específico de cada cultivo. Pero en lo operativo los cultivos son bastante similares. Y también trabajar con distintos tipos de personas, en los distintos países donde tenés un desafío cultural.
Por los 90, anduve algo x Africa. Mostrar el pasaporte o decir argentino,vtodiscte decian MARADONA.