“A alguien que está queriendo hacer una experiencia fuera del país le diría tres cosas: que tenga paciencia, que confíe y que le esperan cosas increíbles. En mi caso, no fue un camino de rosas, hay días en que todo cuesta. Pero si tengo que mirarlo a la distancia, estoy convencido de que fueron años de mucho crecimiento en lo profesional y en lo personal”, reflexiona José Pincemín, un agrónomo que trabajó en Argentina, en Francia, y hoy, con base en España, llega con nuevas tecnologías a gran parte de Europa.
José nació y se crió en Bella Vista, pleno conurbano norte bonaerense. Estudió agronomía, al terminar se fue a Francia, para conocer más de sus raíces y trabajar. Volvió a Argentina donde estuvo trabajando siete años. La última estación de ese peregrinaje fue en las puertas de la Patagonia, hasta que dio un giro a su carrera y se fue a Madrid a hacer un MBA pero ya para abordar la actividad desde una mirada más holística, general y empresarial, no solo “desde el campo”.
En otra historia de AgroExportados, argentinos vinculados al campo por el mundo, compartimos el camino de José Pincemín, su búsqueda, algunas claves para quien quiera emigrar y una reflexión como para poner primera: “Soy de los que cree que si la familia no acompaña en este proceso, no se puede llevar a cabo. Es un camino de dos”.
-¿Cuál es tu historia vinculada al campo y la ruralidad? ¿Por dónde viene el vínculo con el campo?
-La familia de mi madre (Laxague – Larminat) son franceses, pioneros en el campo. Mi abuela nació en la cordillera (Cerro de los Pinos) y mi madre en Coronel Pringles. Esto hizo que la vida en el campo siempre fuera parte de la familia. Además de eso, vengo de una familia muy grande -somos 14 hermanos- y eso generó que los planes de vacaciones hasta los 20 fueran ir al campo de mis abuelos siempre. Conseguir una casa en la playa para los 16 no entraba en el menú de opciones, jajaja.
-Llegó el momento de estudiar y elegiste agronomía ¿Tenías un plan B?
-No había plan B… Pero tampoco sé hasta qué punto tenía un plan A, algo tan definido. Sabía que el campo me encantaba, pero tenía la duda de si era por lo bien que lo pasábamos en esas vacaciones o si era mi vocación, porque nunca viví en el campo. Pero bueno, así llegué y estudié en la Universidad de Buenos Aires y tengo que reconocer que el primer año fue duro. La facultad está en medio de la capital y las materias (física, análisis matemático, química) sonaban muy lejos del campo. Por suerte, desde el segundo año todo cambió, la cercanía al agro era mucho mayor y fui haciendo amigos espectaculares que guardo hasta hoy.
-¿Qué te imaginabas haciendo como agrónomo? Produciendo, asesorando, en el canal comercial, etc…
-Así como te digo que no tenía clara la parte estudiar la carrera, esta parte sí que la tenía clara desde el principio y es la producción de cultivos. Siempre me tiraron más la agricultura y los fierros. De hecho, pasé un tiempito por la catedra de maquinaria agrícola.
-¿Cómo te agarró el momento en el que decidiste que te ibas a ir del país a laburar afuera? Te fuiste primero a Francia. Después estuviste unos años en Argentina y te volviste a ir a España, que es donde estás hoy. Contame de todo ese periplo.
-Vengo de una familia de inmigrantes franceses. Mi padre nació ahí y mi madre es primera generación de argentinos, creo que algo de ese espíritu aventurero vino en la sangre. Como bien decís, apenas terminé la carrera de ingeniero agrónomo, a los 23 años, me di cuenta de que era el momento perfecto para ir a la aventura. En ese momento estaba haciendo una pasantía y no tenía familia, por lo que fue fácil armarlo. El objetivo era mejorar mi francés, conocer Europa y, en lo posible, trabajar en algo relacionado. Fue un año en el que me dividí entre vacaciones y dos trabajos: viñedos y aromáticas.
-Después unos años en Argentina…
-Si. A la vuelta de ese viaje me dediqué a lo que de entrada tenía claro que quería hacer en Argentina: producción agrícola. Fueron 7 años increíbles, donde pude aprender mucho, sobre todo en la última experiencia en El Carbón (Carmen de Patagones), un campo en la punta de la provincia de Buenos Aires contra Río Negro, donde se produce agricultura bajo riego, y donde además de trabajar duro me divertí mucho. Ya al final de esa experiencia en Patagones, sentía que la producción, que tanto me gustaba, ya la conocía bien y me empezaron a gustar otras cosas como entender a las empresas de una manera más completa, no solo desde lo productivo. Es ahí cuando salió la posibilidad de hacer un MBA en Madrid para poder dar un giro a mi carrera. Además, teníamos la facilidad de contar con familia ahí, lo que siempre hace que el aterrizaje sea mucho más fácil.
-¿Cuál era tu situación familiar cuando te fuiste a España? Porque la familia, o tu pareja, te tiene que acompañar en ese proceso…
-Con Catalina llevamos casados 11 años y tenemos 5 hijos. Ella también comparte ese espíritu aventurero que fue clave para animarnos a mudarnos a Río Negro, donde hicimos el primer corte fuerte con familia y amigos. Ese tiempo lejos nos hizo perder esa cotidianeidad que teníamos con nuestras familias y amigos en Buenos Aires. Esto hizo que la decisión de irnos a España no sea tan difícil de tomar. La verdad, es un tema que hablamos desde que fuimos novios, porque en general la vida del agrónomo no suele ser en ciudades, es algo que uno tiene claro desde el arranque. Soy de los que cree que, si la familia no acompaña en este proceso, no se puede llevar a cabo. Es un camino de dos.
-¿Qué te llamó la atención de cuando llegaste? ¿A qué cosas tuviste que adaptarte en lo laboral y en lo personal?
-Viviendo en España lo que más me llamó la atención es lo distinto que somos culturalmente. Hay una frase, que no se de quién es pero que creo que ejemplifica perfecto y dice que los argentinos somos “italianos que hablamos en español”.
-¿Qué hacés hoy? ¿De qué laburás?
-Justo cuando llegué a Madrid, mientras hacia el MBA, por intermedio de un amigo en común conocí ZoomAgri (dedicada a estudiar la calidad de los granos mediante imágenes), una startup argentina que estaba empezando su internacionalización, y desde ese momento trabajo ahí. Nos dedicamos a los análisis de calidad y variedades de cereales como cebada y trigo y desde Madrid llevamos todo al mercado europeo.
-¿Qué te gusta de lo que hacés?
-Me parece increíble ser parte de una empresa que está cambiando procesos, mediante tecnología innovadora, en una industria muy conservadora. El desafío de hacerlo en países como Francia, Alemania, España, Reino Unidos, Polonia, Balcanes y hasta algunos lugares de África lo hace especialmente desafiante y entretenido. Generar un equipo desde cero y verlo hoy operando en países culturalmente tan distintos es una de las cosas que más alegría y orgullo me da.
-Agricultura argentina y agricultura mundial, de lo que hayas conocido. ¿Dónde estamos parados en Argentina? ¿Mejor, peor, igual en tecnologías, metodologías, etc?
-Tuve la suerte de poder conocer varias realidades distintas: Argentina, Estados Unidos y varios países de Europa. En lo que veo mejor a Argentina, comparado con el resto de lo que me tocó conocer, es el grado de profesionalismo y el manejo empresarial de los campos. En muchos países todavía el campo se maneja de una manera más tradicional, con baja incorporación de tecnologías, lo que hace que vayan quedando cada vez más atrás. Creo que esto es una gran oportunidad para Argentina y el mundo lo ve.
-¿Qué extrañás de tu vida en Argentina?
-Es un lugar común, pero sin duda que los afectos.
-¿Qué no extrañás de tu vida en Argentina?
Pocas cosas, la verdad, es que en mi caso no me fui de Argentina mal, pero bueno, la estabilidad de la economía que vivo hoy es un gran cambio.
-¿Cómo viviste el mundial de fútbol Qatar 2022 donde Argentina termina coronándose campeón? No sé si estabas en España, pero ¿qué sensaciones te quedaste, qué experiencia tuviste?
-Inolvidable, habiendo nacido en 1987, nunca había visto campeón a Argentina, y vivirlo con mi mujer y todos mis hijos fue algo que no voy a olvidar. Ya estábamos viviendo en España y algo que trato de hacer siempre es que mis hijos puedan tener ese amor por Argentina, ¡Sin duda que Messi y Scaloni me lo están haciendo más fácil!
-¿Qué comidas extrañas?
-¡La pizza de El Cuartito! No hay manera de conseguirla ni el Italia. Muchos me preguntan por el asado, pero la verdad es que la carne acá es excelente. Mantengo el ritual del asado todos los domingos. Si es cierto que en el mix entra un poco más de cerdo y menos de vacuno.
-¿Qué comidas incorporaste que antes no tenías en tu dieta cotidiana?
-España tiene una variedad de comidas increíbles, son varias, pero me quedo con el jamón y la paella. Tengo varios amigos valencianos (cuna de la paella) y me sorprendió mucho ver que el ritual de la preparación, es el mismo que el nuestro con el asado. Son varias horas, normalmente la hace el padre de familia, rodeado de amigos y cervezas.
-De lo que has conocido, si querés metemos Francia, España y si pudiste conocer otros países y lugares, ¿Qué lugar recomendarías para un argentino que quiera ir para allá? Obvio, Madrid o París son una fija si no conoce nada, pero digo, algo que no sea tan popular y te haya sorprendido gratamente…
-Este punto es interesante, porque en Argentina estamos acostumbrados a que sea capitales (Madrid, París) o nada. Recomiendo mucho apuntar a ciudades intermedias, que hay muchísimas en España y Francia y tienen una calidad de vida mucho mejor que las capitales por costos, movilidad, etc. Para poner dos ejemplos rápidos, Santander en España y Lyon en Francia. Pero insisto son muchas y todas tienen una calidad de vida muy buena con hospitales, colegios, universidades de primer nivel.
-¿Tenés algún hobbie? Algo que te despeje la cabeza, que te resetee del laburo. Algo deportivo o artístico.
-Todo el deporte que pueda hacer teniendo cinco hijos (se ríe). Fútbol todas las semanas y mountain bike, porque tengo muy cerca las sierras de Madrid. Una de las ventajas de esta ciudad es que está cerca de la naturaleza y está muy bien aprovechada.
-¿Cómo imaginás tu futuro?
-Hoy estamos en un muy buen momento en España, pero nunca fuimos de hacer proyectos de muy largo plazo. Como te decía antes, guardamos un muy buen recuerdo de todos los lugares donde vivimos y creo que volveríamos a todos.
-¿Qué le recomendarías a alguien que, como vos, esté pensando en ir a hacer una experiencia afuera? ¿Por dónde empezar? ¿Qué tener en cuenta? Cosas que podrían allanarle el camino…
-¡Gran pregunta! Me la hacen seguido y no es fácil de responder, pero vamos a intentarlo. Lo primero es no idealizar ni generalizar. No recomiendo, para nada, que la motivación sea “en Argentina está todo mal y afuera (donde sea) está todo bien”. Lo otro es saber que este tipo de experiencias no es para todo el mundo. Hay personas que tienen ese anhelo o interés de viajar y otras que no, y esto no te hace ni mejor ni peor. Son formas distintas de vivir la vida. Tercero es tratar de formarse lo más posible, empezando por idiomas -el inglés es clave para todo-. Por último, quiero aclarar que no hay recetas mágicas y que cualquiera sepa que no es fácil. Como todo lo que vale la pena, cuesta.
-Suponete que la persona que sos hoy, habiendo recorrido todo el camino que ya hiciste, está sentado al lado del que eras cuando estabas por irte de Argentina. ¿Qué le dirías para ayudarlo, para allanarle el camino pensando en cosas que te salieron bien y otras que no tan bien?
-Le diría tres cosas, que tenga paciencia, que confíe y que le esperan cosas increíbles. No fue un camino de rosas, hay días en que todo cuesta, pero si tengo que mirarlo a la distancia, estoy convencido de que fueron años de mucho crecimiento en lo profesional y en lo personal. Fueron años llenos de desafíos y de personas que me marcaron a fuego. Le diría a ese José que está dudando que le dé para adelante y que ponga toda la energía, que no se va a arrepentir.