Esta semana la mayoría de las cámaras empresarias de la Argentina se pronunciaron en contra de la posible expropiación de la firma agroindustrial Vicentin, anunciada desde el Gobierno. Desde la Copal, pasando por las semilleras hasta Ciara-Cec, por mencionar solo algunos casos.
En forma particular, a título personal, los empresarios tampoco ahorraron comentarios al respecto. Uno de los que habló fue Pablo Paladini, dueño del frigorífico porcino Paladini, quien hizo mención a la necesidad de que el tema avance en la justicia comercial y no mediante una intervención del Gobierno.
Paladini, mientras se mostraba muy optimista respecto al crecimiento del mercado asiático para la carne argentina, remarcó también que en la Argentina se necesitan más inversiones, pero este tipo de medidas atenta contra la iniciativa privada.
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En la misma línea se expresó, Alberto Zuccardi, dueño de la bodega Zuccardi, quien además afirmó: “El Estado no es un buen operador para las empresas en actividad, donde el sector privado puede hacerlo eficientemente”. Citó como ejemplo a la empresa estatal Bodegas y Viñedos Giol que, a partir de su disolución, permitió el desarrollo del sector.
Otro empresario del mundo agroindustrial que se refirió a la cuestión fue Ignacio Noel, dueño del molino harinero Morixe. En esta sección tiempo atrás hablamos de su empresa. Actualmente Morixe es uno de las líderes en ventas de harina en el mercado interno y a partir de la cuarentena obligatoria, sus ingresos tuvieron un despegue fenomenal.
Lo cierto es que Noel, respecto al tema Vicentin, no fue tan crítico de la expropiación e hizo un llamado de atención a la situación de uno de sus mayores competidores en el sector, la empresa Molino Cañuelas. Según Noel es competencia desleal enfrentarse a empresas que tienen deudas millonarias con bancos públicos y privados, y eso no hace temblar su operatoria.
“Es inviable para el resto de los empresarios. Yo capitalizo mi empresa de mi bolsillo mientras otras tienen un crecimiento magnífico gracias a créditos que después no pagan”, graficó el empresario.
Más allá de las explosivas declaraciones de Noel, continúa siendo un gran interrogante que sucederá con Molino Cañuelas, que tiene deudas superiores a los 1.400 millones de dólares y ni siquiera logró reestructurar su deuda bancaria, aunque tampoco está en convocatoria de acreedores.
La diferencia entre Molino Cañuelas y Vicentin, según dicen en el sector, es que el primero en ningún momento incurrió en falta de pago con sus proveedores del sector primario, es decir, los productores que le vendieron trigo.
Según se especula, en las próximas semanas habría novedades porque los bancos acreedores están dispuestos a cobrar sus deudas pospandemia. O caso contrario, comenzarán las acciones en la justicia.