El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania está generando diversos efectos en la economía mundial, uno de los cuales es un fuerte incremento de los precios de los commodities del agro, que le aseguraría ganancias extraordinarias a las corporaciones agroindustriales globales durante este año. En ese marco se generó un debate clave: ¿Deben las grandes compañías abandonar sus operaciones en suelo ruso a modo de castigo?
Es conocido que firmas como Coca Cola, McDonald ‘s, Netflix y hasta Google suspendieron sus operaciones en el país liderado por Vladimir Putin. Medidas que desde el punto de vista geopolítico buscan sentar una posición respecto al conflicto, pero lo cierto es que el castigo también llega en forma directa al pueblo ruso.
Distinta parece ser la posición que están tomando las grandes corporaciones del ámbito agroindustrial. Por lo pronto, empresas como Cargill, Bunge, ADM, Danone y Nestlé, entre otras, no solo no se retiraron de Rusia, sino que, en el caso de las alimenticias, aseguran el abastecimiento de sus productos en los canales comerciales.
Las empresas relacionadas al negocio agrícola y de alimentos optaron por frenar proyectos de inversión, pero están lejos de cerrar sus operaciones.
Por ejemplo, Danone, el fabricante de yogur más grande del mundo, aseguró que seguirá vendiendo productos lácteos, botellas de agua y alimentos para bebés. Su presidente ejecutivo, Antoine de Saint-Affrique, fue claro al explicar el porqué de su decisión: “Tenemos una responsabilidad con las personas a las que alimentamos, los productores que nos proporcionan leche y las decenas de miles de personas que dependen de nosotros”.
En tanto Cargill, que emplea a unas 2500 personas en Rusia y comenzó a comerciar con la entonces Unión Soviética en 1964, dijo que frenará nuevas inversiones, pero no se retirará. “La comida es un derecho humano básico y nunca debe usarse como un arma”, detalló la compañía por medio de un comunicado.
Algo similar ocurre con Bunge, ADM y Viterra, que frenaron inversiones, pero de ninguna manera dejaron de operar en territorio ruso, mientras que en paralelo estarían invirtiendo en fondos humanitarios destinados directamente a la población de Ucrania.
A su vez, la empresa de tecnología para el agro Syngenta, que tiene un negocio de más de 1000 millones de dólares en la región de Ucrania y Rusia, actualmente continúa suministrando semillas y productos químicos a los agricultores rusos y explicó que el objetivo es mitigar una posible escasez mundial de alimentos.
De esta manera, a pesar de las presiones que ejerce el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, para que las empresas de occidente ejerzan un real bloqueo a Rusia, las firmas del agro y la mayoría de las alimenticias están lejos de acatar ese plan.
La explicación es simple, el pueblo ruso necesito seguir trabajando y comiendo; y por supuesto los agricultores sembrando, muy a pesar de tener como gobernante a Vladimir Putin.