La progresiva pérdida de competitividad cambiaria de la soja argentina acaba de sumar un “capítulo” adicional que compromete aún más su situación.
El gobierno brasileño –como ya ha hecho en otras oportunidades con diferentes gobiernos– devaluó el real con el propósito de mejorar la competitividad de corto plazo de los sectores exportadores en general y agroindustriales en particular.
Así, mientras que en el mercado internacional los valores de la soja vienen cayendo en línea con crecientes riesgos geopolíticos, los productores brasileños pudieron comenzar a “divorciarse” de esa realidad al recibir más reales por cada tonelada vendida.
Esa política, precisamente, está orientada a intentar mantener constante el ritmo comercial del sector agrícola para así evitar la interrupción del flujo de ingreso de agrodivisas.
En la Argentina, en cambio, se registra el fenómeno inverso, dado que el gobierno de Javier Milei está retrasando el tipo de cambio con el propósito de que actúe como “ancla” contra la desproporcionada inflación heredada de la gestión de Alberto Fernández.
El plan de estabilización del gobierno argentino, instrumentado en el marco de un desorden macroeconómico significativo, conspira contra la competitividad de los sectores exportadores, pero en el caso de la soja es mucho más dañino porque el poroto está gravado con un 33,0% de derechos de exportación.
Se deteriora la competitividad cambiaria de la soja argentina y cada mes que pasa se pone peor
El dólar estadounidense, por otra parte, se está revaluando a nivel internacional, tal como se puede advertir en el índice de dólar (“dollar index”) que muestra el valor de la moneda de EE.UU. respecto a una canasta de otras monedas importantes, como es el caso del euro, yen, libra esterlina y franco suizo, entre otras.
Eso implica que los commodities –como los productos agroindustriales– se tornan más “caros” para los países importadores, dado que las materias primas básicas están denominadas en dólares estadounidenses.