En 1965, Atahualpa Yupanqui compuso y grabó “Mi Viejo Potro Tordillo”.
El tema echa luz sobre una situación todavía cotidiana en el agro argentino: la tarea de los acopiadores de caballos viejos (o no tan viejos) que sobran en los campos y que van a alimentar unos pocos frigoríficos de equinos que funcionan en el país. Una figura antipática. Odiada en proporciones semejantes al amor que muchos profesan por los caballos.
Los equinos viven en promedio unos 25 años, aunque se conocen casos de ejemplares que vivieron hasta 40 años. ¿Qué sucede cuando llegan a viejos?
Según datos del Ministerio de Agroindustria, el país cuenta con un stock de 2,6 millones de equinos, de los cuales en 2016 fueron al matadero 99.219 cabezas. La producción nacional de ese tipo de carne fue de 22.517 toneladas, apenas un 1% de lo que se produce de carne bovina.
Pero no todos los caballos tienen este final. El tordillo del gran Atahualpa, al menos, zafó del mazaso.