Las exportaciones de carne vacuna llegaron en agosto a las 79 mil toneladas res con hueso, lo que significó que se enviaron fuera del país casi el 30% del total de carne producida, que llegó a 270 mil toneladas. En el acumulado del año, las ventas al extranjero representan casi 25% del total. Es decir que 1 de cada 4 kilos producidos se exporta.
China sigue siendo el mayor cliente de la Argentina y ya no solo lleva carne de vaca, que hasta hace poco fue la categoría estrella en el mercado ganadero (sus valores acortaron la brecha con el novillo o la hacienda liviana como nunca antes). Los chinos necesitan carne, mucha, por su crisis en el rodeo porcino, y por eso hoy los frigoríficos le están vendiendo carne con hueso, medias reses y no sólo de vaca, también de novillos, de ganado holando y algo de hacienda liviana.
Según el informe mensual de exportaciones del IPCVA, con destino a China entre enero y agosto se envío el 72% del total de la carne exportada. El incremento de las ventas a ese país en lo que va de 2019 fue de 102% interanual.
Por otra parte, los despachos a todos los mercados que tiene abiertos la Argentina registran una mejora de 45% en comparación con el año anterior. Esa diferencia se explica porque China compensa las caídas de ventas a otros destinos, como Rusia que redujo sus compras en 69%, o Chile que se achicó en 18%.
Hay que remontarse al año 2005 para encontrar en las estadísticas oficiales una participación similar del negocio exportador sobre la producción de carne vacuna.
Ese año todo el futuro parecía prometedor para la ganadería argentina, hasta que pocos meses más tarde -en marzo de 2006- el ex presidente Néstor Kirchner usó de chivo expiatorio al sector cárnico, le echó la culpa de la inflación y los acusó de complotarse en contra de la mesa de los argentinos. Vino entonces el cierre de exportaciones y los controles de precios a la carne y la hacienda, que finalmente dejaron al país con 10 millones de cabezas menos de ganado y muchos frigoríficos cerrados. Las plantas que sobrevivieron lo hicieron postergando inversiones en infraestructura que ahora intentan recomponer.
Pese al crecimiento de las ventas al extranjero, que beneficia a un grupo de empresas, la mayor parte de la carne se comercializa en al mercado interno, que sufre los embates de la crisis económica. Por eso el precio del novillo que se vende para la demanda interna mejoró sólo 44% (de 45 pesos por kilo vivo de septiembre de 2018 a los 65 pesos de septiembre pasado), cuando la inflación fue de 60%.
En este escenario, las cuentas no dan bien para la industria “consumera”, que además de lidiar con un mercado interno caído debe soportar la crisis del cuero. Ese subproducto no solo perdió valor. Ahora, en algunos casos, los frigoríficos también deben pagar a las curtiembres para que se los retiren de las plantas de faena.