“En la zona del norte y noreste de la provincia hay hasta un metro y medio de nieve. La mayoría de los animales están tapados y la gente los va descubriendo de a poco”.
Con esa frase Adrián Giménez, ingeniero forestal y contratista de Esquel, en Chubut, describió la situación detrás de las grandes nevadas que soportó aquella región, donde es característica la producción de ovinos. Muy baqueano de la zona, Giménez agregó que: “Hay pérdidas totales. Para los productores chicos laneros o de caprinos que manejan de 80 a 200 o 440 cabezas las pérdidas son muy grandes”.
Escuchá la entrevista con Adrián Giménez:
Estas nevadas, especialmente para los productores más chicos, fueron ka frutilla de un cóctel muy peligroso. La producción ovina de la Patagonia ya la venía pasando realmente mal, bailando al ritmo de una macroeconomía complicada, de la falta de políticas que desarrollen las producciones regionales y de las dificultades que generó el coronavirus.
Hasta el año pasado el precio de la lana venía recuperándose, pero la pendemia se encargó de reducir la demanda de la lana a la mínima expresión, al punto tal que el precio quedó en tal sólo una referencia porque en los últimos meses no hubo casi quien comprara el producto. Así que muchos productores se quedaron con la mercadería estoqueada y con el temor de que en la nueva zafra se genere una sobreoferta y posteriores complicaciones comerciales.
El coronavirus también generó dudas respecto de la posibilidad de disponer del personal necesario para la esquila. Giménez comento que por suerte antes de las grandes nevadas se hicieron algunas tareas (la pelada de ojos, sobre todo), pero que se necesita que pueda ingresar el personal de las comparsas que vienen bajando desde Río Negro y que cuentan con personal más capacitado.
A todo esto se sumaron las nevadas, que tendrán beneficios en la geografía de la zona en la primavera y el verano pero que ahora mismo están provocando grandes pérdidas económicas, especialmente a los pequeños y medianos productores. En las últimas dos semanas se vieron imágenes de animales con la nieve al cuello, pero hay millares que quedaron tapados, o aislados y sin alimento, lo que significan enormes pérdidas económicas para el sector.
Por ahora, la respuesta que dio la política a esa situación fue la declarar la emergencia agropecuaria en la región que esencialmente exhime de algunos impuestos y prorroga otros. Los gobiernos locales, mientras tanto, están implementando medidas para llevar forraje a las zonas más crítica y en reconstruir los pasos hacia los puestos y estancias que quedaron aislados.
Giménez, con toda razón, consideró para los pequeños productores que ya perdieron parte de sus majadas la Emergencia Agropecuaria “prácticamente no tiene incidencia”. Y bregó: “Lo que se necesita es ayuda económica, capital de trabajo porque si no van a desaparecer”.
“Ojalá la ayuda venga pronto y rápido”, concluyó.