Hernando Lagos Mármol es un emprendedor nato. Una década atrás sus primos y tíos le solicitaron que se sume como director a la empresa agropecuaria familiar –integrante del CREA Pergamino, región Norte de Buenos Aires– y él, si bien estaba (y sigue estando) corto de tiempo, aceptó.
“Me encontré con un campo en oferta y me decían que no se podía alquilar porque el establecimiento tenía presencia de malezas problemáticas y lo que pedían no lo valía. Y si es por menos, ¿lo alquilarían?, pregunté. Finalmente logré bajar mucho el valor de arrendamiento y ese año eso representó un gran negocio”, recuerda Hernando.
“Muchas veces la mirada fresca de alguien que viene de otro sector suma valor a las empresas agropecuarias porque puede visualizar oportunidades al no dar nada por preestablecido”, añade.
Por entonces Hernando tenía un emprendimiento textil, pero estaba buscando nuevos horizontes porque el negocio se estaba licuando en línea con la progresiva caída del poder adquisitivo de los consumidores argentinos.
Un amigo, Eduardo Teisaire, quien trabajaba en el rubro gastronómico, le mostró una local disponible, ubicado a una cuadra y medio del Ecoparque porteño, y le dijo que era ideal para montar allí un emprendimiento gastronómico.
“El local, con 45 metros cuadrados, no tenía espacio para plantear una propuesta tradicional con cubiertos, pero investigando descubrimos que en muchas naciones se estaba imponiendo el street gourmet, que implica ofrecer comida al paso con un elevado nivel gastronómico”, comenta.
Hernando, Eduardo y un tercer socio, Urbano Rattazzi, comenzaron así a ofrecer cerveza tirada con pinchos gourmet de bondiola, pollo, entraña, lomo, mollejas, salmón y hasta pulpo español, los cuales fueron confeccionados por el chef Daniel Tolosa.
“Al segundo día de abrir tuvimos que tirar todas las proyecciones que habíamos realizado porque estábamos vendiendo diez veces más de lo planificado; el éxito que tuvo resultó increíble y por momentos había extensas filas para poder comprar en el local”, apunta en un artículo publicado por Contenidos CREA.
En poco tiempo se expandieron y además comenzaron a ofrecer franquicias. La gran ventaja del negocio es que con pocos empleados se puede atender a mucha gente, dado que los pinchos se entregan envasados al vacío y se cocinan en cuestión de minutos.
En 2019 construyeron una fábrica en el Parque Industrial Buen Ayre (Ebapi), donde producen no sólo los pinchos envasados al vacío, sino también la cerveza con marca propia (PIBA), de manera tal de consolidar la calidad de la propuesta ofrecida.
En el año 2019 también ocurrió un hecho crucial en la historia del emprendimiento: abrieron un pequeño local propio en Milán, Italia, para evaluar la viabilidad del negocio en Europa y se encontraron nuevamente con un éxito arrollador. Posteriormente, gestionado por Daniel Tolosa, abrieron otro negocio en la ciudad española de Barcelona. El buen desempeño de ambos hizo que estén gestionando en la actualidad la posibilidad de abrir franquicias en otras ciudades y naciones europeas.
En el camino también hubo tropiezos, como dos negocios abiertos en las localidades bonaerenses de Lomas de Zamora y Lanús que no funcionaron y fueron finalmente cerrados.
El éxito de PIBA hizo que Hernando saltara al ámbito público como protagonista de múltiples artículos y entrevistas periodísticas (de hecho en 2021 también fue noticia cuando se negó a cerrar los locales a las 19:00 horas, como pretendía el gobierno porteño).
Sin embargo, pocos conocen que el emprendedor es director de una empresa agropecuaria familiar y que, cuando puede, asiste a las reuniones del grupo CREA.
“En la empresa agropecuaria contamos con un gran gerente, pero que, sin pautas aportadas por los accionistas, no podía tomar decisiones estratégicas. Mi trabajo consistió en decodificar los intereses de los accionistas para dotar al gerente de un rumbo claro que le permita tomar decisiones en función de los riesgos asumibles”, explica.
Dos veces por año se realizan reuniones con los accionistas para que Hernando, en su rol de director (también es accionista), exponga el balance de lo realizado junto con lo planificado.
“El gerente, que tiene treinta años trabajando en la empresa, había muchas cosas que quería hacer pero no se animaba; con el respaldo de los accionistas, esa situación cambio, de manera tal que se pudo liberar el potencial de gestión existente en beneficio de todos”, resalta.
El gran desafío para Hernando es lograr en PIBA lo que se pudo instrumentar en la empresa agropecuaria familiar: formar cuadros gerenciales para que en un futuro él pueda retirarse de las tareas operativas –que consumen la mayor parte de su tiempo– y dedicarse por completa a la tarea de director.
“Ojalá en algunos años más pueda contar con gerentes que sean mejores que yo y que puedan asumir mi cargo actual para pasar a ser director”, confía Hernando.
Me hace acordar a una tapa de la revista Barcelona “como con la ayuda de sus padres millonarios un joven millonario logro seguir siendo millonario”
Típico comentario de resentido. Creó una empresa que le da trabajo a mucha gente y satisface una necesidad socia. Eso tiene un valor enorme.
Resentido. Tenemos que generar empleo no vivir de lo ajeno como les enseño el kirchnerismo
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