La soja, además de ser el principal cultivo argentino, representa en gran medida la “reserva” de capital de las empresas agrícolas, ya que buena parte de los ingresos generados por la venta del poroto se emplean para financiar la nueva campaña agrícola.
La cuestión es que la gran mayoría de los productores agrícolas argentinos están “descubiertos” en soja a la espera de una recomposición de los precios internacionales de la oleaginosa que es poco certero que pueda darse.
Al pasado 10 de abril los productores –según el último dato oficial disponible– vendieron 12,22 millones de toneladas de soja 2023/24 sobre una cosecha final proyectada de entre 50 y 51 millones de toneladas.
Pero el dato clave es que la mayor parte de los forwards de soja del ciclo 2023/24 no tienen precio hecho, es decir, se trata de operaciones a fijar que están en “suspenso” hasta que los productores, cuando les guste el precio, liquiden la venta de manera efectiva.
Apenas 3,1 millones de toneladas de soja 2023/24 tienen precio hecho. Adicionalmente, los contratos futuros de Soja Rosario del Matba Rofex correspondientes al presente ciclo suman un interés abierto de 1,65 millones de toneladas. Si suponemos –siendo muy optimistas– que tales posicionamientos se hicieron antes del bajón de precios registrado en los últimos meses, entonces es factible advertir que el 90% de la oferta de soja está “descubierto”.
Los valores de la Soja Rosario Mayo 2024 del Matba Rofex, que llegaron a superar los 340 u$s/tonelada a fines del año pasado, están mostrando una gran dificultad para superar los 295 u$s/tonelada (este martes el precio promedio de la posición fue de 289,5 u$s/tonelada).
Con el avance de la cosecha de soja de primera en la zona pampeana, parte de lo recolectado no puede esperar a que mejoren los precios y está –si las lluvias lo permiten– ingresando al circuito comercial para cancelar compromisos o abonar cuotas de arrendamientos.
Con un negocio de soja 2023/24 presupuestado con precios de venta de 320 a 340 u$s/tonelada, la situación vigente se percibe como un proceso de “descapitalización” que probablemente repercutirá en la inversión por realizaren 2024/25.