Ider Peretti, el ruralista K y principal ladero empresario de Guillermo Moreno, fue denunciado penalmente hace diez días por administrar “de forma fraudulenta” la Confederación General Económica (CGE) entre, al menos, los años 2013 y 2015. Se trata de una institución importante con varias décadas de historia: fue fundada en 1952 por José Ber Gelbard, el empresario comunista que llegó a ser ministro de Economía de Juan Perón en su tercera presidencia.
La CGE debe haber sido la única institución más o menos seria que manejó Peretti, y al parecer -según dice la denuncia- la terminó de chocar. El dirigente de la Sociedad Rural de Morteros llegó allí de la mano de su jefe político, Guillermo Moreno, y fue escalando posiciones. El 5 de diciembre de 2012 fue elegido presidente tras la renuncia indeclinable presentada por el veterano empresario Guillermo Gómez Galizia. Desde ese mismo día, puso a esa entidad al servicio del proyecto político de Cristina Kirchner y su ex secretario de Comercio.
Pero, al margen de haber fundido a la histórica CGE, una entidad que no volvió a pisar desde la derrota electoral del kirchnerismo a fines de 2015, este personaje se especializó en crear otras cámaras a la medida de las necesidades y los negocios que se proponía hacer Moreno. Es decir, a pedido de su jefe político, Peretti se convirtió en un experto en inventar sellos de goma.
Antes de ausmir en la CGE, y también a instancias del entonces secretario de Comercio, el 4 de marzo de 2011 Peretti motorizó la creación del denominado Consejo Argentino de Productores (CAP), una entidad que tuvo vida tan corta que jamás se llegó a oficializar su creación mediante los protocolos correspondientes. El ruralista cordobés fue el primero y único presidente que tuvo la CAP en su efímera vida. Suscribió el acta de fundación junto a Ricardo Bruzzese, el inventor del programa “Carne para todos”, quien de manejar un par de camiones llegó a ser propietarios de tres importantes frigoríficos del ex grupo Penta.
La CAP, si acaso funcionó alguna vez, tenía sede en el bunker de Guillermo Moreno en el Mercado Central, una corporación estatal que había sido intervenida de facto por el funcionario. Además de Peretti y Bruzzese, la comisión directiva la integraron representantes de diversos sectores que debían lidiar cotidianamente con Moreno por los precios de los alimentos, como supermercados, avícolas, feedlots, molinos, lácteas, etcétera.
El segundo gran invento de Moreno y Peretti -mucho más peligroso que el primero- fue la Cámara Argentina de Productores y Exportadores de Cereales (Capeco), que también fue creada en el Mercado de Tapiales en junio de 2012 y obtuvo la personería jurídica de la provincia de Buenos Aires en un día peronista, el 17 de octubre de ese mismo año. Luego, cuando Peretti se mudó al edificio histórico de la CGE, en Rivadavia al 1100, la CAPECO se mudaría con él.
La CAPECO fue una pieza clave para armar la “secretaría paralela” de Moreno. Nuevamente Peretti fue designado como presidente, para controlar todo. La integraron algunas cooperativas agropecuarias de importancia (como ACA y AFA) pero además varios corredores o firmas menores en el comercio de granos que -a instancias de Moreno y frente a Cristina Kirchner- habían firmado en enero de 2012 el famoso acuerdo para “incentivar las exportaciones de trigo”.
Fue ese acuerdo el que permitió fijar nuevos cupos de exportación del cereal, que actuaban deprimiendo los precios internos del productor a punto tal que los chacareros perdían hasta 50 dólares por tonelada, que quedaban en manos de los exportadores u otros intermediarios. Un año después, en 2013, la oferta de trigo cayó a mínimos históricos por culpa de esta política que permitió que varios se llenaran los bolsillos a expensas de los productores.
El objetivo declarado de la CAPECO, cuyo único y primer presidente también fue Peretti, fue distribuir los permisos de exportación de trigo y maíz (ROE Verde) que antes manejaba la ONCCA y luego desitribuía la UCESCI, un organismo directamente controlado por Moreno. Ya volveremos más adelante con la historia de este “sello de goma”. Tan trucha era la entidad, que según denunció oportunamente La Nación, Peretti cobraba las cuotas a los socios en su propia cuenta bancaria, la personal.
Con la llegada de Peretti a la histórica CGE, ya no hubo necesidad de inventar otras entidades empresarias a la medida de Guillermo Moreno: todo se podría hacer desde allí.
Una filtración de documentos de la propia CGE muestra ahora que, en sus días de gloria, el ruralista K y su jefe político habían llegado al extremo de la creatividad, pues proyectaban la fundación de múltiples cámaras empresarias, como brazos de la propia Confederación, para comenzar a operar en otros muchos rubros de la actividad económica.
Históricamente, la CGE se dividió en tres grandes ramas: la Confederación General de la Industria, la de la Producción (agrupaba a los sectores del agro); y la de Servicios. Pero esos tres compartimientos, quedaban muy chicos para los sueños de expansión de Moreno y Peretti.
Los dos socios, uno funcionario, el otro empresario, llegaron incluso a escribir las actas de fundación de otra serie de “sellos de goma” que les iban a permitir una rápida expansión: había planes para crear una entidad específica para los sectores de Energía, Minería e Hidrocarburos; para Agroindustria; para Comercio Exterior; para Comercio Interior; para las Economías Regionales; para la Frutihorticultura; para Ganadería, Lechería y Pesca; para Industria y Manufacturas; para Jóvenes Empresarios; para Servicios de Comunicación y Cultura; y hasta para Educación, Ciencia y Tecnología. Incluso en varias de esta cámaras ya se habían elegido a los directivos…
Pero luego sucedió lo impensado: Daniel Scioli perdió el ballotage frente a Mauricio Macri y el kirchnerimso se vio obligado a alejarse del poder que había manejado durante doce años. Y así quedaron truncos los planes de expansión del ex secretario de Comercio y de su fiel ladero empresario.
Planes demasiado efímeros. Como todas las cosas que se hacen solamente para sacar provecho personal.