Casi nadie en las cadenas agropercuarias recibió de buen talante la novedad de que el Dólar Agro, anunciado en mayo pasado por Sergio Massa como un paliativo para las economías regionales, incluirá a partir de ahora al maíz. Esto es porque ese grano, a diferencia de la soja que se exportas en un 95%, tiene múltiples usos internos. Y por lo tanto, muchas actividades que utilizan maíz como materia prima sufrirán de inmediato un incremento de los costos que se estima en cerca del 15 al 25%.
¿Por qué? Porque el precio del maíz que se calculaba hasta ahora a un dólar oficial de 270 pesos se deberá estimar multiplicando el valor en dólares por 340 pesos. El salto es de 25%.
La Argentina utiliza cerca de 17 millones de toneladas de maíz por año para muchas cosas. Se utiliza en molienda seca para producir polenta. En molienda húmeda para producir fructosa, que es el endulzante principal de muchas gaseosas. Se utiliza también para la producción de bioetanol, el renovable que por ley debe mezclarse con las naftas. Pero sobre todo se utiliza en gallineros, corrales de engorde, granjas porcinas y también tambos. Las cadenas productoras de carne son los principales demandante de este cultivo.
“Habrá un aumento inmediato del 15% en costos de producción de bioetanol”, decían anoche fuentes de esa industria, donde además se preveía que muchos productores que habían entregado su maíz con precio a “fijar” iban a reclamar una inmediata corrección de los valores. En las cadenas pecuarias también se esperaba un fuerte ajuste de los precios internos del maíz para los próximos días, tanto en los lotes destinados a la exportación como para el mercado doméstico.
Esto ya sucedió con la soja, en las tres variantes del operativo para mejorarle el tipo de cambio a ese cultivo, en septiembre de 2022, diciembre de ese mismo año y mayo de 2023. Siempre el impacto del anabólico cambiario se trasladó a todos los precios sin distinguir el destino final de la mercadería. En el caso del maíz, habitualmente el 30% de la producción se dedica al mercado interno, contra 70% de la exportación. Pero este año, la sequía recortó dramáticamente la oferta y las proporciones son parejas. El encarecimiento del maíz por el mejor tipo de cambio (de 270 pesos oficiales pasará ahora a 340 pesos, menos retenciones del 12%) encontrará a un mercado local demandante justo cuando el grano no sobra.
“Apenas haya un valor mayor para el maíz, todos van a tener que acomodarse a ese valor, como pasó con la soja desde la primera de las versiones. Si no preguntale a los extrusores cuánto tenían que pagar”, dijo a Bichos de Campo un ex funcionario crítico de las medidas de este tipo. Luego comparó las situaciones: “Con el maíz mucho peor, porque están los avícolas, porcinos, tambos, bioetanol, feedlots. Es un quilombo importante”, avisó sin que nadie lo escuchara.
Pero manda la necesidad de que el agro liquide divisas ante el Banco Central, y entonces los colaterales parecen no importar demasiado. Y los colaterales son varios. En el caso de la soja, de mucho menor impacto, esto obligó a la Secretaría de Agricultura a instrumentar varios operativos millonarios para compensar a los sectores perjudicados.
¿Y cuánto maíz queda por vender? La Argentina ha calculado este año un saldo exportable exiguo de 20 millones de toneladas, de las cuales ya se anotaron (mediante Declaraciones Juradas que congelan los valores y los tributos) 14,6 millones de toneladas. Es decir que técnicamente podrían aprovechar este tipo de cambio de 340 pesos solo los negocios restantes por 5,4, millones de toneladas.