El Boletín Oficial de este lunes es casi el último que se publicará antes del recambio presidencial del 10 de diciembre. Contiene una norma más bien extraña: con el Decreto 847/19 -quizás el último que haya firmado el presidente Mauricio Macri-, el Gobierno habilitó una cuota de exportación de 2 millones de cueros vacunos sin curtir, que así no deberán pagar las elevadas retenciones que tributan esos productos desde hace décadas, gracias a la persistencia de un régimen de protección a la industria curtidora.
“Desgrávase, desde la entrada en vigencia de esta medida y hasta el 31 de diciembre de 2021, del Derecho de Exportación fijado (…)” sobre las exportaciones de cueros salados o wet blue, que son los cueros que tienen apenas el primer grado de elaboración luego de la faena de los bovinos y antes de su ingreso a un proceso industrial de curtido. “La desgravación establecida en el párrafo anterior se aplicará a un límite máximo de 2 millones de unidades correspondientes a las mercaderías detalladas”, estableció el artículo 1° del decreto, que además de Macri firmaron Marcos Peña y los ministros Luis Miguel Etchevehere, Dante Sica y Hernán Lacunza.
El segundo artículo aclara que la desgravación de los cueros sin curtir regirá solamente para las retenciones tradicionales que penalizan ese producto (que, como la soja, nunca dejó de tributar altos derechos de exportación) desde la época de la dictadura de Agustín Lanusse, a principios de los años ’70. Es decir que los cueros sin procesar seguirán tributando, como cualquier otra mercadería, los 4 pesos por dólar establecidos en septiembre de 2018 por el mismo gobierno macrista.
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Los derechos de exportación para los cueros sin procesar se fijan con una fórmula extraña confeccionada a medida de las curtiembres, ya que aunque nominalmente ese tributo se ha ido reduciendo hasta 10%, la alícuota se establece sobre el valor de los cueros en el mercado internacional, que es el doble del pagado en la Argentina. Así las retenciones efectivas llegan hasta el 40% y hacen prohibitiva cualquier negocio efectivo. En consecuencia, los frigoríficos que son dueños de los cueros se ven forzados a venderlos a un pequeño grupo de curtiembres que les imponen un precio de ruina.
El argumento de los sucesivos gobiernos para preservar este régimen de protección a la industria curtidora es que se debe evitar la fuga al exterior de la materia prima (los cueros) para añadir aquí el valor agregado al producto. Pero lo que sucede no es eso: las curtiembres realizan aquí solo los primeros procesos industriales del curtido (los más contaminantes) y venden las piezas enteras al exterior, sin añadir demasiado más valor que ese. Parten de obtener una materia prima mucho más barata que en el resto del mundo, pero sin servir de soporte a una verdadera industria marroquinera o de calzado.
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Según fuentes de la industria curtidora consultadas por el diario La Nación, mediante este mecanismo la industria frigorífica y los ganaderos (dueños iniciales de los cueros) realizan una transferencia de unos 100 millones de dólares anuales a los curtidores, entre los que talla especialmente la empresa Sadesa, la poderosa curtiembre multinacional de la familia Galperin. Luego ese sector industria exporta cueros curtidos -fundamentalmente hacia China- por unos 1.000 millones de dólares anuales. La estadística la lleva la Cámara de la Industria Curtidora (CICA), que además realiza los controles de calidad. Pero las cifras no son públicas en la web institucional de ese sector.
Con este trasnochado decreto de último momento, Macri habilitó una cuota minúscula para exportar cueros sin curtir y tratar de romper esta lógica del negocio. Es minúscula porque el cupo de 2 millones de cueros sin curtir hasta diciembre de 2021 (es decir para los próximos 24 meses) equivale solamente a la producción de 2 meses (la faena supera levemente el millón de cabezas por mes). Pero además, como la desgravación de retenciones se aplicará hasta que se liquide esa cantidad de cueros, lo más probable es que se aplique sobre el stock de cueros que ya está en poder de los frigoríficos. Habrá que verificar bien en los próximos meses quiénes son los beneficiarios de esta medida tardía.
El macrismo, en definitiva, dejará el poder sin resolver lo que en la Mesa de las Carnes se le reclamaba tanto: que ponga fin al régimen de protección de los curtidores. Solo habilitó una cuota equivalente a menos del 10% del volumen del mercado, para que algunas empresas fuguen hacia el exterior con sus cueros sin curtir y escapen de la cacería en el zoológico que realizan los curtidores, más allá del color de cada gobierno.
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Macri, primero a través de su ex ministro de la Producción, Francisco “Pancho” Cabrera, y luego con la gestión de su sucesor, Dante Sica, había prometido varias veces emprenderla contra este régimen histórico. Incluso para enero de 2019 había asegurado que bajaría a la mitad las retenciones a los cueros, cosa que nunca sucedió. Ahora solo abrió una pequeña ventanita para escapar de este sistema.