Saber dónde está cada lote sembrado por la compañía Bioceres con su ahora famoso trigo HB4 se ha transformado en una cuestión de estado. No solo porque lo ordenó la justicia, sino porque ha sido el reclamo de toda la cadena comercial de ese cereal, para que se puedan evitar posibles episodios de contaminación del trigo convencional con esa variedad transgénica, la única que se siembra en grandes superficies en todo el mundo aunque todavía no cuente con los permisos definitivos.
Para empezar se conoce ahora con precisión, a partir de la difusión de un informe elaborado por el Ministerio de Agricultura, el INASE (Instituto Nacional de Semillas) y la propia Bioceres, que no son 55.000 las hectáreas sembradas con el HB4 (pensando en producir semillas para cuando se libere) sino 52.755 hectáreas, y que casi la mitad de ellas están ubicadas en la Provincia de Buenos Aires.
Para tener una dimensión, vale decir que estas siembras equivalen a más de 2 ciudades de Buenos Aires enteras, ya que se estima que la capital federal ocupa unas 22 mil hectáreas, el equivalente a 22 mil manzanas de 100 x 100 metros.
De toda la superficie sembrada en los meses de invierno ya se han cosechado unas 7.000 hectáreas, el 14% del total, con rindes más bien pobres pues hasta ahora se obtuvieron solo 8.700 toneladas. De todos modos, es lo habitual en las provincias del norte, que son las que primero se trillan. Los números se irán engrosando a medida que avance la recolección cada vez más al sur. Suponiendo que el promedio sea finalmente igual al nacional, de unos 3.000 kilos por hectárea, estamos hablando de casi 160 mil toneladas. En silobolsas de 200 toneladas cada uno, habrían falta unos 800.
Se sabe dónde está ubicado cada lote de trigo HB4 y está es la condición inicial para montar ahora un estricto programa de control, que pueda evitar la fuga de esa variedad y un potencial episodio de contaminación que pueda perjudicar al resto del cereal producido en la Argentina, cuyo principal destino será la exportación. Se espera una cosecha cercana a las 21 millones de toneladas, y de ese volumen los argentinos solo consumiremos unas 6,5 millones.
El Ministerio de Agricultura apuró este esquema de control un poco por las exigencias de la cadena comercial (acopios, molinos y cerealeras rechazan el HB4 con el argumento de que el consumidor, aquí y en el mundo, no quiere un trigo transgénico) pero otro poco para cubrir sus propios pifies. Esa cartera aprobó la innovación de Bioceres en octubre de 2000, pero condicionó la venta de semillas a que Brasil (principal mercado del cereal argentino) también lo aceptara. Esto no sucedió o mejor dicho sucedió a medias (pues el vecino país solo aprobó la harina de trigo HB4). Por lo tanto, sigue estando prohibido sembrar el HB4.
¿Y entonces? ¿Por qué hay más de 52 mil hectáreas sembradas? Porque el INASE autorizó a la empresa INDEAR (formada por Bioceres y el Conicet) hacer esta expansión para comenzar con la producción de la semilla que sería vendida en caso de una aprobación. Por eso ahora es el propio organismo el que debe cuidar también sus propias espaldas. Si hubiera una contaminación que nadie desea, sería de algún modo corresponsable.
Hacia fines de la semana pasada, Agricultura reunió a toda la cadena triguera para presentar su plan para evitar esta desgracia. Y en las últimas horas se conocieron detalles del sistema que ya se está ejecutando, porque la cosecha ya comenzó. No todos los sectores se quedaron tranquilos, pero desde la agroexportación dijeron a Bichos de Campo que el esquema de trabajo parece riguroso y era mejor de lo que esperaban. “Ahora tenemos que ver que se cumpla y mostrarle al mundo que estamos dándole las garantías que necesitan”, resumió la fuente.
Este es el documento presnetado por las autoridades:
Trigo HB4 presentacion 19_11
En principio, ya se sabe que todo el trigo HB4 que se coseche será almacenado en silobolsas dentro de los propios lotes identificados, y que la propia Bioceres controlará la custodia del almacenaje en esos bolsones “mediante sistemas de sensores remotos que registraran principalmente movimiento y variables de calidad. De esta manera Bioceres podrá en todo momento conocer el lugar y el estado de la producción HB4”.
El esquema se completará con un sistema de trazabilidad en blockchain donde se registrarán todos los movimientos de unas 350 cosechadora con monitor de rendimiento calibrado y transmisión en tiempo
real; tolvas que tengan registro de peso; y camiones con gps, control de peso y transmisión en tiempo
real. En total hay 250 empresas agrícolas involucradas (de golpe aparecieron 25 más respecto de los 225 productores informados originalmente) que han firmado 372 contratos de siembra con la compañía que desarrolló el HB4. El lote más grande tiene casi 3.000 hectáreas. Pero en promedio son mucho más pequeños, de 142 hectáreas.
El INASE dispondrá de unos 50 agentes para realizar inspecciones en cada uno de esos 372 puntos de control y verificar, entre muchas cosas, que los equipos que han participado de la siembra y los que participen de la cosecha sean adecuadamente lavados, para evitar que sean vehículos de una contaminación hacia los campos.
Este sistema permitirá, según prometieron las partes involucradas, “elaborar un mapa interactivo y un monitor de seguimiento permanente en el Ministerio de Agricultura y el control de siembra y cosecha de Trigo HB4”, que a la vez permitirá “informar a los actores de la cadena sobre las tareas de control y el estado de confinamiento de las semillas cosechadas”.
Adicionalmente, las grandes cerealeras han comenzado a instrumentar otras dos estrategias para evitar el escenario más temido: en todos sus contratos de compra del trigo imponen una cláusula especial para comprometer al productor a no vender ese trigo resistente a la sequía y al mismo tiempo comenzaron a instrumentar un sistema de controles en los puertos, ante el ingreso de camiones cargados con el cereasl que comenzará a intensificarse en los próximos días.