En las últimas horas sucedió un hecho muy anhelado por Nahuel Levaggi y todos los que integran la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra): la inauguración de un pabellón específico dentro del inmenso Mercado Central para que los pequeños productores organizados pueden ofrezcan directamente su oferta de frutas y verduras, sin intermediarios.
Hace unos años, desde que Bichos de Campo realizó la primera entrevista a Levaggi, cuando la UTT promovía los primeros ‘verdurazos’ y otras acciones en contra de la política agropecuaria del gobierno de Mauricio Macri, este militante social decía lo que ahora continúa diciendo: que los pequeños productores de los cinturones hortícolas -muchos de ellos de la colectividad boliviana- estaban presos de un sistema comercial injusto, donde el intermediario imponían los precios y se quedaban con la parte del león del negocio, por lo menos en sus primeros eslabones.
Por eso era interesante presenciar la inauguración de este pabellón especial en el Mercado Central, pensado justamente para prescindir de esa intermediación. Es que en marzo de 2020 Nahuel fue designado presidente de la Corporación tripartita (Nación/ciudad/provincia) que administra ese centro de abastecimiento de frutas y verduras. Pero a pesar de haberse probado el traje de funcionario (lo que no es estrictamente cierto, porque sigue vistiendo de remera son saco ni corbata), continuó denunciando lo mismo: que los productores más pequeños eran vulnerables en materia comercial y que por lo tanto debían tener acceso directo a ese mercado.
Antes de cortar las cintas del nuevo pabellón, Levaggi reconoció que la construcción de un espacio específico en el mercado le llevó mucho más tiempo y esfuerzo del que hubiera querido. Y eso que no lo metieron dentro de una de las grandes naves frutihortícolas que ya están operativas y mucho menos le disputaron espacio a los enormes depósitos fiscales que fueron fruto claro de la corrupción del primer kirchnerismo. El nuevo pabellón es más bien modesto y fue levantado en terreno hurtado a uno de los estacionamientos. Tiene 14 puestos que comenzarían a llenarse de frutas y verduras -sobre todo producida en Buenos Aires y de Mendoza- a partir de hoy miércoles.
En su discurso, Levaggi admitió que en la UTT no imaginaron tanta dificultad cuando accedieron a la conducción del Mercado Central hace dos años, con una agenda muy ambiciosa de cambios que fue bastante resistida por los poderes más concentrados del negocio frutihortícola. “Había una cuestión de odio al pueblo, a los negros, a los pobres”, se lamentó. Contó que de todos modos pudieron hacer algunas cosas y cumplir algunos objetivos. Este pabellón era uno de los más importantes.
No se entendía qué hacía en el lugar Amado Boudou, el ex vicepresidente condenado por afanarse la máquina de hacer billetes, y otros conspicuos ex funcionarios kirchneristas, como Alicia Castro o Gabriel Mariotto. Cuando fue ministro de Economía y gozaba de todo el poder, a Boudou jamás le preocuparon las desgracias de los pequeños productores y mucho menos movió un dedo hacia ese lado de la balanza. Pero allí estaba, sonriendo tontamente y recibiendo palmadas de otros militantes.
Para inaugurar el pabellón un grupo de productoras de la UTT realizó primero una pequeña actuación mostrando cómo suelen trabajar en sus quintas: expusieron como sufren con el alto costo de los alquileres y sobre todo mostraron cómo los intermediarios compran a “culata de camión” solo lo que necesitan, obligándolos a tirar incluso una parte de la producción. En la parodia, luego, las campesinas recibieron un llamado desde el Mercado Central, donde les ofrecían un puesto para vender directo. Celebraron.
Zulma, una entusiasta dirigente de la UTT, luego se puso seria y agradeció la oportunidad de vender directo sus cosechas. Ella además se ocupó de aclarar algo importante: que los nuevos puestos no serán ocupados solamente por las organizaciones adheridas a ellos sino que habrá otras organizaciones , como el Movimiento Agrario Evita o ASOMA, que también podrán hacer uso de este espacio. “Que la comida no falte”, se despidió la mujer.
Esto es algo de debería figurar en la agenda de “pendientes” de Levaggi y otros dirigentes de este sector “desposeído” del agro: estaban unidos cuando eran oposición al macrismo, pero no lograron mantener esa unidad ni bien el peronismo recuperó el gobierno. Por el contrario, se desperdigaron por todos lados, en diferentes cargos y espacios de pequeño poder, desde donde no modifican casi nada. Por eso es que todo cuesta mucho trabajo y tampoco avanzan otras políticas centrales que reclaman, como una ley de acceso a la tierra o que el Estado oriente sus compras públicas hacia este tipo de productores familiares.
Cada uno está cómodo acomodado dentro del Estado, reclamando justicia para el campesinado.
A Levaggi, de todos modos, se lo nota inquieto y hasta algo sufriente por la extensa agenda pendiente, que el núcleo del poder kirchnerista no atendió antes ni atiende ahora, preocupado como está en los avatares del Consejo de la Magistratura. Por eso el presidente del Mercado Central recalcó tanto que el espacio para que los productores vendan directo sus productos era una de las grandes demandas históricas que ahora se pudo cumplir, pero que lejos está de solucionar todos los problemas.
Esquivando justamente estos problemas, hubo muy pocos funcionarios de primera línea en la inauguración: ni el ministro Julián Domínguez, ni el secretario de Comercio Roberto Feletti, ni el ministro de Desarrollo Social Juan Zavaleta. Y ni siquiera el subsecretario de Agricultura Familiar, Campesina y todos los demás rótulos, Miguel Gómez, que responde a otra logia enfrentada con la UTT, el Evita de Emilio Pérsico.
En soledad, el tucumano Mariano Garmendia, flamante presidente del INTA, reconoció en una breve intervención que la comercialización suele ser un cuello de botella para los pequeños productores, a veces mucho más perjudicial que la cuestión estrictamente productiva..
Llegó el corte de cintas. Una productora tomó el micrófono y se quebró, lloraba diciendo que este espacio era un sueño cumplido. Luego se abrazó con otras productoras. Quizás no haga falta más que esto para cerrar esta breve crónica.