Hace varios años ya que quienes habitan el Mercado de Liniers vienen practicando su despedida, que aunque se ha ido demorando por trámites y gestiones administrativas, de cara a la mudanza hacia el nuevo Mercado Ganadero de Cañuelas, ya es casi un hecho. Esa latencia quizás fue lo mejor, porque les ha dado suficiente tiempo para procesar años de historia, trabajo y tradición. O tal vez el tiempo nunca sea suficiente y el adiós jamás concluya.
Pero eso lo entiende solo quien lo ha caminado, y caminarlo no es una tarea sencilla para el que no conoce. Entre las pasarelas que suben, bajan, doblan y se pierden en un punto de fuga que parece no terminar, uno puede encontrarse a personajes que desbordan de anécdotas, y que pueden acercarlo al mito. Uno de ellos es Alfredo Guarino, periodista agropecuario con 46 años de trabajo ininterrumpido en el Mercado de Liniers, que por estos días está preparando la despedida de su oficina allí.
“El mercado es todo. Es parte de mi vida y mi familia. Uno a veces se traba hablando de esto porque emociona el hecho de que ha vivido toda su vida acá. Es una cosa muy linda”, dijo emocionado Alfredo a Bichos de Campo.
Su primera entrada al predio ganadero sucedió el 26 de noviembre de 1975. Guarino se había casado hacía poco tiempo y trabajaba en la oficina de prensa de la Dirección General Impositiva (DGI), cuando escuchó que estaban buscando un periodista para trabajar en el Mercado de Liniers. A partir de allí comenzó a realizar reportajes diarios con las ventas de hacienda para La Nación, Clarín y La Prensa.
“Arranque a trabajar acá porque tenía hambre. Me había casado, teníamos a nuestra primera hija y la cosa se ponía difícil. Vine sin saber de qué se trataba por supuesto”, admitió el periodista.
Pero aprendió rápido y para la década de 1980 ya participaba en distintos programas de radio, que con el tiempo también se convertirían en programas de televisión. Hoy cuenta con su propia productora, en la que participan sus tres hijas.
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-¿Cuál es el sentido de que exista un mercado concentrador como este?– le preguntamos a Guarino.
-Se necesita un mercado rector, es muy importante que la gente esté informada. Es cierto que los medios hoy caminan mucho más rápido pero se necesita un mercado, un mojón, algo que sea una guía. En el mundo nos envidian por lo que hacemos, porque ha sido muy útil para fijar precios. Esto le dio mucha transparencia e inclusive que haya venido gente y que lo mostremos por televisión no es menor.
-En los años que llevas de trabajo en el Mercado, ¿cuál considerás que fue el momento más difícil para venir?
-Yo llegue en el 75’ y en el 76’ ya estaba el gobierno militar, un momento difícil si los hay. Los que lo hemos vivido sabíamos qué pasaba acá. Vos sabías que salías de tu casa pero no sabías si llegabas. Se vivieron momentos de una crueldad enorme, y además con la dificultad de mucha gente que no ha tenido a lo largo de su historia para comer, y acá no se estaba vendiendo cualquier cosa. Se estaba vendiendo una mercadería de lujo como es la carne.
-Y en lo que respecta a los vaivenes en las políticas económicas y ganaderas de la Argentina, ¿fue difícil vender hacienda en algún momento o el mercado se movió independientemente de la coyuntura?
-Nunca se movió independientemente de la coyuntura, siempre pesó muchísimo y acá vivimos de todo. En estos 46 años lamentablemente las cosas cambiaron muy poco. Los sistemas siempre fueron iguales, la evasión siguió estando y tuvimos precios máximos, vedas, cuotificaciones. Hoy no tenemos las exportaciones cerradas totalmente pero en parte están cerradas, los precios están limitados. Se ha avanzando muy poco en políticas económicas para que esto sea otra cosa.
-Ahora estamos prontos a la mudanza definitiva. ¿Cómo ves ese proceso? ¿Se va a perder algo del folclore?
-No, no se va a perder el folclore porque es el campo que tiene otro lugarcito. Esto no es el cierre del Mercado de Liniers. El mercado tuvo un hijo que se llama el Mercado Agroganadero, que va a trabajar en otro lugar, a 60 kilómetros. La cosa no cambia mucho en ese aspecto. En cuanto a qué va a llegar a suceder, se agilizarán un poco los trámites porque aquello está muy bien armado y se ha hecho una inversión muy grande. Lamentablemente la política se sigue metiendo y hoy el mercado todavía no está definitivamente traslado porque hay un montón de circunstancias que van demorando. Acá el Estado siempre es un elefante gigantesco que se mueve a pasos lentísimos.
-¿Qué es lo que más te gusta de la actividad acá?
-Un poco todo, el contacto con tanta gente, el estar en un lugar que es un ícono de la ganadería mundial. Es el único lugar donde se vende semejante cantidad de hacienda y donde se mueve semejante cantidad de dinero de palabra, que con los años han sido miles de millones. Acá no se firma documento. Acá se llevan la hacienda y nadie paga nada en el momento. A los 20 días o al mes por ahí se van cobrando las ventas.
-¿Qué te llevas de todos estos años de trabajo?
-Mucho afecto, pilones de amigos. Con mucha de esta gente hemos viajado, hemos compartido remates ferias. Nos conocemos y conocemos a las familias. Esto es una cosa monstruosa. Hemos construido nuestra vida acá.
-¿Vos te vas a mudar con el mercado?
-El mercado es parte de mi vida, lo tengo en la piel. Me voy a quedar, sí.