Por Matías Longoni (@matiaslongoni).-
El 25 de junio de 1912, hace 106 años, se produjo el Grito de Alcorta, como se conoce a la primera gran protesta agraria de los colonos del sur de la provincia de Santa Fe y el norte bonaerense, la que marcó la irrupción de las figura de los chacareros (que se quejaban entonces de las condiciones de usura en las que debían producir en fracciones de campos que alquilaban a grandes estancieros) en la política del Siglo XX. Esa movilización fue la que luego dio origen a la Federación Agraria Argentina (FAA).
Sebastián Campo es el actual presidente de la filiar de esa entidad en Pergamino, una zona agrícola del norte bonaerense que tiene fama de albergar grandes riquezas (sus tierras son de las más productivas del país) pero que en realidad posee una gran cantidad de campos pequeños (chacras, les dicen) que, tras aquellas luchas y luego de muchas peleas pasaron a manos de pequeños y medianos productores. De hecho fue otro pergaminense, Antonio Noguera, quien a principios del siglo pasado se convirtió en el primer presidente que tuvo la entidad.
La conversación con Sebastián no tiene desperdicio. Mirala acá:
Campo tiene 37 años y no solo el apellido lo incrimina: su facha de gringo laburante también delata sus orígenes. Sus bisabuelos vivieron de España y se instalaron como colonos en Pergamino, trabajando siempre sobre tierras alquiladas. Recién en 1974 su abuelo y el hermano lograron comprar las primeras 50 hectáreas. “Yo no soy de una familia que viene arrastrando tierras desde 1800 sino todo lo contrario. Esa fue la primer chacra que compra mi abuelo y a partir de ahí, en un proceso de mucho trabajo, mi padre fue comprando 15 hectáreas más acá, 20 más allá, y así se armó un paquetito de 70/80 hectáreas”, relata.
-¿Y a vos te alcanza esa superficie para vivir o te vez obligado a trabajar tierras que pertenecen a otros?
-Yo mantengo la tradición. Al igual que a principios de 1900 trabajo la chacra propia, pero además alquilamos campos y prestamos servicios a terceros, de cosecha y de siembra.
-¿Qué pasó con los que alquilaban campos después de la última sequía?
-La campaña 17/18 fue de terror, la tormenta perfecta. Después de tres o cuatro meses de sequía, entramos a cosechar y solo se sacaban entre 20 a 25 quintales de soja por hectárea. Luego vino el temporal de 25 días, los porotos se pudrieron, y los quintales bajaron a 17/18. Menos un porcentaje de descuento porque la cosecha era de muy mala calidad, tenemos zonas donde los promedios oscilaron entre 10 y 15 quintales.
-Pero eso es lo mismo que sale pagar el alquiler del campo…
-Exacto, con la poquita soja que se sacó a veces no alcanzó ni para pagar el alquiler. Y entonces tenés que sacar de tu propio campo, como es nuestro caso. Y además de perdés la que producís, si todavía te queda ánimo para seguir tenes que volver a financiarte para la campaña venidera.
-¿Y qué herramientas financieras existen si te va mal?
-En el partido de Pergamino hasta ahora absolutamente ninguna. Los productores de Pergamino estamos pagando la Tasa Vial a término (al Municipio), porque hasta ahora no ha habido postergación. Estamos pagando el Impuesto Inmobiliario (a la Provincia), que vale recordar tuvo un 50% de aumento para 2018, y lineas de financiación por emergencia todavía no hay ninguna. De hecho, nuestra gobernadora (María Eugenia Vidal) no firmó para Pergamino todavía la Emergencia Agropecuaria. Y en el Banco Nación, que debería ser nuestro palenque para volver a producir, las tasas están en 30% y son imposibles de pagar.
En medio de la entrevista, Sebastián creyó que se había equivocado al recordarnos que 80% de los productores manejan solo el 20% de la soja que se cosecha en la Argentina. Pide detener el reportaje. Pero el dato es bien cierto. Y entonces le mentimos con que vamos a editar esa parte (no lo hicimos porque nos pareció prueba suficiente de lo genuino de este chacarero). Para distraerlo le preguntamos cómo hará él para seguir:
-En julio estamos en pleno proceso de renegociación de alquileres (antes de la siembra de la nueva campaña 2018/19). La verdad es que cuando uno lee aquellos puntos que reclamaban los colonos de Alcorta, que se pararon para decir ‘acá no se siembra más’, son los mismos puntos que hoy deberíamos levantar para salir a pelear…
-¿Decís que hay que rediscutir el sistema de arrendamientos en la Argentina?
-Teenemos que rediscutir eso y muchas cosas más, porque la concentración es brutal y nos viene comiendo a los más pequeños. Yo no sé si la campaña 2018/19 la voy a poder enfrentar. De hecho estoy en ese proceso, sin saber qué voy a hacer. Y si yo no puedo, va a venir un productor más grande que yo a ocupar este lugar, y se va a perder un poblador que vive en este pueblo y intenta que su economía se mueva y su pueblo siga vigoroso.
-¿El que te alquila a vos quien es?
-Hay varios casos. Hay gente que esta jubilada, no tiene hijos y alquila el campo. Hay gente que tiene otra profesión. Pero el problema acá es que la tierra que sale a la venta no es comprada por los colonos. Aquel fenómeno que hacía que mi abuelo y mi papá pudieran comprar fracciones de los vecinos hoy no se puede hacer más. Porque aquella persona que tiene acceso a pagar 14 a 15 mil dólares por una hectárea de campo es gente que está fuera de este negocio. El pequeño productor, y sobre todo el joven productor, no tiene acceso a la tierra. El Banco Nación debería estar presente acá. Nos dicen que la herramienta está, pero si al lado de la chacra de mi familia se venden 20 hectáreas es imposible que yo las pueda comprar. Sí va a aparecer el empresario, el estudio o el escribano, y se va a apropiar de estas 20 hectáreas.
-¿Y qué chances ves de que pueda replicarse una movida de arrendatarios como fue aquel Grito de Alcorta? ¿Se pueden poner de acuerdo entre ustedes o se pelearían por ver quién le alquila el campo al escribano que lo compró?
-Lamentablemente es la lectura que hago para dentro del sector, la de una falta total de compromiso, que es la misma actitud que veo en el jardín de infantes de mi hija o en el club del pueblo. Hoy veo un sector agropecuario que esta trabajando a los codazos, y no codo a codo. Habría que visibilizar bien cuáles son nuestros adversarios y dejarnos de mirar de reojo entre nosotros.