En la segunda semana del presente mes de marzo se realizaron ventas de girasol –en plena cosecha de la oleaginosa– en un rango de 700 a 800 u$s/tonelada a causa del descalabro comercial generado a escala global por la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Sin embargo, luego los valores ofrecidos –considerando la referencia del puerto de Quequén– fueron cayendo hasta estabilizarse en 550 u$s/tonelada. Si bien se trata de un muy bueno precio (los forwards de inicio de campaña se ubicaron en 400 u$s/tonelada), parecen flojos frente a los preciazos negociados apenas dos semanas atrás.
Escenario inédito: En plena cosecha los productores están vendiendo girasol a 800 u$s/tonelada
En el momento de “gloria”, el precio FOB oficial –fijado por el Ministerio de Agricultura– del aceite de girasol a granel con embarque hasta el mes de abril de 2022 se encontraba en 2350 u$s/tonelada, mientras actualmente se ubica en 2275 u$s/tonelada. Ajustó un poco. Pero no tanto para justificar una baja tan abrupta de los precios FAS del girasol negociados en la región sudeste bonaerense.
De hecho, según cálculos realizados por la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, con un FOB de 2175 u$s/tonelada, el FAS teórico de la industria aceitera para el aceite de girasol se encuentra en 797 u$s/tonelada. ¿Qué sucede entonces?
“Los importadores europeos cubrieron ya el volumen de aceite de girasol que tenían comprometido con Ucrania y que este país no pudo entregar luego de la invasión rusa; buena parte de las compras corresponden a aceite de girasol argentino”, explicó Agustín Baqué, analista de mercados granarios y asesor en comercialización agrícola, en diálogo con Bichos de Campo.
Baqué indicó que, debido al aprovisionamiento logrado por los importadores europeos, el valor del girasol en esa región descendió ya casi 500 u$s/tonelada desde el pico de precios registrado por la desesperante situación de quedarse , de un día para el otro, sin su principal proveedor del producto (Ucrania).
“Ahora los importadores europeos tienen un mayor plazo para ir buscando proveedores alternativos de aceite de girasol en caso de que el conflicto se extienda”, apuntó el analista.
Simultáneamente, las organizaciones españolas que nuclean a los productores de aceite de oliva (España es la mayor productora mundial del producto) comenzaron, rápidas de reflejos, una campaña para promover el reemplazo de consumo de aceite de girasol por oliva.
Los otros dos grandes compradores de aceite de girasol, India y China, recibieron un “regalo” por parte del gobierno de Indonesia, el mayor exportador de aceite de palma del mundo, que en enero de este año había comenzado a restringir las exportaciones de ese producto con el propósito de contener los precios internos del mismo.
Pero luego de la invasión a Ucrania y el alza sideral que registraron los precios internacionales de los aceites vegetales, el gobierno de Indonesia decidió que no se podía perder esa “fiesta” y eliminó las restricciones para exportar aceite de palma a cambio de implementar un esquema de “retenciones móviles”, el cual, si bien “plancha” los precios recibidos por los productores, permite realizar embarques sin limitaciones de volumen.
Esa medida provocó que el valor del aceite de palma se desinflara en las últimas dos semanas y, en ese contexto, India y China privilegiaron compras del mismo en desmedro del carísimo aceite de girasol.
Otro dato no menor es que aproximadamente la mitad del aceite de girasol elaborado en la Argentina se consume en el mercado interno y esa operación esta intervenida por el gobierno de Alberto Fernández, que establece precios máximos para el aceite de girasol comercializado en góndola a cambio de ofrecer subsidios a las industrias aceiteras (los cuales, en el marco de un fideicomiso aceitero, son abonados de manera indirecta por los productores argentinos de soja y girasol).
La industria aceitera reclamó ante el gobierno que el monto total que debe recaudar el fideicomiso en el presente año –190 millones de dólares– no es suficiente para compensar el precio mayorista máximo del aceite de girasol envasado, para lo cual solicitó que se ajuste el precio mayorista autorizado o bien que se busque otra fuente alternativa de aportes para alimentar al fideicomiso aceitero. El gobierno está evaluando el pedido.