Luego de años de permanecer congelada luego del conflicto por la radicación en Uruguay de la pastera Botnia, parece haber renaciendo en la Argentina una política de promoción forestal. El gobierno de Mauricio Macri le encontró el gustito al tema y el próximo martes lanzará un plan denominado “Forestar 2030” o algo por el estilo, que incluirá un amplio acuerdo para lograr la aprobación en el Congreso, este mismo año, de la Ley 25.080 de Promoción de Bosques Cultivados.
Varias fuentes confirmaron a Bichos de Campo que las diversas entidades de la cadena maderera están siendo convocadas para un acto la semana próxima, en el que el ministerio de Medio Ambiente, el rabino Sergio Bergman, llevará la voz cantante. Es que la apuesta forestal del macrismo no se presentará solamente como un capítulo productivo cerrado. La apuesta a volver a producir madera y sus derivados -y cerrar así un déficit comercial en el rubro que llega largamente a 1.000 millones de dólares- tendrá su correlato ambiental, de modo de anticiparse a posibles críticas de las entidades consevacionistas.
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“Lo que se lanza es una plataforma que se llamará Forestar 2030, que buscará coordinar todos los esfuerzos relacionados con los bosques (nativos y cultivados) de manera de poder hacer crecer sustentablemente al sector, ya que es una de las mejores soluciones naturales al cambio climático”, indicó una fuente.
Así las cosas, se viene un paquete forestal, que sería coordinado por el ministerio de Bergman, que es la autoridad de aplicación de la la Ley de protección de Bosques Nativos, y que formará parte importante de la agenda del denominado Gabinete contra el Cambio Climático, formado por una docena de ministerios. A ese marco se integrará Agroindustria, que tiene a su cargo la gestión de la otra ley importante, la de Promoción de Bosques Cultivados.
Esa Ley, la 25.080, es la que define las políticas públicas para la promoción de nuevas plantaciones que puedan no solo generar negocios sino amortiguar el daño ambiental que se produjo por la constante reducción en la masa de bosques nativos con que contaba el país. La Argentina es uno de los países que mayor tasa de deforestación mostró en los últimos tiempos. En el siglo pasado el país perdió el 70% de sus bosques nativos, especialmente en las provincias del Noroeste, los bosques chaqueños y la Selva de Yungas. A principios del siglo XX esas masas boscosas ocupaban cerca de 100 millones de hectáreas y ahora quedan solamente 30 millones.
La Ley 25.080, que promueve una forestación con especies exóticas con buena penetración a los mercados (en especial pinos, eucaliptus, sauces y álamos), fue sancionada en 1998 y prorrogada en 2008. Este año vuelve a vencer y por eso debe ser revisada y extendida por otro período, porque si no se caería toda la estantería de subsidios a las nuevas plantaciones. Su aprobación en el Congreso será uno de los puntos más importantes de la agenda 2030, que presentará Bergman.
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“Por la renovación de la Ley 25.080 se hicieron ya 6 reuniones con todos los actores involucrados, para tratar de llegar a un proyecto de prórroga y modificación. Fueron reuniones de más de cien personas, donde participaron provincias, cámaras y profesionales”, indicaron fuentes que siguen de cerca esas negociaciones.
Uno de los puntos claves a revisar es el pobre impacto que han tenido hasta aquí los subsidios directos a las nuevas forestaciones, que cubren hasta 80% de los costos de implantación de los pequeños productores. Es que a pesar de todo el potencial que tiene la Argentina -donde se podría llegar a tener una superficie boscosa de hasta 5 millones de hectáreas-, la superficie implantada quedó congelada en las últimas dos décadas en torno a 1,2 o 1,3 millones de hectáreas. Eso a pesar de los cientos de millones de pesos volcados a la actividad.
Pero otro gran objetivo de la revisión de esta ley es lograr que se radiquen en el país grandes industrias que puedan absorber la oferta de madera y generen riqueza y fuentes de trabajo. Algo como lo que hace 10 años quiso hacer Botnia aquí, pero finalmente hizo en Uruguay.