El joven colombiano Simón Vergara Gutiérrez (23) tuvo un sueño tres años atrás al presenciar el Festival de Doma y Folclore de Jesús María. Al regresar a su país, se propuso viajar durante un año entero en dos mulas desde Colombia para llegar este año al festival cordobés con ambos animales.
A principios de diciembre pasado, luego de recorrer Ecuador, Perú y Bolivia, Simón ingresó a la Argentina con el pasaporte AT277216, pero las dos mulas, que tendrían que haber estado con él para ser inspeccionadas por agentes del Senasa, entraron al territorio argentino gracias a los servicios de dos bolivianos que, acostumbrados a pasar diferentes “artículos” por la frontera sin control alguno, se ocuparon de hacer ingresar las mulas –obviamente– sin la documentación correspondiente.
Ya en Córdoba Simón se ocupó de contactar a los medios locales y nacionales para relatar su aventura y hasta fue entrevistado por el canal oficial Televisión Pública Argentina.
Tan envalentonado estaba que incluso, por medio de un Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios (Renspa) “trucho” que le facilitó un productor local, intentó ingresar al predio del festival cordobés, donde en cuestión de segundos los agentes del Senasa detectaron la situación irregular de los animales y procedieron –según lo dispone la normativa sanitaria vigente– a interdictar y aislar a ambos animales.
Inmediatamente, dieron aviso al Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) para que proceda a gestionar la recepción de ambos animales, pues la legislación argentina determina que, en tales casos, sólo existen dos alternativas: el sacrificio o la repatriación de los ejemplares en infracción.
Aprovechando los contactos en medios que Simón había hecho para contar su aventura, el colombiano emitió un pedido de ayuda para recaudar fondos orientados a financiar el flete aéreo para trasladar las dos mulas de regreso a Colombia (no es poca cosa porque el servicio de traslado cuesta varios miles de dólares). Esta vez, lejos de una amplia sonrisa, se mostraba por demás serio porque, si no lograba juntar el dinero suficiente, los animales serían sacrificados luego de atravesar casi toda la extensión de Sudamérica.
Afortunadamente, apareció el dinero y las mulas viajarán hacia Colombia en los próximos días (menudo premio hubiese resultado terminar en una fosa luego de semejante viaje épico).
La moraleja de esta historia es que, gracias a la (¿inocente? ¿irresponsable? ¿indolente? ¿increíble?) aventura de Simón, quedó en evidencia que la frontera entre Argentina y Bolivia es un auténtico “colador” donde puede pasar cualquier cosa sin que Gendarmería se entere del asunto.
Mientras tanto, en la frontera entre Argentina y Paraguay, Gendarmería se afana de incautar cargamentos de granos, neumáticos y teléfonos, entre otras mercaderías “peligrosas”.