Confusión. Esa es la sensación que domina entre los exportadores de carne vacuna, que siguen analizando y negociando con los funcionarios del Ministerio de Agricultura la implementación del mecanismo exportador. El nuevo marco fue definido por el Decreto 911 y las Resoluciones 301 y 302, que dejaron algunas dudas y baches por aclarar.
De las nuevas normativas se desprende que este año se liberan las cuotas arancelarias y la exportación de la carne de vacas D y E, de toros, huesos. También que quedan prohibidos sólo los cortes llamados populares de las demás categorías.
En ese listado de siete cortes prohibidos se incluyó a la nalga para milanesa, en reemplazo de la cuadrada. La nalga pesa 3 kilos más que la pieza ahora liberada, lo que resta competitividad a la faena para exportación y la integración de la media res. Por otra parte, también se prohibió la paleta que es uno de los cortes que se destinan a Israel y se pretende destrabar eso.
Pero más allá de eso, el ministro Julián Domínguez dijo que durante su gestión las exportaciones de carne vacuna no iban a superar el 24% por ciento de la producción nacional, lo que implica la definición de un tope y un cupo en las ventas a los mercados internacionales. En 2020, último año en que se batieron récord, ese porcentaje superó el 28%. Y en 2021, con el cepo ya vigente, retrocedió a 26%.
Teniendo en cuenta eso y los temores a restricciones mayores, porque si algo está claro es que todo puede cambiar respecto de este tema, los exportadores habrían apurado declaraciones juradas de venta al extranjero (DJEC), que habrían llamado la atención de los funcionarios.
Por eso el lunes convocaron a los frigoríficos a una reunión en el Ministerio de Agricultura, para aclararles que “no hay cupo, pero hay cupo”.
Es decir, para decirles que no se pasen de la raya y que traten de respetar los niveles de exportaciones mensuales del año pasado, que sumaron un volumen acumulado de poco menos de 800 mil toneladas res con hueso.
En definitiva, les piden una autorregulación.
Para este año se estima una faena de entre 13 y 13,5 millones de animales por lo que se lograría una producción de carne vacuna cercana a las 3 millones de toneladas. Así, el gobierno estaría dispuesto a habilitar exportaciones por cerca de 800 mil toneladas, repitiendo las marcas del año pasado.
Pero como la Argentina puede exportar más y están dadas las condiciones, ya que el mercado internacional sigue demandante, la pregunta de los exportadores es cómo administrar entonces el volumen mensual. La gran duda es qué se puede hacer para no generar más intervenciones del gobierno y al mismo tiempo poder programar faenas y negocios al extranjero. Eso es lo que se debate por estas horas y lo que se definiría en la semana. En definitiva, se buscan reglas para administrar el cupo de este año.
Una cosa que ya aclararon los funcionarios es que no habrá un cupo especial para la carne kosher que se dirige al mercado de Israel, como sucedía el año pasado, y que las ventas a ese destino entrarían dentro del cupo anual que en teoría le cabría a cada frigorífico.
Por otra parte, también hay preocupación entre los grupos de productores exportadores, que según la Resolución 301 podrán recibir parte de lo que se autorice a cada fábrica. Sucede que, como no se sabe cuál es el volumen que obtendrá este año cada frigorífico, en consecuencia todavía no les están haciendo concesiones a los productores que faenan con ellos.
Estos tipos realmente cansan