Gisela, Javier y Yesica Guiotto, productores agropecuarios en la zona de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, comparten, además del apellido, el cariño por el campo y lo productivo. Es por eso que en el predio familiar de 22 hectáreas decidieron probar a ver cómo funcionaban los almendros, y mejor aún combinados con ovejas.
Todo comenzó en 2012 con las ganas de hacer “algo diferente” y con la compra de 500 plantas de almendros a un vivero de Mendoza. “A los tres nos gusta el campo”, afirma Yesica.
“Yo en ese entonces vivía en Buenos Aires pero quería volver al campo y hacer algo productivo. Primero pensamos en limones, después en aloe vera, hasta que nos enteramos en que los almendros eran una opción viable, especialmente la variedad Guara, que es la que nosotros tenemos”.
Por ahora el emprendimiento familiar sigue siendo de 2 hectárea plantadas y si bien a veces contratan a alguien más, ellos mismos hacen la cosecha, que se realiza a mano y a fines de enero. “Somos autodidactas, hemos cometido muchos errores pero hemos aprendido mucho y seguimos aprendiendo porque la idea es siempre mejorar el cultivo y los rindes”, explica Gisela, que es licenciada en Administración Agropecuaria.
“Por ejemplo, hasta ahora nunca tuvimos un sistema de riego, pero hemos decidido instalar en breve un sistema por goteo debido a que en noviembre, diciembre y enero el agua es clave para el buen desarrollo del cultivo y no nos podemos arriesgar a que no haya suficiente lluvia”, dice Yesica.
“Los frutos secos, en especial los pecanes, se están dando muy bien en la provincia de Buenos Aires luego de algunos malos manejos y cambios de variedades a algunas más acordes a la zona”, explica Fernando Lapolla, ingeniero agrónomo, asesor en fruticultura y horticultura y un pionero en esto de producir frutos secos en territorio bonaerense. “Creo que hay muy buen potencial y que ya se está expresando, lo que queda en claro es que para tener una buena plantación hace falta riego, fertilización y un buen manejo, en especial los primeros dos años”.
De todos modos, antes de instalar el sistema de riego, explican los hermanos, tienen que pensar bien cómo van a poner las cintas para evitar que las ovejas las pisoteen o las muerdan, dado que desde hace un par de años sumaron producción ovina al establecimiento, con la idea de tener una unidad más de negocio.
También por este motivo es que tienen la idea de sembrar pasturas entre las hileras de los almendros y aquí es donde Javier jugó su rol fundamental: inventó una sembradora a medida para este cultivo adaptando una sembradora de soja y maíz que ya tenían y resolviendo así el problema. “Desde los 12 años que ando por el campo, es lo que me gusta”, asegura. “Así que ahora con la máquina vamos a sembrar alfalfa porque intentamos con moha pero no funcionó”.
“La verdad es que a mí me encantan los animales y la producción, por eso empezamos con las ovejas”, agrega Gisela. “Tenemos un macho cruza con Dorper, que es carnicera, y algunas ovejas cruza con Pampinta, que son muy buenas madres; y también ovejas de majada general . Ahora con la sembradora que alisto mi hermano vamos a poder hacer una buena planificación forrajera, que nos va a permitir disponer de más alimento durante todo el año para los animales, a la vez que tenemos el suelo cubierto y evitamos que prospere malezas”.
Yesica, que es quien vive en el predio y que a pesar de que es licenciada en Ciencias Políticas de formación lleva en sus genes la producción agropecuaria, también se entusiasma al hablar del emprendimiento familiar. Cuenta que desde hace un tiempo empezaron a usar cama de caballo como fertilizante, con la ventaja de que así se logra mantener la humedad del suelo donde están los árboles, les sirve para controlar malezas y, además, lo obtienen gratuitamente ya que tiene vecinos con caballos que a diario deben deshacerse de esta materia orgánica.
“Realmente la cama de caballo funciona muy bien y también se relaciona con nuestra idea de siempre usar las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y, en lo posible, ir reduciendo el uso de fitosanitarios”, cuenta. “Aún nos queda un tema a resolver en cuanto a la sanidad de las plantas y es la presencia de un hongo que las afecta bastante. Hemos mandado a hacer análisis al INTA Río Negro y nos han dado una serie de recomendaciones que vamos a implementar en breve a ver qué pasa”.
“Los avellanos y almendros siempre tienen algunas dificultades al inicio por eso hay que encontrar la mejor variedad, pero siempre tenemos el miedo de las heladas tardías que implican pérdidas y los problemas de suelo que acá son más pesados, con más materia, orgánica y retención de agua que puede generar enfermedades bacteriales y fúngicas”, reflexiona Lapolla. “Ahora se está trabajando en el manejo con algunos bioestimulantes, fungicidas y bactericidas con una buena poda y aplicaciones de cobre en invierno para llegar a la primavera con menor carga de esos microorganismos”.
Hasta el momento el rinde de la producción de los hermanos Guiotto es de 100 kilos de almendras por temporada (que llevan a pelar a la ciudad de Carhué) y que venden localmente, entre conocidos de 9 de Julio. “La gente ya sabe y nos encargan por anticipado”, explican.
“Nuestro objetivo es ser cada vez más eficientes, lograr mayores rindes quizás expandiendo la superficie y tener un producto de buena calidad”. Mientras tanto, sumado a las almendras y ovinos, en el predio también producen trigo (rotando con soja y maíz), algo de girasol y tienen un plantel de gallinas en libertad.
Fotos: Flia. Guiotto y Francisco Quáizel