Mi querido amigo Fernando Escudero (51) realiza una enorme tarea en favor de los más necesitados en su Salta natal, mientras esta tremenda inflación que ningún gobierno logra erradicar sigue sumergiendo a millones de personas en la pobreza.
Dice Fernando que le acaba de ocurrir un milagro de solidaridad conmovedor y que muestra que un mundo mejor es posible. Pero primero permítanme presentar a este personaje: Fernando se fue a estudiar ingeniería a Buenos Aires. Para solventar sus estudios trabajó de cartero de a pie, de barman de un boliche donde a veces también atendía el guardarropas y aprovechaba para estudiar. Cuando cumplió los 24, en plena hiperinflación en el gobierno de Alfonsín, le sobrevino una crisis existencial. Fue cuando decidió comenzar a organizar cabalgatas en su provincia natal para los tiempos de vacaciones, pues esto le permitía ganar algo de dinero sin dejar de estudiar en Buenos Aires.
Con su propuesta apuntó a la juventud universitaria que gustaba del folklore, pero que en general no sabía cabalgar. Comenzó a promover su emprendimiento organizando festivales folklóricos, en los que sorteaba una cabalgata. La misma consistía en cabalgar durante cinco días por los cerros salteños. Los jinetes participaban de fogones nocturnos, con guitarreadas, encuentros con la gente de cada lugar.
Fernando o “Nano” pretendía, entre otras cosas, que tomaran conciencia de muchas cosas. Trataba de armonizar los grupos y que, si por ejemplo hablaban de política, buscaran lo que los uniera. Además, les hablaba del agua y les decía: “Cuando estén de vuelta en sus casas y abran una canilla, tomen conciencia de que eso es casi un milagro”.
Pude ver a “Nano” trabajar en la organización de sus festivales y sus cabalgatas, y noté en él muchas virtudes sobresalientes: lúcido, honesto, profesional, responsable, justo, apasionado de lo que hacía y siempre con una sonrisa luminosa.
En pocos años, ya organizaba cabalgatas en las provincias de Tucumán, Córdoba, Mendoza, Neuquén, y hasta en El Calafate, Santa Cruz. También llegó a ofrecer cabalgatas que organizaban otros amigos en San Juan y en Corrientes.
Fernando tiene contabilizados más de 80 noviazgos y 25 casamientos que se gestaron en alguna de sus cabalgatas. Incluso él conoció a su esposa y madre de sus 3 hijos, Soledad Gaztambide, en una de ellas. Por haber trabajado siempre y mucho, Fernando tardó 12 años en recibirse de ingeniero.
Cuando “Nano” cumplió 38 años decidió no hacer más cabalgatas. El por entonces gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, había sido su compañero de colegio, era muy amigo y hasta testigo de su casamiento, y por eso lo convocó a trabajar en Turismo de su provincia. Decidió volver a vivir a Salta con sus dos hijos y con su esposa, embarazada del tercero. Ella siguió coordinando las cabalgatas durante tres años más, hasta que comenzaron a vender a jóvenes, caminatas con guías locales donde la gente tuviera experiencias reales de la ruralidad salteña. Porque en ellas podían aprender a hacer empanadas, artesanías, recibir charlas de un enólogo, de cómo se hace el vino, y mucho más.
En su paso por la gestión pública, Fernando se destacó por impulsar un plan público-privado a 10 años, por el que se consiguió una inversión de muchos millones de dólares. Con ese dinero se mejoraron la ruta a Cachi, el museo y el mercado artesanal, rearmaron caminos preincaicos, como el de la Quebrada del Toro, el que llega a San Antonio de los Cobres, el pueblo arqueológico de Santa Rosa de Tastil y el museo de Llullaillaco.
Luego Fernando fue enviado a promocionar su provincia en el extranjero y consiguió que se realizaran en Salta dos de los eventos itinerantes de turismo más importantes del mundo. Luego, fue convocado para integrar el Consejo Asesor de la Asociación Mundial de Turismo Aventura, y lo hizo durante 8 años. Salta llegó a ser seleccionada como uno de los 10 mejores lugares del mundo. Fue en ese momento que Fernando, al reconocer que había superado sus objetivos, renunció y regresó a trabajar al mundo privado.
Junto a su esposa, Fernando creó la agencia de turismo “Auténtica Salta”, desde donde hoy realiza consultoría a varios municipios. También se dedican a vender viajes de 14 días a turismo mayoritariamente extranjero, de entre 60 y 85 años de edad, por toda Salta, la Quebrada de Humahuaca y las Salinas Grandes. Realizan caminatas de 2 a 5 horas con paseos culturales.
Pero Fernando tiene un carácter solidario y de compromiso social que consiste en ayudar a los que menos tienen. Lo desarrolló paralelamente desde que comenzó con sus cabalgatas, hace unos 25 años, aunque hace 5 años decidió formalizarlo, creando la Fundación Unir, de la cual es su presidente. Su lema es “Unir Recursos con Necesidades”, hacer de nexo. Luchan por erradicar dos tristes frases de nuestro país: el “No se puede” y “Hay que irse de Argentina”. Dicen que para esto sólo nos queda comprometernos, involucrarnos, ocupar espacios.
Su trabajo es sin goce de sueldo y nunca obtuvieron subsidios estatales. Sí reciben donaciones de amigos y muchos donan su tiempo, lo más preciado. Capacitan a gente muy pobre, les consiguen máquinas y los ayudan a producir, los acompañan para que alcancen una vida digna. Seleccionaron a los cinco mejores y les construyeron el 80% de sus viviendas o talleres de herrería, carpintería, tapicería, costurería, etcétera, para que ellos las terminaran con su esfuerzo.
“Es que es gente laburante como nosotros, pero ellos nunca tuvieron las oportunidades que tuvimos nosotros”, dice Fernando, al que esa gente lo llama “Don Nano”.
En Luracatao, al oeste de Seclantás, no había gomería y se la montaron a un muchacho, pero él debe pagar lo recibido, de algún modo, para retroalimentar un fondo rotativo. También montaron una panadería y comenzó a organizar viajes al pueblito de Amblayo y a un paraje llamado Isonza, en la zona de San Carlos, en los valles calchaquíes.
Fue en ese pueblito que sucedió un pequeño milagro: el 17 de junio de 2021 “Nano” recibió una llamada telefónica de Texas, EEUU, diciéndole con tonada cordobesa que esa persona y varios amigos querían ayudar a que -a través de UNIR- una niña de Isonza, Delfina, de 4 años de edad, pudiera llegar a ir a la Universidad.
Habían visto su foto en las redes de UNIR porque en ellas habían comunicado sobre la entrega a su madre de una máquina de hilar. El cordobés y ahora texano, le dijo: “Para llegar a la Universidad, Delfina debe tener una linda casa, una muy buena educación, que se alimente bien y que tenga una muy buena atención médica”.
Pues se pusieron a trabajar juntos y un día antes de Navidad entregaron a la familia de Isonza una casa nueva de 120 metros cuadrados. Pero van por más: armaron un “Plan Integral” para Isonza, siguiendo el objetivo principal de la Fundación que es fomentar la cultura del trabajo, la educación en valores y desarrollo humano, económico y social. Ahora comenzarán un proyecto turístico con toda la comunidad, en los que esperan recibir ayuda de todos nosotros.
Dijo mi amigo “Nano” junto su esposa Soledad (ambos con lágrimas en sus ojos): “Muchas veces nos preguntamos si los Milagros existen. Les puedo asegurar que en este caso estamos viviendo uno”.
Los invito a conocerlos en su página web y a escuchar la canción de Silvio Rodríguez, “Sólo el amor”: