El ministro de Agricultura Julián Domínguez es un experto en marketing político, es decir, en disfrazar las políticas implementadas con nombres sofisticados que suelen disociar lo enunciado con lo efectivamente implementado.
La nueva creación del ministro fue bautizada como “Fondo Anticíclico Agropecuario”, que vendría a ser el mismo esquema del “fideicomiso aceitero”, pero aplicado en cereales y con un nombre más elaborado.
Según un borrador confeccionado por técnicos del Ministerio de Agricultura –la resolución final de la medida aún no fue publicada– el “fondo anticíclico” se compondría de 12.400 millones de pesos para subsidiar productos derivados del trigo y otros 2245 millones de pesos para aportar a la cadena avícola.
La cuestión es que, tal como sucede con el fideicomiso aceitero, el “fondo anticíclico” representará un aumento encubierto de derechos de exportación, dado que los aportes, si bien serán transferidos por los exportadores al Estado nacional para que éste luego los reparta entre los beneficiarios, el dinero saldrá de los bolsillos de los productores a través de un “recorte” adicional de los precios internos de trigo y maíz.
Al considerar una oferta exportable de 12,5 millones de toneladas con los valores FOB actuales, se advierte que la cifra considerada, en el caso del trigo, representaría una suba de retenciones equivalente a tres puntos. En el maíz sería de apenas un 0,2%.
De todas maneras, será necesario conocer la “letra chica” de la normativa, porque es muy probable que el mecanismo termine siendo diseñado para generar una “caja” permanente de recursos crecientes para redistribuir inicialmente entre molinos, industrias panificadoras y frigoríficos avícolas, aunque posteriormente es probable que se sumen nuevos integrantes al “club” de los beneficiarios.
El nuevo instrumento “desacoplador” se suma al derecho de exportación vigente (12% del valor FOB), la cuotificación de exportaciones que incrementa artificialmente la oferta interna de cereales y las “retenciones cambiarias” provocadas por la enorme brecha existente entre el tipo de cambio oficial y el de mercado (MEP).