Desde que el lunes se lanzó la campaña de difusión #BastadeVeneno en contra del uso de agroquímicos y a favor de una prohibición total de esos insumos, que cuenta con apoyo de varios actores, músicos y tristemente hasta de algún periodista, no han cesado de escucharse voces que desde el agro condenan esta “demonización” de la actividad y tratan de explicarle a la población que los productores tratan de hacer las cosas del mejor modo que se puede.
La agresividad y falta de rigor científico de esa campaña de difusión contra los “agrotóxicos”, según la denominación de los activistas, provocó que hasta la Red BPA (Buenas Prácticas Agrícolas), que es un espacio amplio de trabajo que vincula a las entidades privadas del sector con organismos nacionales, provinciales y hasta del sector científico (como el INTA), saliera a pedir algo de moderación en este debate y criticara la “desinformación” que surge de los artistas.
“Somos una red con más de 95 organizaciones públicas y privadas de Argentina que trabaja todos los días para promover las buenas prácticas agropecuarias y mejorar los sistemas de producción de alimentos en nuestro país. Nos preocupan los impactos negativos y la desinformación que generan las iniciativas que hoy circulan y que no pasan ni por el tamiz de la ciencia aceptada ni por la realidad del sector agropecuario”, señaló con contundencia un comunicado de la Red BPA.
Bichos de Campo anticipó el lunes el contenido de un agresiva campaña de prensa, de la que nadie se hace cargo formalmente pero en la que muchas figuras conocidas ponen la cara, que denuncia que los “agrotóxicos” se esparcen por cielo, agua y tierra, y se instalan incluso dentro de nuestro organismo. El sentido del mensaje va en contra del modelo productivo convencional más difundido en la Argentina. Los artistas reclaman la agroecología como solución. Aparecen en la campaña el actor Leonardo Sbaraglia y la cantante Hilda Lizarazu, militantes de derechos humanos como Nora Cortiñas, periodistas como Alejandor Bercovich y Julia Mengolini, y hasta de cocineros como Francis Mallman. Mengolini incluso llega a declarar que se hizo los estudios y tiene “glifosato en mi organismo”.
Ya habían salido a responder a esta campaña las cámaras que agrupan a la industria de los agroquímicos y fertilizantes, Casafe y Ciafa. También los colegios de ingenieros agrónomos y muchos productores a título individual expusieron el problema que significaría que los obliguen a dejar los agroquímicos de un día para el otro. Pero ahora se sumó el pronunciamiento de la Red BPA, un amplísimo espacio que trabaja justamente para ir reduciendo y ordenando paulatinamente los probables impactos negativos del uso de insumos químicos en la agricultura.
“En esta red están representados el estado nacional, las provincias, organismos nacionales de ciencia y tecnología, cadenas de valor de producción agrícola y de producción animal, bolsas de comercio y de cereales, asociaciones de productores pequeños, medianos y grandes, gremiales, acopiadores, exportadores, distribuidores, aplicadores, cámaras de insumos y de maquinaria, colegios y consejos de profesionales, universidades públicas y privadas, foros y organismos multilaterales, entre otros actores de la sociedad civil”, se presentó la Red BPA, como para dejar claro que de este lado están casi todos sobre el escenario.
La Red BPA, que es coordinada por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, recordó que elaboró un anteproyecto de ley nacional sobre fitosanitarios que ni siquiera tuvo tratamiento en el Congreso de la Nación. Hubiera permitido, a juicio del sector, “generar pautas mínimas de gestión racional para su uso, con descripción de los procesos, sanciones y herramientas de control en el ámbito de las provincias y los municipios”.
También indicó en su rechazo a la campaña #BastadeVeneno que desde el agro se proponen “sistemas productivos diversos y basados en el conocimiento técnico y científico, apoyados en buenas prácticas con una visión integral de lo social, lo económico y lo ambiental”. Ese tipo de acciones se promueven “a través de nuestros nodos y mesas regionales, que trabajan con los gobiernos locales en materia de fitosanitarios, entre otros aspectos”.
“Queremos dar respuesta a las preocupaciones de la sociedad y concientizar acerca de todas las actividades y los trabajos que se realizan en el campo para producir nuestros alimentos. Estamos a disposición para seguir trabajando en este sentido. Las buenas prácticas abarcan a diversos aspectos de todas las producciones. Que se conozcan y que se apliquen depende de cada uno de nosotros”, concluyó este medido pronunciamiento.
Por más que se quieran hacer los santos los fumigadores no es así. Yo vivo en el campo (cosa que casi ningún productor agrícola hace, todos viven en ciudades) y estoy siempre rodeado de agroquimicos. Tenemos que encerrarnos en la casa para poder respirar aire mas o menos puro) .Ayer había viento fuerte del lado del campo sembrado y no les importó, y encima el herbicida me quema el poco pasto que tengo para mis vacas.
Se demoniza la actividad porque la mitad de quienes la llevan adelante son negligentes. Vivo en un pueblo del Sur de Santa Fe, y del lado oeste no se pulveriza, pero del lado este los dueños de esos lotes no tienen ningún reparo en aplicar con cualquier tipo de situación climática. Más de una vez los vecinos de ese lado tuvieron que soportar respirar aire tóxico por culpa de mala gente. Tampoco hay nadie que controle nada. Campo adentro la peonada es carne de cañón, los aplicadores andan siempre apurados, más preocupados x su agenda de trabajo que por qué lado viene el viento, y si hacen cagada no hay nadie para fiscalizar. Este modo de producción directamente no es sustentable ni a corto plazo, depende demasiado del nivel educativo y de empatía que tenga un operario o un encargado de estancia. No funciona muchachos!