La generación de biogás se incrementó de manera considerable en los últimos años, en distintas regiones de nuestro país, en parte como consecuencia de la toma de conciencia respecto al cambio climático y los beneficios de implementar una economía circular, y en parte por distintos programas de fomento impulsados por el Ministerio de Energía como el programa Renovar. Sin embargo todavía existe un gran desconocimiento alrededor de los subproductos que esta incipiente industria genera, cuyo uso agrícola tiene un gran potencial productivo y ambiental.
En un reciente informe del INTA y el Ministerio de Agricultura se publicación los resultados de un relevamiento realizado entre 2020 y 2021, para conocer la real dimensión de las plantas de biogás en Argentina. El trabajo dio como resultado la identificación de 27 plantas en funcionamiento, con volúmenes superiores a 1.000 m3 de reactor.
El 90% se concentran en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Pero más importante que eso, el 80% están ubicadas en zonas rurales, ya que están relacionadas directamente con actividades primarias que le aportan el combustible.
De las 20 plantas que participaron del relevamiento, 55% se enfocan en la producción de electricidad, 40% en el tratamiento de residuos y 5% en la generación de energía para el autoconsumo.
Ahora bien, ¿qué se hace en una planta de biogás? Se trabaja principalmente en la digestión anaeróbica de materiales orgánicos que dan lugar a dos productos: un combustible gaseoso –el famoso biogás- y un material semilíquido denominado digerido, que consiste en una mezcla de biomasa microbiana, material no biodegradable y productos metabólicos provenientes del proceso de degradación.
¿Y qué se digiere? Distintos tipos de sustratos, que pueden ser de origen agrícola-ganadero y de origen agroindustrial. Los primeros comprenden purín de cerdo, estiércol bovino y silaje de maíz; mientras que los sustratos agroindustriales incluyen destilados de maíz, efluentes de frigoríficos y residuos orgánicos industriales como chala y marlos de las plantas semilleras.
El principal sustrato utilizado en las plantas relevadas por el estudio oficial es el purín de cerdo, seguido por el silaje de maíz. Los estiércoles ganaderos presentan características favorables (macro y micronutrientes, elevada concentración de materia orgánica biodegradable, alcalinidad, alto contenido de humedad) para ser tratados por la tecnología digestión anaeróbica. Sin embargo, el alto contenido de amoníaco puede conducir a una baja obtención de biogás, por lo que se suelen agregar otros sustratos en menor medida para favorecer el proceso anaeróbico.
Según los datos arrojados por el relevamiento, El 55% de los sustratos digeridos proviene de fuente interna, es decir es un residuo generado dentro del propio establecimiento o sistema de producción. Un 37% proviene de fuentes externas, donde los sustratos son generados por otros sistemas de producción, y un 26% de los casos es de procedencia externa. Es decir que son empresas que compran el sustrato y el resto lo adquiere por donación. De las 20 plantas encuestadas, 16 registran un total de 3.115 toneladas de digeridos al año.
La primera etapa de procesamiento del digerido es su separación, la cual permite obtener dos fracciones distintas: una fracción sólida llamada digerido sólido, y una fracción líquida o digerido líquido.
Su composición rica en macronutrientes como el nitrógeno, el fósforo y el potasio hace que su principal destino sea su uso en agricultura.
El digerido sólido puede ser compostado o bien aplicado directamente como fertilizante orgánico si está estabilizado. Otras tecnologías que facilitan su comercialización y valorización son el secado y la pelletización.
La fracción líquida, en cambio, concentra la mayor parte de los sólidos suspendidos y nutrientes del digerido total. Su principal utilización es como agua de dilución de la materia prima o bien como biofertilizante líquido.
¿Pero todos los digeridos pueden ser aplicados de forma directa en los cultivos? La respuesta es no, ya que primero se debe garantizar su calidad.
“La aplicación agronómica del digerido deberá estar acompañada por un plan de manejo agrícola, que considere el balance entre el aporte de nutrientes y los requerimientos del cultivo. Por ello, es importante conocer su composición nutricional, ya que una inadecuada aplicación o dosis excesivas, puede generar riesgos ambientales, incidiendo negativamente en el agua, suelo y plantas”, se indicó en el informe.
Dado que el digerido es producido continuamente, es necesario almacenarlo. Según el relevamiento, el sistema más utilizado es el de lagunas de estabilización, que también sirven para su tratamiento. De las plantas que aplican este método, 89% cuentan con lagunas cubiertas y 44% aplicaron un sistema de impermeabilización del suelo para evitar filtraciones.
Los digeridos son aplicados mayoritariamente en pasturas (41%) y en cultivos como el maíz (25%), soja (17%) y trigo (17%), y la técnica de aplicación más utilizada es sobre la superficie del suelo.