Andrés Roberto “Corico” Chávez (59) vive en una chacra de 20 hectáreas que heredó de su familia, en San José, la zona papera por excelencia de Córdoba, en el valle de Traslasierra. Allí vivió siempre y formó una familia conformada por su esposa Carina y cinco hijos, cuatro mujeres y el último, Facundo, que lo ayuda en la tarea rural y se perfila como el continuador del emprendimiento familiar.
La historia de los Chávez es la historia de la colonización agrícola de esta zona bajo riego que está pegada a Villa Dolores. “Mi papá llegó con mis abuelos en 1930 a la edad de 8 años. Apenas había 6 familias en esta zona, muchas aguadas y la gente vivía de los frutales, duraznos, higos, pelones, uvas pasas. Se fue poblando y mi papá se hizo un pequeño tabacalero. Después se hizo carrero y fuimos naciendo nosotros”, rememora Corico.
Y continúa: “En esa época, la vida era muy dura. ¡Cómo lucharon mis viejos! En mi infancia y mi adolescencia, cuando hacían queso y mi madre amasaba y horneaba el pan. No había luz eléctrica ni televisión hasta que cumplí 15. Yo sembraba y araba con ese arado desde mis 8 o 10 años”, dice Corico, y señala un arado muy viejo junto a un poste de madera de retama que sobrevive desde la misma época.
“Mi padre se manejó en sulki hasta su último día, hace 10 años”, recordó.
Mirá la charla con Corico Chávez:
“Desde el año 1995 comenzó una etapa muy linda que duró unos 20 años, porque se crearon agrupaciones gauchas en todos los pueblos. Llegamos a tener un movimiento gaucho con reglamentos y normas, que todos acataban. Yo fui presidente de una comisión central, que se creó y dimos origen, en el año 2006, a un encuentro en un paraje tripartito al cual confluían gauchos de las tres provincias limítrofes: Córdoba, La Rioja y San Luis”, rememora el productor.
Hoy su chacra se fue diversificando para –como dice el refrán- “no llevar los huevos en una sola canasta”, haciendo alusión a lo difícil que es sobrevivir en nuestro país siendo chacarero. Cultiva papa, cebolla, maíz, zapallo, zanahoria, sandía, melón, tiene unos lechones, una vaca, una cabra, caballos y algunas mulas. Lo bueno es que acá te acompaña el agua del dique la viña. El tambo de cabras “La Colorada”, que es vecino, le da el suero para alimentar a sus lechones y él se lo canjea pagándole con alguna “gauchada”. Allí trabaja su hija, Victoria, como encargada de la fábrica de los quesos caprinos.
Corico dice que ahora a nadie le gusta “mular” –por andar en mula- pero él adquirió esa costumbre serrana de su abuelo. “La mula es mucho más segura para andar en las sierras y nunca te va a dejar a pie, porque no se enferma así nomás”, sostiene.
En sus charlas elogia todo el tiempo al sacerdote Jorge Rearte, quien inició las cabalgatas brocherianas, que se realizan a lomo de mula para recorrer la Argentina de punta a punta.
Rearte invitó a Corico, que es creyente, y en 2014 se sumó a peregrinar. Lo hizo unas cuatro veces, en 2016 desde Villa Silípica, en Santiago del Estero, hasta Misiones. La más larga, desde el Parque Nacional Lapataia, Tierra del Fuego, hasta Humahuaca, transitó el país durante más de cuatro meses, con dos mulas cada uno. Corico contó que anduvo hasta por los mismos senderos del General San Martín, en la cordillera.
Otra peregrinación llegó a Uruguay y de regreso, pasó cerca del obelisco en Buenos Aires. Chávez señala que lo impresionó mucho, porque todo le pareció muy raro, el apuro de la gente y tanto ruido, tantas luces. “Una locura”, dice y se ríe.
Concluye Corico: “Uno ya no tiene la misma fuerza. Pero igual tengo idea de hacer algunas peregrinaciones más, llevando el mensaje del santo cura Brochero”.
“Algunos piensan que uno va paseando y comiendo asados. Pero no, tuvimos muchos inconvenientes y viajamos con mucho sacrificio, pero al final nos dimos cuenta de que nunca sufrimos ni un dolor de cabeza, como que Dios o el Santo (por Brochero) protegió nuestra salud y nos colmó de felicidad y bendiciones, compartiendo con gente muy humilde y conociendo tan lindos paisajes de nuestro país”, define Corico.
Y añade: “Viajar así me dio otra visión de la vida, de saber que hay que valorar el presente y ser gaucho, sin aferrarse a las cosas, sabiendo dar una mano sin esperar nada a cambio”.
Corico nos quiso dedicar la zamba “Bellezas serranas” de Julio Alberto Tello, por Los Troperos de Pampa de Achala, que considera “el himno de Traslasierra”.
https://youtu.be/trOcIQeqsBg