Demian Bellido es licenciado en Genética y doctor en Virología. Además de trabajar en la fabricación de vacunas, ha hecho carrera dentro del INTA Castelar estudiando distintas infecciones en bovinos. Desde hace tiempo viene alertando al sector ganadero, junto a otros especialistas, sobre el avance de la Diarrera Viral Bovina (DVB), una enfermedad que nada tiene que ver con la diarrea. Pero que se encuentra muy diseminada y de la que nadie parece hablar.
¿Qué es la DVB? Es una enfermedad provocada por un virus que afecta a las mucosas del animal y a sus linfocitos o células de defensa, provocando una inmunosupresión. Si bien su nombre lleva la palabra diarrea, lo cierto es que es el menos común de los síntomas de esta enfermedad. Lo que en verdad genera durante su tiempo de acción es facilitar la entrada de otros patógenos al organismo.
Además de eso, provoca trastornos de reproductividad que pueden conducir a una baja en la fertilidad en machos y hembras, e incluso abortos espontáneos. Sin embargo hay una cualidad que lo transforma en un virus único.
“Si el animal se infecta una vez que ya se produjo la gestación, se pueden ocasionar abortos. Sin embargo, si el animal se infecta entre los 30 y los 120 días de gestación, es decir en el primer trimestre, el feto, que no desarrolló en esa etapa su sistema inmunológico, se infectará y nacerá con el virus dentro. Su sistema inmune nunca reconocerá al virus como un agente extraño, dando lugar a lo que conocemos como animal persistentemente infectado o PI”, explicó a Bichos de Campo Demian Bellido.
Los animales que nacen contagiados tienen una sobrevida menor, y sólo llegan a la adultez entre el 30% y el 40% de los individuos, ya que tienen más chances de contraer alguna enfermedad. El problema mayor surge con aquellos individuos que alcanzan la edad adulta, porque nunca dejarán de secretar el virus y pondrán en riesgo al rodeo, ya sea por contacto en el corral como en la reproducción. Las hembras lo transmitirán por la placenta, y los machos por el semen.
Es importante aclarar que si un animal persistentemente infectado contagia a otro, este tendrá una infección transitoria que en un plazo de 20 días, a menos que no se complique con un nuevo patógeno, desaparecerá. El riesgo que Bellido alerta es la posible interacción de un animal PI con otro en etapa de gestación, ya que eso puede dar lugar a nuevos individuos persistentemente infectados.
“Lo que hay que prevenir es la infección fetal”, afirmó el especialista. ¿Pero cómo sabemos si un animal infectado es PI, es decir que tendrá el virus latente toda su vida, o si solo tiene el virus de forma transitoria en su cuerpo?
Bellido indicó: “Hay que analizar un rodeo y separar los casos positivos. Si a los animales los testeas nuevamente en 30 días y continúan arrojando un resultado positivo, es que son persistentemente infectados”.
Pero esto puede ser difícil por cuestiones logísticas, y muchos productores deciden en cambio enviar a estos animales directamente al matadero luego del primer resultado positivo, ya que esta enfermedad no es transmisible a los humanos.
Ahora bien, ¿la enfermedad tiene cura? La respuesta es no. Una vez que el animal se infecta debe cursar la enfermedad. La buena noticia es que sí existe una vacuna preventiva, que está destinada principalmente a evitar las pérdidas durante la gestación.
“Se llama Vedevax BLOCK y es única en el mundo. Además de tener tecnología de punta es de desarrollo nacional. Se da a partir de los seis meses y luego siempre de forma previa a un servicio. Ese es el punto caliente que hay que proteger”, remarcó Bellido. Esta vacuna, desarrollada en colaboración entre el INTA y Vetanco, ya fue registrada en otros países como Perú y Bolivia.
Según distintos muestreos, se estima que actualmente existe entre un 1% y un 4% de bovinos con la enfermedad activa, y de ellos, al menos el 0.5% son animales persistentemente infectados. Algo no menor es que esta enfermedad puede aparecer también entre cerdos, ovejas e incluso ciervos.
“Esa transmisión existe pero hoy en Argentina el problema está en bovinos y no queremos desviar el foco. El problema es que la mayoría de los productores no conocen este virus y los veterinarios que lo vieron en la facultad parecen haberla olvidado”, sostuvo el virólogo.
Tampoco existe hasta el momento un plan de erradicación de la enfermedad en el Senasa, y Bellido lo atribuye al problema que existe con el control de otras enfermedades zoonóticas. Aún así considera que sus efectos en la producción son tales que es urgente comenzar a atenderla.
Como estrategia comunicacional el especialista comenzó a apuntar a los cabañeros para transmitir su mensaje. “Un toro de cabaña puede valer entre 300.000 y 400.00 pesos, como barato. El testeo sale en promedio 2000 pesos. Es caro pero en comparación a perder al animal no resiste análisis. Lo mismo con una hembra de cabaña. El testeo de reproductores es una forma de cortar con la transmisión”, dijo.
A continuación agregó: “Si todos hablamos de DVB todos lo conocerán. Arrancamos por los cabañeros como forma de que esto circule, ya que otros productores pueden pensar: ‘Si lo hacen los cabañeros, ¿cómo no lo voy a hacer yo?’”.