La Mesa de las Carnes es el ámbito que desde 2015 agrupa a la totalidad de las entidades de esa cadena productiva, que son más de treinta: desde los ganaderos hasta los frigoríficos exportadores, pasando por consignatarios y matarifes. Se reunirá este martes para ver si pueden cerrar una estrategia conjunta en este nuevo contexto: las exportaciones del alimento continúan semi-bloqueadas por un gobierno que acaba de recibir un sonoro cachetazo electoral.
La reunión de las próximas horas será para alquilar balcones. Por un lado, porque las cuatro entidades que conforman la Mesa de Enlace pedirán al resto de la cadena que los acompañen en una muy preanunciada protesta contra la reciente decisión del gobierno de extender el cepo cárnico hasta el 31 de octubre. Según un mensaje filtrado por error por el secretario de Agricultura, Jorge Solmi, esa decisión no fue técnica sino que ha sido tomada por los organismos pertinentes, sino directamente por Máximo Kirchner.
Hasta ahora, la Mesa de las Carnes -que es coordinada por el ex ruralista Dardo Chiesa- se ha mostrado sólida y homogénea a la hora de criticar el cierre de las exportaciones de carne, porque rememora el daño que se produjo a la cadena entre 2006 y 2015, en las primeras gestiones kirchneristas. Su propia génesis, el último año de gobierno de Cristina Kirchner, surgió del rechazo a aquel intervencionismo.
Pero a la hora de manifestarse activamente en contra de este tipo de políticas, las aguas se dividen. Por un lado, entre quienes no son convocados a la mesa de negociaciones (y los ruralistas casi nunca lo han sido) y quienes en cambio sienten que todavía pueden influenciar sobre las decisiones palaciegas. Desde fines de 2020 y hasta horas antes de la extensión del sistema de cupos, el Consorcio ABC (la entidad que agrupa a 25 grandes plantas exportadoras) mantenía un diálogo constante y fluido con los ministros Luis Basterra y Matías Kulfas, buscando una apertura gradual. Pero -como se dijo- la palabra final la tenía Máximo. La decisión era política.
Será entonces el primer tema de la conversación en la reunión de la Mesa: ¿Qué hacer como colectivo, ahora que se confirmó que el titular del Consorcio ABC, Mario Ravettino, fracasó en sus intentonas conciliadoras con el gobierno?
Los dirigentes de la Mesa de Enlace ya han dicho que preparan una expresión de su descontento y que en la reunión de mañana invitarán a los demás eslabones de la cadena de ganados y carnes a sumarse a la misma. Pero el propio Ravettino les avisó hace un par de semanas que su entidad -cuyos socios se quedaron con el 80% de los cupos de exportación- solo los acompañaría “hasta la protesta”. Es decir, que los frigoríficos exportadores no se plegarían a una eventual medida de fuerza.
La posición casi siempre conciliadora de las empresas del Consorcio ABC es fácilmente comprensible: en los hechos no han perdido tanto dinero por efecto de la limitación de las exportaciones, porque si bien los tonelajes exportados se han reducido en torno a un 35% respecto de 2020, la fuerte suba de los precios internacionales de la carne (que ya llega al 35%) los compensa en buena medida.
Más allá de las complicaciones que vinieron con el cepo, para algunas plantas del Consorcio es casi una situación ideal: la hacienda (su materia prima) detuvo su escalada y hasta bajó de precio, pero ellos obtienen casi las mismas ganancias aún exportando menos cantidad de carne. Los que pierden, en este escenario, son claramente los productores.
Pero no todas son rosas dentro del Consorcio ABC, porque hay un grupo de plantas mucho más China-dependientes que otras, que sí están sufriendo seriamente el impacto del cepo y hasta han comenzado a reducir sus días de faena. Estas empresas no participan tanto de los cuotas de exportación que han quedado a salvo de los recortes, como la Hilton o la 481, ni tampoco de los envíos de carne kosher a Israel, rehabilitados recientemente. Su principal mercado era China y por lo tanto su volumen de negocios se redujo bastante más que el del núcleo duro de frigoríficos del Consorcio ABC, que son los que históricamente han sostenido a Mario Ravettino como su presidente. Éste es un directivo sin planta: no es empresario sino simplemente un lobbista de la carne que ha sobrevivido a todos los gobiernos y a todos los cepos, incluyendo el de Guillermo Moreno. Hoy aparece cuestionado por una parte de los suyos.
Otro sector de la Mesa de las Carnes que está levantando temperatura contra Ravettino y sus negociaciones “exclusivas” con el gobierno es el que usualmente se dedicaba a abastecer de carne el mercado interno y eventualmente comenzó a exportar recién cuando China comenzó a comprar más fuerte, a partir de 2018. Matarifes y Frigoríficos consumeros se ven afectados por el cepo por esta doble vía: perdieron negocios con China y a la vez soportan una mayor competencia a nivel doméstico, porque hay varios frigoríficos impedidos de exportar que vuelcan sus excedentes a ese lugar. Esto es lo que deprimió en julio y agosto los precios de la carne, mientras los costos siguen subiendo.
Los más duros con Ravettino y por añadidura con Dardo Chiesa, el coordinador de la Mesa que también participó de varias negociaciones con Kulfas, serán los directivos de la Cámara de Matarifes y Abastecedores (Camya), que pedirán a la Mesa de las Carnes que se ponga a la cabeza de varios reclamos al gobierno. A saber:
- “Liberar de inmediato las restricciones a las exportaciones de carnes sin condicionamientos de ningún tipo”. (Esto permitiría reanudar las ventas de ese sector consumero, focalizadas sobre todo hacia China)
- “Permitir exportar dentro de las normas de la libre competencia y de igualdad ante la ley a los exportadores sin planta frigorífica”. (Esto corregiría varios puntos negociados por Ravettino con el gobierno, que no solo adjudicó los cupos a las plantas de faena -sobre todo las del Consorcio ABC- dejando fuera a los exportadores sin planta, sino que se ensañó especialmente con los controles sobre ese sector de operadores, facilitando la concentración en el negocio).
- “Abordar de inmediato las soluciones a la creciente informalidad del sector minorista especialmente los carniceros que impiden el normal funcionamiento del resto de la cadena”. (Es decir, se reclama reanudar el proceso de formalización de operadores que implementó el gobierno de cambiemos y fue discontinuado durante este gobierno).
- “Revisar el actual sistema de otorgamiento de matrículas que, merced a su burocratización y arbitrariedad en los procedimientos, están impidiendo la normal operación de los comerciantes serios favoreciendo el aumento de la informalidad y el crecimiento de las matrículas de falsos operadores” (La ONCCA perdió transparencia a partir del recambio forzado allí de Marcelo Rossi por el contador Luciano Zarich, quien se transformó en el brazo ejecutor del cepo cárnico gracias a las DJEC o nuevos ROE).
- Y “prorrogar la implementación del cuarteo en el mercado interno hasta tanto no se tenga la seguridad de que las plantas frigoríficas del consumo hayan adecuado sus instalaciones y la logística del transporte. De lo contrario dicha medida se convertirá en una nueva barrera de exclusión y concentración en beneficio de la marginalidad, profundizando el doble estándar impositivo, laboral y sanitario, llevando al fracaso una buena iniciativa en el camino de la modernización del comercio de carnes”.
Este último planteo, reclamar una postergación de la fecha de entrada vigencia del cuarteo de medias reses acordada por Kulfas y Ravettino a espaldas del resto de la cadena, el 1 de enero de 2022, es el estilete más profundo que los matarifes intentarán clavar en la negociación dentro de la Mesa de las Carnes. Pero resulta muy real que después de ese anuncio, el gobierno hizo poco o nada para que las plantas dedicadas al consumo interno (usualmente venden medias reses) puedan adaptar sus instalaciones a esa normativa de índole sanitario y laboral.
Una vez más hay alguien que corre con ventaja: Los frigoríficos del Consorcio ABC, en cambio, ya cuentan con instalaciones para el cuarteo y hasta la despostada por cortes.