Los productores avícolas integrados son quienes más se involucran en la crianza de los pollos, e históricamente quienes menos ganancias reciben en la cadena productiva. ¿Cuál es su tarea? “Dar un servicio de engorde para bebés”, describe el productor de la zona de San Pedro Leonardo Cajide. Eso significa que reciben pollitos de una empresa incubadora, se encargan de alimentaros y cuidarlos, y los devuelven cuando están listo para ir hacia el frigorífico.
Los productores integrados reciben de la empresa que los contrata el alimento y los elementos veterinarios necesarios. Pero la mano de obra y el manejo, el mantenimiento de las instalaciones y el costo de la energía corren por cuenta de ellos. Es allí donde estos productores a veces pierden económicamente.
¿Y cómo se cría a los pollitos? En galpones especiales –de esos alargados que muchas veces se observan a los costados de las rutas- que mantienen una temperatura constante, para que los animales no pasen frío o calor. Allí tienen a disposición agua y alimento en forma constante.
Cuanto más modernas y actualizadoss sean esos galpones, mejor cumplirán su función. Una de las claves es que estén bien aislados, para mantener mejor la temperatura interna de las instalaciones, que se suele corregir apelando tanto a estufas como a ventiladores. Eso dispara los costos de la energía -tanto de electricidad como de gas- a extremos a veces impensables. Y definitorios para la actividad.
En caso de Leonardo Cajide es particular, porque decidió innovar y acondicionar sus instalaciones para lograr un mejor aprovechamiento energético. Tiene un total de seis galpones, cinco viejos que han sido aislados lo mejor que se pudo y uno muy moderno, equipado con las últimas tecnologías disponibles.
A diferencia de los galpones tradicionales, que se encuentren aislados con telas especiales, en este último galpón Leonardo optó por implementar la tecnología “dark house”, que utiliza fibra de vidrió para crear un ambiente completamente cerrado y oscuro. Incluso puso lana de vidrio Isover en los techos. La tradicional empresa de aislación siguió su caso con atención, porque implicaba su debut en la construcción de granjas avícolas.
“Los galopes más antiguos tampoco son desechos viejos, pero no tienen aislación. Cuando mejor ambiente le das al pollo mejor es la conversión de alimento a kilos de carne. Sino (el animal) consume mucha energía en regular su temperatura y las conversiones son horribles”, dijo Cajide a Bichos de Campo.
En ese sentido agregó: “Hoy para que la integración de la avicultura sea realmente rentable tenemos que tener galopes ‘dark house’. El costo de la energía debe andar entre el 50% o 60% de la facturación. Se nos quiere llevar a la energía renovable, a las pantallas solares, y tenemos dos inconvenientes: el tipo de facturación que tiene los servidores de energía, con las declaraciones de potencia, y el hecho de que antes de hacer energía renovable tenemos que hacer un buen uso de la energía que ya tenemos”, razonó el productor.
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¿A qué se refiere con la declaración de potencia? A que el usuario debe costear la potencia de la energía más allá de cuánto utilice de ella. Eso hace que la facturación no descienda en los momentos en que menos se utiliza, y que los costos se mantengan siempre altos.
“El consumo de energía en la granja es de tipo serrucho. Tiene picos de acuerdo a la cantidad de pollos, a la edad que tienen, etcétera. Por momentos tenés mucha demanda de energía y por otros tenés cero. Argentina todavía no tiene el ‘toma y vuelve de la energía’”, indicó el productor.
-¿Y los productores integrados no tienen algún régimen especial como actividad electrodependiente?- le preguntamos.
-No, de hecho pagamos más. En Argentina se sanciona a quien consume más. No es que te premian por buen consumidor sino que te castigan aunque produzcas alimento. Y después el gobierno no se acuerda de nosotros porque cuando vas a solicitar créditos y financiamiento, nos ponen en una reglamentación que tenemos que dejar solamente el 5% del trigo o soja guardado para llegar a la línea de crédito subsidiada (se refiere a la decisión del Banco Nación de no dar prestamos a los productores que almacenen un porcentaje mayor de su cosecha de granos).
Frente a este panorama, la inversión en galpones con aislamiento parece ser casi la única solución para recortar los elevados costos energéticos.
“La avicultura en el mundo se maneja en galpones como este. Nosotros somos los únicos que seguimos criando pollos en chozas. Con eso ahorrarías energía, harías más rentable tu actividad y podrías invertir en nuevos galpones. Aparte de eso, cuando vos sos eficiente la empresa –la que entrega los pollos- te premia con tarifa y con cantidad de pollo por metro cuadrado. Es todo una cadena”, sostuvo Cajide.
Aunque el camino sea claro, este productor afirma tener las manos atadas y no poder terminar de avanzar hacia esta anhelada reconversión de sus instalaciones. “Allí tengo todos los materiales y no puedo hacer el nuevo galpón”, señaló a Bichos de Campo durante la visita a su granja.
-Hace poco se anunciaron créditos para la avicultura por una cifra de miles de millones de pesos. ¿Creés que caerá algo para este lado?
-No. Yo quedo afuera por ser productor agrícola y estar en el registro del SISA. Mi carpeta puede dar, pero yo quedo afuera. Lo que más bronca nos da es que arrancamos con una granja chica y crecimos de la mano de la empresa proveedora que nos financió la construcción de los primeros galpones. Hoy, que podés llegar a recibir algo de eso, te sancionan.