Más que como un ingeniero agrónomo a secas, Fernando Lapolla se define en su perfil de Linkedin como un “desarrollador agronómico”. En una breve charla es fácil darse cuenta del por qué: Lapolla se ha especializado en la fruticultura e intenta como asesor convencer a los dueños de los campos de introducir algunas especies novedosas en campos donde perfectamente se podría hacer solo ganadería o plantar soja. Lo encontramos en Mercedes, en la provincia de Buenos Aires, timoneando un proyecto para implantar 20 hectárea de frutos secos, que no solo incluyen la nuez pecán sino también dos especies difíciles para esta zona, las avellanas y los almendros.
El curioso emprendimiento se está llevando a cabo en la Estancia El Recuerdo, lindera a la pequeña localidad de Agote, muy cerca de Mercedes. El lugar está pensado para ser sede de eventos y casamientos, pero dispone de unas cuantas hectáreas de campo donde ya están asomando los árboles frutales. Un poco más allá hay grupos de gente que también están “desarrollando” algo extraño: tres enormes domos de hierro para realizar debajo una producción de verduras hidropónicas. Fernando nos dice que son los primeros de ese tipo en el país.
-¿Destinar 20 hectáreas a los frutos secos es bastante, pensando en la dimensión que en general tienen este tipo de planteos?
-Sí, es un proyecto interesante. Además, en vez de hace directamente 20 hectáreas de pecanes, decidimos poner almendras y avellanas como para darle un valor agregado. Cuando salga la competencia, porque se está plantando bastante pecanes en la zona y en otros lugares, la idea es poder ofrecer no solo esas nueces sino también almendras y avellanas.
Mirá la entrevista con Fernando Lapolla:
En El Recuerdo, el proyecto implica sumar varias actividades productivas que apuntan a convocar a los visitantes. Además de la construcción de los tres domos para hidroponia y los frutos secos (por ahora implantados sobre las primeras 5 hectáreas), hay un sector dedicado también a la cría de gallinas libres de jaula, para abastecer de huevos el salón de eventos. La idea es complementar todo con un restorán que abrirá solo los fines de semana al mediodía.
Lapolla, que es asesor de varias plantaciones de frutos secos en la Provincia de Buenos Aires, algunas con 12 o 13 años de antigüedad, reconoce que lo de poner almendras y avellanas en esta zona -ubicada a 100 kilómetros del obelisco- es una audacia agronómica. “Realmente es un gran desafío, pero yo creo que se puede. Estas plantas ya tienen 9 meses y crecieron muy bien, tienen un desarrollo vegetativo interesante para la zona y el tiempo que tienen, Yo creo que productivamente van a andar muy bien”, se entusiasma.
-Cómo agrónomo debés haber contemplado los riesgos de implantar estas especies en Mercedes. ¿Cuál es ese riesgo?
-Como veras tienen un lomo para evitar los excesos de agua. Pero acá el mayor desafío es ver cómo evitamos las heladas fuertes, que la planta la encuentre lo suficientemente nutrida como para que la helada no la afecte tanto. Siempre sabemos que no es la zona ideal para producir, pero me parece que es una alternativa productiva interesante para que la gente conozca y vea, y ver además si podemos desarrollar esta zona.
Nuevamente la palabra “desarrollar”. Agrónomo recibido en la Universidad Nacional de Luján en 2007, Lapolla se desempeñó en el último gobierno de Cambiemos en la Provincia de Buenos Aires como director provincial de la Competitividad y la Innovación en el Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología. En estos momentos, trabaja activamente en una ONG que impulsa el desarrollo de políticas de estado llamado Plan País.
-¿No puede haber exceso de humedad en esta zona?
-Todo el cultivo tiene riego por goteo para mantener la planta hidratada. Nosotros, al tener el riego controlado, lo manejamos y solo regamos cuando necesitamos. Generalmente se necesitan riegos suplementarios en esta zona en épocas de pleno verano. Estos años particularmente, porque fue un verano muy seco. Si no hubiéramos tenido el sistema de riego por goteo instalado, las plantas hubieran sufrido mucho más.
-¿Esta zona de Mercedes era muy duraznera? ¿Tu apuesta es a buscar alternativas?
-La problemática de los duraznos y otros tipo de cultivos es la mano de obra. Es muy difícil conseguir mano de obra para la cosecha. Con este tipo de cultivos no necesitás cosechar inmediatamente cuando ya están listos, te permiten un lapso más grande para la cosecha. Yo vengo de trabajar muchos años con los arándanos y el tema de la mano de obra fue un determinante, más allá de los precios, que hizo que muchos de esos productores se hayan ido. Acá en Mercedes hubo 53 plantaciones de arándanos.
Lapolla cuenta que durante un tiempo le tocó desempeñarse como gerente de la planta de clasificación y exportación de la empresa de Manuel Parra, uno de los pioneros del arándano en el norte bonaerense. Pero la crisis comenzó con el faltante de manos de obra para cosechar la fruta fina, que es muy delicada y no puede ser mecanizada. “Entonces quedaron muchas quintas con un sistema de riego instalado y bueno… Fuimos viendo alternativas para transformarlas hacia pecanes”, contó.
-¿Y los frutos secos tienen mercado?
-Sí, la Argentina es deficitaria en la producción de nueces, las importa, y la verdad es que hay un panorama interesante. No solamente para los frutos secos sino para la fruticultura en general. De un tiempo a esta parte el consumo de frutas, exacerbado con el tema de la pandemia, ha aumentado. La gente que pudo tener acceso ha decidido comenzar a alimentarse mejor, y un alimentación mejor está basada en un mayor consumo de frutas y de verduras. Me parece que hay un horizonte claro para el crecimiento de la fruticultura. Y siempre que crezca la fruticultura para la región es muy bueno, porque a diferencia de la horticultura, donde uno pone los tomates y a los seis meses -si le fue bien o mal- se va, la fruticultura es una apuestas a largo plazo. Eso hace que se quede la gente en las regiones y no vaya a poblar la capital.
-En el agro hay pocos proyectos de inversión de esta escala y a largo plazo. ¿Qué es lo que te entusiasma de dirigirlo?
-Yo soy un ingeniero agrónomo que me dedico a la fruticultura. Siempre digo que ser agrónomo fruticultor es un estilo de vida. Es recorrer y ver como van creciendo las plantas. No te digo que tienen nombre, pero casi… Y es esto, el arraigo de la gente a cada uno de los lugares. Me parece que si pudiéramos desarrollar eso en cada una de las regiones, sería interesante. La parte de San Pedro en un momento tenía 15 mil hectáreas de fruticultura, ahora tiene 3000. Hubo mercado. Ahora hay mercado. Tenemos que ver, con políticas de estado, como podemos llevara adelante eso y desarrollarlo.
-¿Y si sale mal la apuesta? Es decir, las almendras y avellanas son extrañas para esta región…
-Asesoro otra plantación de almendras en 9 de Julio de almendras, y nos ha ido unos años muy bien, otros años un poco peor. Pero bueno, es ir adaptándose y apostando. Para mi sería mucho mas fácil poner soja o ganadería. Pero nosotros queremos apostar a esto porque genera mucha mano de obra, la gente que viene a podar, la que controla el riego, la que después viene a cosechar. Si apostamos un pco más a eso nos va a ir un poco mejor a todos.