Federico Maranzana es el gerente de Nynagro, una empresa con más de 25 años de trayectoria en la producción de limones, que destina sobre todo al exigente mercado en fresco para la exportación. Una de sus principales fincas se ubica en la localidad tucumana de Los Nogales. Son 60 hectáreas que compró su padre Antonio, más conocido como Nino Maranzana, en 1988. Allí pudo ver Bichos de Campo como es la actividad en estos meses de cosecha.
Entre muchachos que iban y venían cargando bolsones con limones que descargaban en los pallets que luego serían llevados hacia una planta de empaque que tiene la empresa en la misma zona, Federico nos explicó que si se piensa producir para el mercado en fresco un buen rendimiento a lograr debe rondar entre 45% y 50% de las frutas de cada árbol, dejando el resto para la industria. Para eso hay que extremar los cuidados y seleccionar la fruta en el momento preciso.
“Es todo cuestión de oferta y demanda, pero nuestro mayor interés es sacar la fruta fresca porque tiene mayor valor que si la entregáramos a la industria”, dijo Maranzana. Del 1,4 millones de toneladas de limones que se cosechan en Tucumán, solo 250 mil toneladas van como fruta fresca a la exportación y otras 150 mil toneladas se destinan al mercado local. El resto, casi 1 millón de toneladas, lo absorbe la industria.
Mirá la entrevista completa a Federico Maranzana:
Aproximadamente en una hectárea de plantas de limón se producen de 50 a 75 toneladas del cítrico, siempre dependiendo del tipo de plantación. En esos casos, el objetivo de Nynagro es que poco más de 35 toneladas por hectárea se destinen al mercado en fresco.
La cosecha del limón arranca a fines de febrero en la zona sur tucumana, donde suele haber mayor índice de lluvias, mientras que en otra zona ubicada más hacia el oeste de la capital provincial, la recolección empieza hacia fines de abril o principios de mayo y se extiende hasta fines de julio o agosto. “Hay varios cortes, pero el primero siempre es el que suele tener más cantidad y calidad de fruta”, aseguró el empresario.
Un aspecto característico del limón es que su cosecha es manual. “El cosechero tiene un aro de entre 60 y 64 milímetros y eso es lo que le dará la pauta acerca de cuál es el limón que debe cortar. Entonces el limón más chico queda en la planta y el otro se corta con tijera y va a su maleta”, describió. En sucesivas pasadas irán recolectando la fruta que va quedando, aunque cuanto más tiempo pasa peor es su calidad.
En cuanto al tratamiento de las plantas, Maranzana indicó que realizan una serie de cuidados agronómicos y culturales. “Se hacen aplicaciones de fungicidas e insecticidas desde el mes de septiembre hasta febrero o marzo. Obviamente, una finca preparada para exportación requiere de muchas más aplicaciones que una fruta preparada sólo para fábrica”, señaló.
Federico es uno de los cuatro hijos socios junto a su padre Nino. Una vez armada la sociedad con el nombre de Nynagro en el 2000, fueron agrandando la producción de a poco, hasta llegar a tener las 200 hectáreas actuales. La firma tiene tres fincas donde produce limones: Norma, Nino y La Soñada, pero además tiene campos en el sur tucumano, en localidad de Taco Ralo, donde produce granos -entre ellos la chía- y crían ganado, totalizando más de 4000 hectáreas.
La cosecha de la fruta es bastante particular, porque a diferencia de otras actividades zafreras que son estivales, el limón convoca mucha demanda de mano de obra en los meses de otoño e invierno. Los cosecharos, además, suelen comenzar a trabajar a mediodía y hasta las cinco de la tarde, cuando comienza a caer el sol. Usualmente las empresas contratan cuadrillas y tercerizan esa labor. Muchos de esos trabajadores continúan luego con la temporada de la frutilla o el arándano. Y ya entrada la primavera viajan a otras provincias, como Mendoza o Río Negro, para continuar trabajando en la cosecha de otras frutas.
El personal permanente de las fincas se ocupa, entre otras cosas, de la implantación de nuevas parcelas. La vida productiva de un limonero llega a los 25 años. En Nynagro intentan renovar el 5 al 10% de la superficie todas las temporadas.
“Cuando pones una planta de estas vos sabés que tenés que estar 30 años invirtiendo”, nos dijo Federico, que solo pide de los gobiernos mayor apoyo crediticio y obras de infraestructura que alivien los altos costos de exportación. Es lo que falta. Celebra en cambio que se hayan abierto muchos mercados.
-El limón es importantísimo para Tucumán en términos laborales y económicos. ¿Vos, como empresario, te sentís importante?
-Toda persona que pueda generar una trabajo suma. La actividad del limón es muy importante para Tucumán justamente por la demanda de mano de obra que genera. La cosecha es manual, así que cuando hay algún problema de mercados (como por ejemplo el año pasado, cuando la Unión Europea cerró las importaciones) se siente a nivel social. Los mercados hay que abrirlos y después hay que cuidarlos.