Luis Bastit es ingeniero agrónomo y tenia un trabajo estable en Endivias Belgrano, una empresa de capitales holandeses situada en General Belgrano, Buenos Aires, que se posicionaba como líder en producción de endivias en América del Sur, una variedad de achicoria originaria de Europa. Pero por alguna razón que picaba hondo en su interior, Bastit decidió dar el famoso salto al vacío para sacar adelante otro cultivo: el radicchio.
“Mi iniciación en el radicchio comenzó en Endivias Belgrano. Allí tenían muy aceitada la producción de endivias pero no lograban destrabar el cultivo de radicchio ni el de repollito de Bruselas”, relató Bastit en diálogo con Bichos de Campo.
“Empecé a investigar ambos cultivos y aunque en radicchio era muy poco lo escrito o difundido al momento pude sacarlo adelante. Pero un día desde la empresa decidieron discontinuar su producción porque no le cerraban los números. En su afán de reducir personal me pidieron que comenzara a venir cada 15 días y eso cortó la relación laboral. Me quedé con la bronca de haberle puesto tanto corazón a algo y ya no poder seguir haciéndolo y entonces me fui”, recordó el joven agricultor.
En marzo de 2020, justo en el arranque de la pandemia, decidió volcarse de lleno a producir radicchio por sus propios medios y en su lugar de origen, San Miguel del Monte.
Bastit sabía que el camino emprendedor no sería el de rosas sin espinas sino todo lo contrario. “En San Miguel del Monte, donde vivo, no hay un cinturón hortícola desplegado como en La Plata sino que hay ganadería, siembra de pasturas, soja y maíz y casi nadie viene a disquear solo una hectárea y media, que es lo que yo iba a producir”, comentó.
El productor no tenía la máquina de hacer lomos como el que tenían en la empresa donde trabajaba, ni sistema de riego desarrollado (el radicchio necesitaba un sistema por goteo), ni tampoco la mínima idea sobre cómo abordar la logística o comercialización. Pero había dos cosas que Bastit tenía y que fueron suficiente para largar: las ganas y el conocimiento.
Luis llamó a Mariano Winograd, un reconocido consultor frutihortícola, para pedirle asesoramiento. Y así, a fuerza de muchos ensayos de prueba y error, empezó a lograr buenas cosechas de radicchio.
El radicchio es una verdura muy apreciada sobre todo en el norte de Italia, pero también comenzó a valorarse en la gastronomía argentina. Su forma es la de un cogollo compacto formado por capas de hojas, de textura crujiente y sabor amargo, de color morado o rojizo muy característico, con una veta central de color blanco. Lo fundamental a observar en un buen radicchio es lo crujiente de la hoja, dado por su compactación.
Se siembra en otoño y se cosecha en invierno, pero también es posible la siembra en septiembre y la cosecha en verano, cerca de diciembre. “En todos los casos, sí no se cosecha a tiempo el radicchio se va en flor y no sirve mas, con lo cual es necesario conocer bien las fechas de plantación de las variedades, los ciclos de las mismas, sus enfermedades y qué aplicaciones hacer ante su aparición”, advirtió.
“Mi problema es que tenía todo por hacer. Primero tuve que convencer al dueño del campo de que me alquilara tres hectáreas de las cuales sólo 1,2 son productivas porque las restantes están descalzadas. Luego me encontré con un lote sin barbecho pero así y todo le di para adelante, encargué los plantines en BabyPlant en la Plata, de Julián Villagra y con ayuda de un sobrino y de un equipo de gente continué con la siembra y cosecha”, describió.
El uso de algunos agroquímicos es necesario en el cultivo del radicchio, pero Bastit aseguró que se respetan las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y normas de bioseguridad, con los periodos de carencia necesarios al momento de la cosecha. Incluso realiza el triple lavado de envases y perfora cada uno para luego ser retirados desde un Centro de Acopio Transitorio (CAT) móvil.
A la fecha hizo Bastit lleva realizadas tres tandas de radicchio, dos durante 2020 y otra durante 2021. “La primera experiencia salí hecho, porque me tapó la maleza y tuve mucho problema con la hormiga. La segunda experiencia solucioné el tema de las malezas con el ‘mulching’ plástico y el tema de las hormigas plantando lechuga espaciada en el perímetro del lote para ubicar los hormigueros y aniquilarlos. El suelo ya estaba bien preparado. Y en la tercera experiencia, aunque fue una buena cosecha en diciembre de 2020. El problema fue la falta de frío ya que no tenía luz en la quinta”, declaró.
Al sacar tanta producción, Bastit tuvo que alojarla en las cámaras de frio del Mercado Central de Buenos Aires, ubicado a 94 kilómetros de su quinta, pero allí perdió entre el 20% y 30% de la producción obtenida. Lejos de amargarse y tirar todo por la borda, Bastit prosiguió y compró una cámara de frío, sobre todo para el radicchio que se cosecha en verano. Pronto tendrá luz en el lugar, con lo cual ya no será necesario alimentarla con grupo electrógeno como venía haciendo.
Acerca de la técnica de mulching plástico, Bastit explicó que consiste en un rollo de plástico blanco especial que se coloca luego de hacer el laboreo del suelo, los lomos y de colocar la cinta de riego, para prevenir malezas que en este cultivo suelen ser agresivas. Además, el hecho de colocar un mulching y no tener que carpir (desmalezar) favorece también a la sanidad. “Este plástico viene dispuesto en rollos simil bobinas que se extienden sobre el suelo, luego se le hacen agujeros y en esos agujeros es donde se planta el cultivo”, dijo.
Lo más preocupante en el radicchio son las enfermedades fúngicas que lo afectan, situación que se resuelve, en parte, con el riego por goteo. “Si usáramos riego por aspersión, al caer el agua por arriba haría que se mojen sólo las hojas, y el radicchio es una planta abierta que luego se empieza a cerrar, entonces cuando las hojas se imbrican o se superponen entre sí el agua queda encerrada dentro, favoreciendo enfermedades fúngicas tales como esclerotinia botritis y erwinia, una bacteria”, desarrolló.
Claro que siempre hay buenas. “Como el producto que coseché resultó tan bueno porque estaba bien arrepollado y tenía buen color, tuve la chance de exportar a Uruguay, lo que me alivianó la sobreproducción de diciembre de 2020. También salió una tanda para el sur, para Bariloche”, expresó con alegría.
Por lo general, su producción rinde 15 toneladas por hectárea y va a parar al Mercado Central. El propio Bastit se encarga de envasarla y transportarla. “En lo que es comercialización lo tengo al propio Winograd que me tiende una mano, pero también al puestero del mercado donde va a parar lo que produzco, de Tomás Marcone, nave 9 puesto 46. La verdad es que ambos me ayudaron a emprolijar el producto porque el radicchio debe parecerse más a una caja de bombones que a un repollo cuando lo vendés”, manifestó.
Un aspecto central logístico que mejoró Bastit fue el tema de los envases. “Antes iba todo en cajas pero se aplastaban; hoy apilo todo en cajones plásticos. Parece algo tonto pero son detalles que cuando te ponés vos mismo a hacerlo quizás no los considerás”, indicó.
Durante la primavera pasada Bastit también plantó repollitos de Bruselas, pero ahí sí las cosas no le salieron como esperaba. Igualmente, su espíritu inquieto lo llevará nuevamente a probar. “El repollito de Bruselas es un cultivo que necesita buen riego y una preparación especial del suelo y con un seguimiento más detallado ya que sus plagas, el pulgón y la plutella son complejas. Yo no estuve a la altura de las circunstancias”, confesó.
Pero cada tropiezo no es un fracaso sino un aprendizaje y el joven productor lo tiene claro. “Así se convierte uno en productor. Mirá, del 1 al 10 yo me saqué un 3 produciendo Bruselas pero sé que puedo sacar un 7,50 y hasta un 8. Necesito volver a intentarlo. Sobre el final mejoré la calidad y me gusta lo que conseguí”, sostuvo.
“Tuve momentos en los que quise pasar el tractor por encima de todo porque estaba harto, pero conversando con la familia y reflexionando me di cuenta que esto es algo que hace años que quiero hacer y no puedo bajar los brazo. Hay que detectar los problemas y tratar de encontrarles la solución, descansar un poco cuando sea necesario, para no perder el foco, y darle para adelante”, resaltó.
Sin importar la actividad en la que se emprenda, el mensaje final de Bastit es que se trata de tener paciencia y perseverancia, y sacar de cada tropiezo un aprendizaje para seguir intentándolo. Nunca hay que dejar de intentarlo.
Excelente! No es fácil el radicchio sobre todo la poscosecha. . Nosotros sembramos un par de canteros de 50 mts para escalonar . Espectacular . Pero lo desatendidos por falta de manos.