Existen muchos tipos de miel. Y también diferentes clases de insectos que producen miel, aunque esto último no sea tan conocido.
Alberto Andruszyszyn, ingeniero agrónomo recién recibido e hijo de colonos de la localidad de Apóstoles, en Misiones, es un apasionado desde muy joven de las colmenas. Las tiene de las tradicionales abejas que todos conocemos pero también es criador de abejas meliponas o abejas sin aguijón.
“Al tratarse de una abeja que no pica, uno puede trabajarla sin ningún tipo de protección especial, pero aunque no pertenezca al grupo de las tradicionales, estas tienen las mismas características, es decir, se agrupan en colonias, producen polen y miel”, explica Andruszyszyn.
Mirá la entrevista completa a Alberto Andruszyszyn (hijo).
Una de las características de este tipo de abejas sin aguijón es que son originarias de América. En efecto, el meliponicultor comenta que existen pictografías en algunas culturas indígenas locales que retratan el uso de la miel de estas meliponas ya desde la antigüedad, previo a la conquista. “Estas siempre estuvieron en el continente; en cambio, la abeja Apis mellifera, de la que se obtiene la mayor parte de la miel, fue introducida de Europa hacia América”, indica.
“Hay varios grupos de estas abejas tanto en Argentina como en el resto de América, pero acá la de mayor popularidad es la Tetragonisca angustula, también conocida como yateí o rubita, que es una abeja muy pequeña y de color amarillo, casi del tamaño de un mosquito”, grafica el joven productor al mostrar las colmenas distribuidas en la chacra familiar.
Andruszyszyn cuenta que hay variados modelos de colmenas. “Acá por lo general se usa el modelo brasilero, modelo Impa y modelo paraguayo, los cuales son bastantes diferenciados; en lo personal yo probé los tres, pero estoy elaborando uno propio basado en mis experiencias”,
El meliponicultor mostró a Bichos de Campo las cajas diseñadas por él, dispuestas como pequeños cubos de madera formados por varias capas, y explica que están basadas en el diseño de la colmena común, solo que lo que se busca en este caso es la menor intervención para no generar estrés en la colmena a la hora de extraer la miel.
Por lo general, al ser algo nativo y local, se trata más que nada de no perder colmena porque cuesta mucho formarla y atravesar el invierno en esta zona. En su caso puntual, el productor rescata colmenas en riesgo, ya sea aquellas que están en troncos caídos, o que se han metido en muros que se van a derruir, o bien aquellas que están en tierra y que pueden sufrir el ataque de algún animal local.
El método de cosecha de estas mieles especiales es bastante diferente al de la colmena tradicional, dado que la miel se extrae por proceso de aspiración o exprimiéndola directamente. Eso porque los panales de las meliponas no son regulares, sino que consisten en esferas que se superponen unas con otras.
La cantidad de miel que produce una yateí con respecto a la que puede producir la abeja tradicional es sustancialmente menor. El joven manifiesta que “es el 10% de lo que produce una colmena tradicional”, y aclara que “la miel de yateí o de meliponas está mas orientada a un uso medicinal que alimenticio; tiene propiedades, que se siguen estudiando, con beneficios sobre la actividad respiratoria, los ojos y la piel”.
No obstante, si bien el uso de la miel producida por las meliponas es de uso medicinal, se la incorporó al Código Alimentario Argentino en mayo de 2019, lo que abre una posibilidad más grande de comercialización en el país. “El conocimiento que se tiene sobre estas abejas es muy limitado, por eso es algo bueno su incorporación al Código”, refleja.
Por el momento, el productor comercializa el producto a nivel regional, pero asegura: “El que la prueba y conoce sus beneficios vuelve a comprar esta miel de yateí o miel de meliponas”.