Durante años la Aduana Argentina que controla los productos exportados a Chile fue un colador y se le escapaban maniobras a todas luces ilegales o que simulaban cierta legalidad para defraudar al Estado. Un buen ejemplo es el palmiste, un raro aceite que se obtiene de mezclar un 99% de aceite de soja con 1% de aceite de palma. Nace un producto novedoso que no tributa tantas retenciones. Milagro argentino.
Pero ese caso parece un poroto comparado con lo que empieza a suceder ahora, cuando la enorme brecha entre las diversas cotizaciones del dólar en el mercado local resulta ser una tentación grande para muchas empresas que tratan de escapar del cerrojo cambiario o dejar sus dólares fuera del país. Por eso realizan una venta a Chile desde una empresa de Uruguay, pero los productos nunca pisan suelo uruguayo sino que directamente se transportan desde la Argentina, usualmente por tierra y a través del paso fronterizo que nosotros conocemos como Cristo Redentor, en Mendoza, y que para los chilenos corresponde a la Aduana Los Andes.
Gobierno de ciegos. El presidente Alberto Fernández y su ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, vienen justificando el cierre de las exportaciones de carne vacuna que tanto daño provoca a la cadena ganadera invocando supuestas maniobras de “triangulación y subfacturación” que perjudican al Estado Argentino, pero nunca identifican en público a las empresas que cometen esas irregularidades y mucho menos se conocen sanciones concretas. Generan una sospecha, pero no hacen nada visible a la hora de evitar el supuesto ilícito.
Pero basta con observar los listados de importaciones que lleva con bastante actualización la Aduana de Chile para reparar que en los últimos meses se ha intensificado mucho la triangulación de exportaciones de productos locales a través de ventas realizadas desde Uruguay.
Según datos correspondientes solo a marzo pasado, en los cuales nos basamos para este informe, se enviaron ese mes a Chile unas 27.800 toneladas de productos argentinos de todo tipo y color, pero facturados en le vecina orilla. Para ver si hay a su vez una subfacturación, hay que analizar caso por caso, producto a producto. Ese debería ser el trabajo de la Aduana.
Repetimos: hay decenas de productos argentinos cruzando la cordillera en ventas realizadas por empresas de Uruguay. La triangulación es visible en las estadísticas de importación que lleva el gobierno trasandino. Pero los funcionarios argentinos no la ven, o se hacen los distraídos. Como con el aceite de palmiste.
No solo es carne vacuna la que se está triangulando vía Uruguay para Chile, que es el tercer mercado en importancia para nuestros cortes bovinos. Peor de los listados de importaciones obtenidos por Bichos de Campo surge que hay al menos dos frigoríficos locales (Santa Giulia SA y Frigorífico Río Segundo) que han estado enviando varios cargamentos hacia el vecino país bajo esta modalidad.
Internandina o Diser son las importadoras de esos cortes enfriados especiales para el mercado chileno, que tienen algunos nombres desconocidos para nosotros: hay filete, lomo, asiento, posta, sobrecostilla, ganso y asado carnicero. Los precios FOB declarados en esas cargas van de 4,50 a 6,40 dólares por kilo.
Pero no es solo carne de vaca lo que se está triangulando de ese modo. Las Camelias SA, Soychú, la uruguaya Sidroy Corp y Fadel SA, están enviando a Chile por vía terrestre pollos enteros congelados, a un valor que oscila entre 1,30 y 1,40 dólares por kilo, a valores FOB.
Entre los lácteos, hay quesos tipo Tilsit y Dambo (en este caso figura la marca Las Tres Niñas) que tienen origen en la Argentina pero la venta figura desde Uruguay. Las operaciones detectadas en este rubro, sin embrago, no son tantas.
También ha habido envíos triangulados por vía marítima. La Aduana chilena registró el 26 de marzo dos cargas por unas 8.500 toneladas de trigo argentino importadas por al Cia Molinera San Cristóbal SA a un valor FOB de 210 dólares por tonelada. Algunas otras cargas menores del cereal ingresaron por camión con el mismo esquema (el país vendedor era Uruguay), con destino a una empresa importadora llamada Del campo al mar.
Pilagá y Adecoagro Uruguay figuran en marzo pasado exportando arroz del tipo largo fino producido en la Argentina hacia Chile, pero vía Uruguay. En este caso las cargas, enviadas por tierra, se pactaron a un valor FOB de unos 500 dólares por tonelada en promedio. También hay algunas cargas de arroz partido para la utilización en la elaboración de cerveza.
“En todos los casos la mercadería nunca va a Uruguay. El comprador es uruguayo y hacia él va la factura de la Argentina. Luego él mismo emite una factura uruguaya al cliente chileno”, explicó un empresario que conoce cómo está funcionando esta triangulación. Ante la pregunta de cómo se podría terminar con esta maniobra, la fuente respondió: “Pidiendo para estos casos pago anticipado de la mercadería, con la correspondiente liquidación de las divisas”. En general, este tipo de operaciones deben liquidar sus divisas a los 15 o 180 días.
Mirá los listados de la Aduana de Chile para marzo: Triangulación con Uruguay
En los listados de la Aduana de Chile también figuran como exportaciones desde Uruguay muchos camiones cargados de maíz partido para la alimentación animal, alguno de sémola de trigo, poroto de soja desactivado, aceites de girasol y de soja, además de aceite mezcla, azúcar refinada (allí surge la denominación del ingenio tucumano Leales), cajas de papas prefritas, pellets de afrechillo de trigo, entre otros productos alimenticios.
Hay otro envío por barco que ingresó a fines de marzo por el puerto chileno de San Antonio. El importador de la mercadería era ADM Chile y se trataba nada menos que del principal producto exportable de la Argentina: 3.000 toneladas de harina de soja argentina ingresaron a Chile por un valor FOB de 460 dólares.
También hubo ese mes una gran cantidad de productos industriales argentinos que llegaron a Chile facturados desde Uruguay; Ácido Oleico y otros ácidos industriales, Eter monometil polipropilenglicol, cadenas, cuchillas, cintas rodamientos, y hasta “Cateter introductores Creaplan FR 2.2 Doble, siestema para introducir balón en cirugía humana”.
Esa última carga llegó el 29 de marzo por vía aérea y había partido del aeropuerto de Córdoba. Eran solo 3 bultos que pesaban 17 kilos, pero que valían más de 2.400 dólares.