Enrique “Quique” García nació entre arrozales y vive precisamente en San Salvador, Entre Ríos, considerada la capital nacional del arroz. Lleva ese gen arrocero bien arraigado dentro suyo debido a que su familia produce ese cultivo hace 35 años en la zona. “Es una pasión producir arroz. De chico recuerdo que he llegado a tener una arrocera en miniatura sembrada en el patio de mi casa”, recuerda Quique García en diálogo con Bichos de Campo.
García es ingeniero agrónomo y regresó a San Salvador luego de estudiar para desempeñarse primero como técnico asesor de empresas y luego para formar parte del área de producción de la empresa familiar, donde también sigue de cerca la cuestión comercial.
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El arroz es el cereal más consumido en el mundo y Argentina lo produce y también exporta. De todos modos, es muy poco lo que se suele conocer sobre este cultivo en el país. Quique explica que “el este de Entre Ríos sobresale como región productora de arroz por las características de sus suelos vertisoles arcillosos, lo que da la particularidad de que el suelo se pueda inundar, dada su capacidad de retención tan grande de agua”.
A su vez, el acuífero Guaraní pasa por debajo de suelo entrerriano. Se trata de un gigantesco reservorio natural de agua dulce que se extiende por debajo de la superficie de parte de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay y una de las mayores reservas de agua dulce conocidas del planeta Tierra y, según García, “la calidad de esta agua que pasa por debajo de nuestros suelos es excelente, o sea que tenemos cantidad y calidad”.
En efecto, se necesita mucha agua para producir arroz. “Hoy a nivel lote se toma como promedio entre 10.000 a 13.000 metros cúbicos por hectárea por el ciclo de cultivo, con lo cual el 60% de agua te la aportan las lluvias y el agua restante hay que proveerla a través de bombeos de pozo profundo, como en nuestro caso, o bien a través de represas o ríos”, explica García.
En Entre Ríos, la fecha óptima de siembra del arroz es hacia mediados de octubre y se cosecha a mediados de marzo, aunque este año se retrasó la cosecha debido a que hubo un comienzo de ciclo muy complicado por cuestiones climáticas.
El período de riego del cultivo es, en promedio, de 80 a 90 días. “Dependerá del ciclo del arroz, dado que tenemos ciclos más cortos y más largos, y del sistema de riego utilizado. Luego, cuando llega el período crítico, se mantiene inundado el cultivo y para el momento de cosecha, lo ideal es que el suelo quede lo más oreado posible de modo de no romper el suelo”, describe.
En el momento de la cosecha, García cuenta que llega una etapa muy importante, en donde se cuida que el grano se obtenga entero y con el menor porcentaje de quebrado, ya que ellos venden el grano entero y para consumo directo. “Por eso, desde el momento de la siembra ya estamos pensando en la densidad y en la fertilización, para llegar a la cosecha con la mayor cantidad de granos enteros por unidad de superficie”, resalta.
“El beneficio es para todos si obtenemos granos enteros”, manifiesta, para luego agregar que “en una muestra de 100 gramos debe salir, mínimo, el 54% de grano entero, pero todo depende del tratamiento que se de durante la cosecha y la temperatura, por lo general se lo cosecha con el 21% de humedad; hay que ser lo menos agresivo en este proceso para evitar que el grano se quiebre”.
Luego de la cosecha, el arroz es enviado a un secadero para reducir la humedad del grano. Por todos estos procesos que requiere, si bien es un cultivo extensivo en superficie, es intensivo en su manejo y casi hecho de modo artesanal, como le gusta definir a García.
“Por más mano de obra directa e indirecta e inversión que requiera- se calculan cuatro jornales cada 100 hectáreas-, demanda un componente extra en donde domina el arraigo del productor, debido a que hay que tratar la planta desde su nacimiento, estando todos los días encima de ella”, grafica.
En cuanto a la producción de arroz en Entre Ríos, luego de la crisis de 2001/02 comenzó a recuperarse hasta alcanzar en 2011 unas 100.000 hectáreas, pero desde ese momento comenzó a caer la superficie sembrada hasta llegar a la mitad de esa cifra en 2020, aunque este año la siembra repuntó.
El productor asegura que recuperaron no sólo porcentaje de área sembrada, sino también productores que volvieron a apostar al cultivo. “Los costos de producción de arroz son elevados, calculen que producir una hectárea de arroz es equivalente a producir tres o 4 cuatro hectáreas de otro cultivo como soja”.
En la estructura de costos de arroz, el más alto se lo lleva el riego, porque es necesario extraer agua desde 30 o 35 metros de profundidad y, por ende, la inversión en energía eléctrica o gasoil es grande. “En años secos eso se multiplica, que es lo que nos pasó en 2020/21, en donde tuvimos una campaña muy seca y hubo que recurrir más al riego. Eso nos disminuye la mejora en el rendimiento por hectárea”, sintetiza.