La Argentina alguna vez supo ser un país mejor. En materia de producción de frutas, viene atravesando un largo proceso de decadencia que impacta en los volúmenes de producción, en sus ingresos por exportaciones y -en definitiva- en la situación de muchas economías regionales. Esta espiral que parece no tener fin queda expuesto en un completísimo informe elaborado por Frutas de Argentina. El trabajo intenta conmover a las autoridades políticas sobre la necesidad de cambiar ciertas conductas que se repiten, y que van dejando al país al margen de lo que sucede en el resto del mundo.
El documento de Frutas de Argentina, un bloque conformado por los productores locales de arándanos (ABC), peras y manzanas (CAFI), cerezas (CAPCI), y limones y naranjas (FEDERCITRUS), compara los datos finales sobre la producción y el comercio mundial de frutas entre 2008 y 2018, último año con números finales consolidados. Las cosas no han cambiado desde entonces (por el contrario, empeoraron), con lo cual es un buen retrato de lo que pasa ahora.
Lo que queda claro es que la Argentina, que tiene un potencial de producción de frutas envidiable, está quedando prácticamente al margen de lo que sucede en el mundo, donde la producción en esa década se contrajo un 9%. Aquí el desplome habría sido mucho mayor. Según datos de la FAO, la oferta argentina de todas las frutas se redujo de 8,1 millones de toneladas en 2008 a 5,32 millones diez años después. Esto es, se contrajo un 35%.
Dentro del ránking mundial de productores, que es liderado por China, India, Brasil y Estados Unidos, la Argentina retrocedió hasta la posición 17°. Como premio consuelo, dentro del Hemisferio sur es el segundo productor en volúmenes después de Brasil y está por encima de Chile, Perú y Australia. Este posicionamiento debería permitirle tener un muy buen posicionamiento en el comercio de frutas en contraestación. Ya veremos que no sucede.
La Argentina debería estar mejor parada, porque la mayor caída de la producción global se registró en frutos que aquí no son los más difundidos: sandía, frutillas, damascos y en menor medida en uva. Las subas de producción en esa década analizada se registraron en frutas tropicales (mango, papaya) pero también en las zonas templadas como las que abundan en el país, con mayor oferta de palta, limón, pomelo, kiwi y arándano.
Como consumidor de frutas, según el documento, la Argentina está bastante por encima de la media. Según la FAO se consumían aquí en 2018 unos 201 kilos por habitante y por año, cuando la media mundial era de solo 81 kilos, sumando todas las frutas. Con respecto a países similares, el consumo argentino es inferior al de los países mediterráneos (como España o Italia) y también de Chile, pero supera
al consumo de las naciones del norte europeo y al otros países sudamericanos.
La Argentina frutícola tampoco juega en las ligas mayores entre los exportadores de fruta y la razón es que sus embarques también retrocedieron fuerte en el periodo histórico bajo análisis, de unas 1.406.951 toneladas en 2008 a solo1.021.264 diez años más adelante. Ese volúmen no se ha recompuesto en los últimos tres años.
“Según el Internacional Trade Centre la Argentina es en el comercio mundial de frutas el número 14° (basándose en el valor, expresado en dólares estadounidenses, de la fruta exportada). Dentro del hemisferio sur la Argentina es superada por Chile, que exporta un valor tres veces superior al argentino, pero por encima de Argentina también se encuentra Ecuador y Sudáfrica. Ecuador exporta principalmente bananas, por lo cual no es un competidor de Argentina. La diferencia con Sudáfrica es pequeña y se redujo en forma más marcada en los últimos 2 años”, explicó el trabajo.
En este carrera, la nota para la Argentina también es negativo, sobre todo porque “casi todos los grandes exportadores incrementaron al valor exportado”. Hubo algunos países que duplicaron en estos diez años su penetración en el negocio de la exportación de frutas, como Holanda, Vietnam, México, China, Sudáfrica, Perú, Nueva Zelanda, Australia, Iran y Colombia. Las caídas en facturación se dieron en pocos países de Europa, como Italia, Bélgica y Francia; y de Sudamérica, con Brasil y Argentina.
En este escenario, donde los números van confirmando la lenta decadencia de la fruticultura local (ya hablaremos de las razones en otras notas), la Argentina dejó de ser la tan mentada principal exportadora mundial de peras y solo conserva esa posición en el negocio del limón. Retrocedió posiciones en el negocio internacional de la manzana, de los cítricos dulces y hasta de los arándanos, uno de los rubros frutícolas que últimamente había despertado expectativas de crecimiento. Este cuadro resume la situación: