La empresa israelí CanBreed está utilizando la tecnología de la edición génica para desarrollar semillas de cannabis y cañamo híbrido que, además de tener alta uniformidad y calidad, no expresen el gen del compuesto psicoactivo THC, de modo de poder utilizar esas plantas para la producción de insumos médicos, en especial el aceite de cannabis.
No solo eso, la biotecnología agrícola también podría ofrecer en el corto plazo plantas de cannabis con resistencia a hongos y tolerancia a herbicidas, según informa el sitio de divulgación ChileBio.
En sorna, claro, un buen final de estas investigaciones sería el acabose para los muchachos que defienden el consumo de marihuana (que es la planta de cannabis que sí expresa el componente THC en más del 1%) mientras critican el uso de soja transgénica resistente al glifosato.
CanBreed acaba de iniciar un campo productivo de cannabis medicinal en California, y también abrió la granja de investigación de cannabis más grande de Israel. De algún modo, está haciendo punto en la investigación para proveer de semillas modernas a un cultivo que se está abriendo rapidamente paso en todo el planeta, ya sea para uso médico, industrial o recreativo.
El mercado actual de semillas de cáñamo de Estados Unidos tiene un valor de al menos 1.000 millones de dólares al año, que es algo menos de la mitad de lo que moviliza el mercado total de semillas en la Argentina, para todos los cultivos. “En ese gran océano de oportunidades, la compañía de semillas israelí CanBreed ha lanzado un campo con licencia de 1,4 hectáreas en el condado de San Diego, California”, indica la información.
La pequeña extensión dedicada al a investigación y producción de semillas “podría tener un impacto descomunal al producir lo que el CEO de la compañía israelí, Ido Margalit, cree que son las primeras semillas de cáñamo híbridas totalmente estables y consistentes del mundo para cannabis de grado médico estandarizado”.
“Israel es una superpotencia agronómica, pero realmente no puede competir con países que tienen una capacidad mucho mayor para la producción agrícola. En lo que competimos bien y con lo que ofrecemos valor agregado es en la tecnología. Las semillas y la genética son tecnología y esa es una gran fortaleza”, dijo el ejecutivo en un comunicado de prensa.
Legalmente, las plantas de cannabis cultivadas en los Estados Unidos no pueden contener más del 0.3% de THC, el compuesto psicoactivo que hace que los cigarrillos de marihuana “peguen” en quienes los consumen. Muchas plantaciones se destruyen porque superan ese límite. En Uruguay, donde el cultivo ya se produce a cielo abierto, se intenta lograr variedades con menos de 1% de THC para dedicar las flores a fines medicinales.
“Nuestras semillas de cáñamo estables y uniformes brindan previsibilidad al cultivador. Nuestra tecnología patentada de edición genómica elimina el gen responsable de la enzima que produce el THC, por lo que estas variedades son incapaces de producir THC ”, explicó el ejecutivo israelí.
En tanto, según Margalit, “los genes resistentes a los herbicidas se editan para que los productores puedan rociar herbicidas. Ninguna empresa de semillas totalmente dedicada reúne estas dos características”. Ese es el principio que ha caracterizado el primer cultivo transgénico del mundo, la soja RR, que es resistente al herbicida glifosato.
“Por eso compramos el campo en el condado de San Diego. Podemos ahorrar el 30% del ciclo de cultivo en Estados Unidos para fines de 2021, comenzaremos a cultivar con una meta de 12 millones de semillas el primer año y una capacidad eventual de 50 millones de semillas al año”, precisó.