La Zona Deprimida del Salado es una región ubicada en el centro-este de la de la provincia de Buenos Aires que se extiende a lo largo de la cuenca del río Salado, dentro de la cual se encuentra la localidad de Azul. Allí, a fines de marzo y en tan sólo pocas horas, llovieron más de 200 milímetros y en algunas zonas rurales se superaron los 300 milímetros. Esto de inmediato ocasionó problemas en varios campos, sobre todo ganaderos que son los que abundan en la zona.
Marta Liliana Arsani y su esposo Carlos Alcides Ortiz viven y trabajan al cuidado de un campo ganadero dedicado a la cría en una zona rural de Azul. Como en muchas otras ocasiones, el acceso al establecimiento, literal, les quedó tapado por el agua.
El campo, que es alquilado por Francisco Barrera, tiene un camino de acceso desde la ruta que se hizo a base de huellas vehiculares. Con las precipitaciones de fines de marzo quedó completamente anegado y esas misma situación persiste llegada la primera semana de abril.
“Para ingresar al campo desde la ruta se deben recorrer 10 kilómetros muy difíciles y complejos. El tema es que el agua no baja como quisiéramos y hay mucho pajonal que provoca anegamientos, sumando a que no hay limpieza regular en desagües y canaletas”, se lamentó Arsani en diálogo con Bichos de Campo.
Desde el municipio de Azul aseguraron que se abrieron compuertas del Arroyo Azul y se limpiaron sumideros, pero la realidad a nivel rural es otra. “Ese camino de la escuela hasta la entrada al campo está descuidado hace meses y con suerte la maquina que nivela habrá pasado dos veces”, se quejó Arsani.
La propia Marta se subió junto a su esposo al tractor y mandó fotos y videos sobre el estado del camino. “Siempre hay que tratar de evitar desgracias pero encima que no tenemos señal de internet o de celular, ahora le sumamos que no tenemos tampoco caminos cuando llueve en la zona. Es como que se complica mucho vivir así. Nunca recibimos tanta agua como este primer trimestre del año”, declaró.
La situación que se vive no viene desde ahora, según Arsani, sino que es un tema de larga data. “Nosotros estamos hace nueve años y el camino al campo se hizo a base de huellas. Luego al municipio se le dio por hacer badenes pero con estas ultimas lluvias te puedo asegurar que si los atravesás con caballos el agua les llega a la panza y un poco más. A nuestro perro lo tapa directamente y hasta lo arrastra con la fuerza que tomó el curso de agua”, explicó.
La movilidad es lo que más complica a este matrimonio, debido a que tienen que recurrir a un sulky para salir al camino y llegar a la ruta en inmediaciones a la escuela número 4 de Azul, o sino deben trasladarse en tractor.
“Para que te des una idea la rueda chica del tractor nos queda toda tapada por el agua, que es agua que ingresa desde el partido de Rauch, pues del otro lado, en otros potreros, no se provoca la acumulación de agua que tenemos acá”, dimensionó.
“Yo pienso que si elevaran el camino y limpiaran las cunetas como se debe no deberíamos volver a tener este problema. Si tenés una camioneta buena pasás. ¿Pero si no tenés un vehículo así, como en nuestro caso? Estamos inundados incluso luego de las lluvias. El camino y la cuneta son una misma cosa para que te imagines, o sea que es lo mismo que no existiese cuneta”, describió Marta.
La mujer manifestó que si tuvieran maquinaria ellos mismos arreglarían el camino. “Por ahora veníamos manteniéndolos con pala como podíamos pero el problema es que cuando llegan estas lluvias torrenciales se complica todo. Hay además, mucho pajonal, mucha suciedad. Veremos qué solución nos dan, la verdad es que cansa mucho que cada año, desde hace nueve años pase siempre lo mismo”, remarcó.
“Acá cuando se rompen las alcantarillas o cunetas meten un poco de tosca y le echan tierra y al poco tiempo vuelven a romperse. Así no pueden arreglarse las cosas. No somos sólo nosotros los disconformes con el manejo municipal en zonas rurales”, aclaró Arsani.
La señora advirtió que puede haber canales clandestinos que complican el panorama, pero está convencida de que la solución pasa por el municipio de Azul. “Hay productores que incluso prefieren dejar sus campos bajo el agua y no hacerse cargo porque sostienen que no les dan los costos”, agregó.
“La verdad no ofende. Lo que pasa es que acá nadie se anima a hablar y entonces la cosa sólo queda entre vecinos, pero hay que enfrentar estas cuestiones; no hay obras viales y los caudales de agua bajan muy pero muy poco. Ya llevamos más de 10 días con esta situación”, sintetizó.
Por ahora el matrimonio se arregla recibiendo provisión de alimentos que le alcanza el inquilino del campo hasta la tranquera y da gracias que no le haya pasado nada al momento. “El inquilino del campo que nos contrata nos ayuda bastante. Mi hija me manda medicamentos desde la ciudad y me dio la dicha de hacerme abuela en febrero pasado”, relató.
“Lo que mas agradezco es que tengamos un servicio tan bueno de parte de los bomberos de Cacharí que siempre ayudan con todos los protocolos necesarios, pero me pregunto cómo pediré ayuda algún día que volvamos a tener estas lluvias y no tenga red celular”, concluyó.