La Secretaria de Medio Ambiente de Catamarca informó que en la provincia se obtuvieron más de 800 kilos de fibra de vicuña, en el marco de una esquila controlada llevada adelante en medio de las medidas implementadas por la pandemia de coronavirus.
Los resultados totales de la Temporada de Esquila 2020 en Catamarca fueron que 2.578 animales fueron capturados, de los cuales se esquilaron 2.399 ejemplares. Todos finalmente fueron devueltos a su ambiente.
“Catamarca fue la única provincia que en tiempos de pandemia realizó esquilas públicas y privadas, ya que Salta y Jujuy suspendieron la actividad”, explicó el gobierno de esta provincia, que destacó que ára la campaña del año pasado “ha sido de vital importancia la interacción con la Secretaría de Políticas Agrícolas y Ganaderas para llevar conjuntamente la misma”.
Ahora, con la fajina hecha, la Secretaría de Medio Ambiente detalló que “retendrá el 20% de la fibra esquilada en la campaña 2020, equivalente a 163 kilogramos, para el Programa de Redistribución de Fibra, que serán utilizadas por 315 artesanos catamarqueños inscriptos actualmente en el Registro de Artesanos de Vicuña”.
Cuenta una vieja crónica que desde 2003 los habitantes de la puna catamarqueña recuperan el Chaku, técnica ancestral de manejo de vicuñas para su esquila y posterior tratamiento de la fibra, que en su momento era practicada por los Incas. El ritual se realiza todos los años entre octubre y noviembre en los departamentos de Antofagasta de la Sierra, Tinogasta, Belén y Santa María, aunque la localidad de Laguna Blanca, en el departamento de Belén, es el epicentro de este hito.
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La actividad empieza con el encierro de las vicuñas en un campo cercado de varias hectáreas, una especie de corral de gran tamaño, que incluye zona de pastaje y abrevaderos. Luego se va guiando a las vicuñas para que entren en una manga que finaliza en ese corral. Desde ahí se las retira con la cabeza cubierta con una capucha y se las mantiene en el suelo sin atarlas, agarrando sus patas entre varias personas. La esquila se efectúa con tijeras grandes, extrayendo el vellón completo del cuerpo del animal, excepto del cuello.
El vellón obtenido de cada animal es colocado en un balde. Luego, se le quita la tierra, se pesa y se embolsa. Esa materia prima se convierte en hilado y tejidos que se generan en telares rústicos; por ese motivo, el proceso puede tardar alrededor de sesenta días. La producción es comercializada en las ferias de artesanías, así como en las fiestas provinciales y nacionales.